“SIN FIN DE HISTORIAS”

EL COMPADRITO CHE-CHE

(POR: RAMIRO ARTURO BARRERA MORENO)

Manejando su automóvil murió de un infarto. Si, efectivamente Don José Rega falleció cuando regresaba a su casa a bordo de su carrito después de haber ido de compras al supermercado. Instantes antes le comentó a su esposa Doña Carmen... “Cáme, me siento mal, me duele el pecho…” aún así manejó por más de 10 kilómetros y justo en la puerta de su domicilio, como fulminado por un rayo, entregó su alma al creador… Sus ojos saltones quedaron abiertos, pero su boca dibujaba una sonrisa, como si estuviera satisfecho de no haber causado un accidente que hubiese dañado a la mujer con quien compartió mas de 30 años de su vida.
Don José en vida fue músico y peluquero. Llegó a dominar más de 10 instrumentos musicales y como fígaro tuvo abundante clientela, sobre todo los niños del barrio a quienes El Compadrito Ché-Ché (Como cariñosamente lo llamaba la chiquillería), deleitaba con sus ocurrencias y fantásticas historias que aquí relataremos.
Nuestro personaje nació en Tixtla, Guerrero, allá por los lejanos años veintes del siglo pasado y platicaba que desde niño aprendió a cortar el pelo. Así nos contó su historia:
“Llegué a la peluquería de mi tío cuando tenia 14 años, era un negocio bien establecido con mucha clientela, por lo que ya no se daba abasto y por eso invitó a varios de sus sobrinos para que aprendiéramos el oficio, pero solo dos quisimos ir a ayudarlo a cambio de un peso semanal de paga… A mi me tocaba barrer y limpiar y a mi primo Gelasio que era mayor que yo le comenzó a enseñar a pelar y a rasurar. Nos decía fíjense bien pa´l corte de cabello hay que usar estas jicaritas, se las ponen al cliente según el tamaño de la cabeza y de ´ai cortan parejito alrededor, aluego emparejan arriba con la maquinita y si no con las tijeras… Yo me reía por que a mi primo le quedaban chuecos y tuzados, pero él decía, echando a perder se aprende, y seguía de aprendiz.
“Para las rasuradas había que poner paños calientes y afilar las navajas en las cintas de cuero que colgaban a un lado de las sillas, y con suavidad afeitar a los clientes cuidando de no sangrarlos, sobre todo en la parte del buche ´onde la piel es mas delicada, Así pasaron los días hasta que una vez, mi tío Bardomiano (que así se llamaba el maestro Peluquero), le dijo Gelasio, ´orita vengo, voy a Chilpancingo a surtirme de vaselina, alcohol y jabones de olor, me llevo a José, como es día domingo va a ver mucha clientela, ve atendiendo a quien puedas y si no diles que yo regreso a mediodía.
Así sin pendiente nos fuimos a nuestro mandado y cuando volvimos vimos que había algo de sangre en el piso, por lo que mi tío Bardomiano preguntó: ¿´ora que burrada hicites, a quien cortates? de seguro le volates una oreja a un cristiano…. A lo que Gelasio serenamente contestó: ay tío, vinieron dos a rasurarse y pus me aventé, pero ando fallo del pulso y se me echaron a perder… ¿Cómo que se te echaron a perder escuincle de porra, pos que hicites méndigo? A lo que Gelasio respondió sin ninguna mortificación…”Aí tan detrás de la puerta, se me paso la mano en el gogote, ni modos me falló, tan bien tiesos, pero ni hablar tío ya vide que no soy güeno pa´ esto aunque yo te dije dendenantes, echándo a perder se aprende”..
“Así (continuo Ché-Ché), Gelasio salió de ‘juyida’ y no paró hasta mero México ´onde acabó como cargador en la merced y nunca pasó de perico perro”. Ante lo inverosímil de su historia el grupo de niños a quien nos lo contó, a coro exclamamos ¡voooy, voooy, ´ora si se la jaló! A lo que muy ufano contestó. ¡verdá de diosito que no es mentira, chingo mi madre si no es cierto y que me trague la tierra si es chisme! Así era de largo el compadrito Ché-Ché.
Ante ese tipo de cuentos, los chamacos del barrio nos juntábamos por manojo para irnos a cortar el pelo con nuestro compadrito Ché-Ché, aunque nos dejara horriblemente tuzados o con unos pelados tipo lacandón o jíbaros del amazonas, que en ese tiempo eran motivo de sorna, pero que hoy día serian una verdadera sensación ante la loca chamacada actual… Pero de ahí no salíamos. Otra historia fue la de cómo nuestro personaje aprendió música y así nos lo narró: “A mi me gustaba oír las bandas del chile frito que tocaban en las fiestas del pueblo y de tanto verlas me dije… si no es tan difícil, a las tamboras nomás se les pega con un palo y a las cornetas nomás se les sopla, ni modo que no pueda. Y así comencé a juntarme con los señores grandes que no conocían de notas musicales y tocaban de óido, pero yo andaba feliz con ellos, tocando primero los platillos después la tambora y al último la corneta, pero no era tan fácil como creiba, no, era harto difícil, terminando de tocar me dolían los labios y los cachetes. Hasta que un día conocí al Maestro Antonio I. Delgado músico y compositor Chilapeño quien me enseñó a leer las notas musicales”
Cabe destacar que efectivamente Don José llegó a formar parte de la banda de música del Gobierno de Guerrero en Chilpancingo, la cual subsiste hasta nuestros días, deleitando a todos los capitalinos y visitantes con sus serenatas los martes, jueves y domingos de cada semana. Y fue allí donde el compadrito Ché-Ché debido a su débil físico y a su carácter opacado, que sus compañeros músicos le cargaban la mano haciéndolo blanco de sus constantes burlas. Sin embargo Ché-Ché llegó a formar un conjunto musical que amenizaba diversas fiestas y reuniones en toda la región centro de nuestro estado.
Fue en una de estas fiestas, para ser exacto en una posada decembrina donde un par de chamacas traviesas le hicieron una broma a Ché-Ché consistiendo esta, en que ante la emoción del músico por quedar bien con la concurrencia, tocaba cumbias, danzones pasodobles y hasta boleros cantados con su cascada voz sin parar, tocando ya sea la batería, el acordeón, la trompeta, el saxofón y hasta las maracas… total era el hombre orquesta. Ante tal demostración a unas jovencitas : Esther y Yolanda les cayó gordo, por lo cual se pusieron de acuerdo y en una de las pausas de la orquesta metieron en el saxofón de Ché-Ché un gordo y gran tejocote y una redonda jícama las cuales habían ganado después de quebrar las piñatas ; consumada la travesura pidieron a Don José las complaciera con la canción de moda “Musita” (pieza grabada originalmente por la Sonora Santanera), donde el saxofón del músico jugaría un papel importantísimo…
Así la orquesta tocaba “Musita” y Ché-Ché se esforzaba por alcanzar las notas de la melodía. El pobre hombre pasaba del color rojo púrpura al morado y al verde encendido, hasta que al final de la pieza musical quedara blanco como un papel y sudando a chorros debido al brutal esfuerzo, pero nunca paró la melodía. Al finalizar cuando abrió su saxofón del instrumento salio más de un litro de baba espesa y las dos frutas: el tejocote y la jícama nadando en el viscoso líquido…. Solo que en lugar de enfurecerse, Ché-Ché con debil voz solamente expresó: “A que chamacos tan traviesos, pero vale que me rajé a tocar “Musita”, recogiendo la fruta diciendo;” estas me las enchilo al rato”
Como ya mencioné Ché-Ché trabajaba en la banda de música del Gobierno del Estado y allí uno de sus compañeros, un bravucón de los que nunca faltan, un día si y otro también abusaba de su fuerza y maltrataba al compadrito, a quien le tenía envidia por dominar tantos instrumentos musicales. Ante tantas vejaciones, maltratos y burlas, como dice el refrán “El valiente vive hasta que el cobarde quiere”. Un día Don José se armó de valor y por unos cuantos pesos adquirió un viejo revolver y la siguiente vez que el abusón quiso burlarse de él, le sorrajó dos plomazos que se alojaron en la panzota de su agresor. Por ello el Compadrito Ché-Ché, al igual que años atrás su primo Gelasio huyó de Tixtla, el salió huyendo de Chilpancingo, pensando que había matado a su compañero músico, pero este no falleció solo quedó mal herido y como hierba mala nunca muere salvó la vida. Pero este hecho provocó que nuestro compadrito jamás regresara a la Capital del Estado de Guerrero. Hasta que la muerte lo encontró una tarde del mes de febrero en Cuernavaca Morelos, donde nuestro personaje pasó los últimos días de su vida. Descanse en paz.

1 comentario:

  1. que bien que el diario de zihuatanejo abra las puertas a quienes les gusta escribir cuentos, historias y cultura. felicidades a todos los del diario de zihuatanejo.

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