Las dentelladas

Por el tiburon

De nueva cuenta los prestadores de servicios turísticos que trabajan en la playa El Palmar en Ixtapa vuelven a quejarse de los inspectores de la PROFEPA. Dicen que ya les pusieron plazo para que exhiban sus permisos o se vayan con sus bananas a otra parte. Según dice la nota que, como la playa está en proceso de certificación, deben “cumplir con ciertos requisitos como es que se debe limpiar primeramente de todo tipo de negocios que desde hace algunos años han estado trabajando en diferentes giros comerciales sin tener concesión federal, como es el caso que les ocupa”.
Preocupado por que ahí tengo dos hermanas masajistas, cuatro primos bananeros y dos que rentan motos acuáticas (más 8 curricanes), le encargué al Lic. Trastupijes que me le echara una revisada al asunto ese de la certificación de playas. Bueno pues ya me mandó algunas cosas este abogado reputado en todo Ixtapa-Zihuatanejo como el único abogado decente que existe en 500 kilómetros a la redonda.
Dice el Licenciado Trastupijes que las playas en México son certificadas por instituciones y organismos privados acreditados y autorizados por la SEMARNAT y que la dichosa certificación se hace con base en la norma oficial NMX-AA-120-SCFI-2006. Lo que esos organismos hacen es evaluar qué tanto se acerca la situación de la playa a lo que establece la norma. Si pasa, la acreditan como playa sustentablemente limpia pero sólo por dos años, después de los cuales hay que entrarle con otros billetes para que la vuelvan a certificar.
También me cuenta este abogado de las causas perdidas que ya revisó aunque sea a vuelo de pájaro la tal norma y que en ningún párrafo o apartado dice que en las playas certificadas no debe haber masajistas, parachutes, bananas y motos acuáticas.
Afirma mi estimado licenciado que, lo que sí dice la norma en relación con las playas para uso recreativo (como sería el caso de El Palmar), es que “Las actividades terrestres que se desarrollen en las playas deberán estar zonificadas con el objeto de minimizar los impactos ambientales; así como delimitar con boyas y señalización el espacio de entrada y salida de los botes y demás servicios náutico - recreativos con el objeto de minimizar accidentes y otorgar seguridad a los usuarios.
Luego entonces –sigue el abogado en su alegato- lo que sí debe investigar la PROFEPA son esas espumas amarillentas que “re depente” aparecen ahí por la playa La Cucaracha, pegadito al Palmar, por que eso sí aparece explícitamente expresado en el apartado que se refiere a la calidad del agua; dice que las espumas que haya en el agua no deben ser otras más que las que naturalmente produce el mar. ¿Ya me oyeron inútiles?, exclamó el abogado.
Dice el Lic. defensor de las causas de los desposeídos y de los que están a punto de entrar en esta categoría, que si el problema es la regularización de los servicios que prestan estos camaradas, simple y sencillamente que abrán los trámites para que todos ellos se ajusten a las normas establecidas para el funcionamiento de estos servicios y, de paso, vayan a pagar a las oficinas de la tesorería de la federación y dejen de darle su mochada a estos inspectores cada vez que los aprietan (del verbo apretar, no del verbo “aprietar”, hacer o hacerse prieto).
Es más, asegura que ya hizo una encuesta entre 500 turistas en Playa El Palmar y que 499 de ellos pidieron que por favor no vayan a quitar los servicios de los parachutes y bananas. Sólo una viejita de 93 años, dijo que si por ella fuera, quitaría los parachutes, pues ella dejó de subirse a esos juegos del demonio desde hace dos años.
Ahora que –dice este abogadazo- es posible que por ahí haya interesados por prestar los mismos servicios con motos más nuevas, encargados güeritos y no prietos y fieros como los actuales y que algunos pelaos vivos hayan decidido corretear de ahí a los que tienen “más de 20 años trabajando en esa zona” para que lleguen otros que tienen no 20 sino un montón… de billetes…