LAS DENTELLADAS

Una chamba para los “diputéibols”


Por El Tiburón

Infórmoles, camaradas de la hoz y el martillo, que Héctor Vargas, oriundo y vecino de Petatlán se ha incorporado al selecto cuerpo de asesores de esta columna y nos manda un comentario en relación con un asunto que, según él, es de su interés, mi estimado, así que apre oreja. Aclaro que Héctor no es cualquier ignorante; ostenta un título de licenciado en derechueco, otro de master y un tercero que lo acredita como doctor en ciencias ocultas, todos ellos obtenidos tras asarozas búsquedas por los centros del saber que se encuentran acreditados por los rumbos de los Portales de Santo Domingo, en pleno corazón del “defectuoso” como suelen decir todos los que quieren entrañablemente a la ciudad capital de la república. (Si alguien no entendió esta parte, consulte por favor a un chilango).

Cuenta Héctor que unas dos semanas antes de que terminara el período de gobierno de Antonio Armenta Miralrío, ex presidente municipal de la tierra de “Papa Chuy” y mundialmente famoso por su pésima administración y por los levantones de “cuches” que organizaba por los caminos del sur… de Petatlán para darle de comer a los “voluntarios” que se acercaban a las campañas políticas y a los mítines, agarró la puntada de acordar junto con los regidores del ayuntamiento que desprestigió, perdón que presidió, debe decir que presidió, que una decena de viejitos trabajadores del departamento de limpia pasaran a retiro en calidad de “pensionados”. Dos semanas después Tony agarró sus calzones y se fue a una fiesta más decente, dejándole ésta y muchas otras broncas más a su sucesor, Albino Lacunza.

Como algunos funcionarios del gobierno de Lacunza también son medio maletas no habían caído en la cuenta de que cada quincena aterrizaban estos viejitos o sus esposas a cobrar sus “pensiones”. Un año después los funcionarios se percataron de la existencia de este grupo y de inmediato se dispusieron a despedirlos. Ya que los vieron venir con la espada desenvainada, salieron algunos líderes perredistas y regidores de ese partido a pedirle a Lacunza que “para llevar la fiesta en paz”, mejor deje las cosas como están.

Este asunto ha permitido a Héctor analizar la situación que se presenta al interior de los Ayuntamientos en lo que se refiere a la plantilla de personal. Señala en primer lugar que, efectivamente, no se sabe que un Ayuntamiento haya inscrito en el Seguro Social a sus trabajadores (o al ISSSTE), como ordena la Ley Federal del Trabajo y no lo hacen porque casi ninguno de esos ayuntamientos tiene recursos suficientes para pagar las cuotas al IMSS. Hay ahí una violación a la ley pero hasta ahora nadie la ha hecho de tos. Por lo general los trabajadores de los ayuntamientos reciben atención médica de los propios servicios municipales de salud y las medicinas, muy a fuerzas.

Tampoco se sabe que algún Ayuntamiento, administrado ya sea por “priyistas” o “pederristas”, haya optado por “pensionar” a los trabajadores que llegan a la edad en que no pueden ya trabajar. En el caso de Zihuatanejo vemos a algunos Ruquitos, más viejos que los pensionados de Petatlán, haciéndole la lucha en la limpieza de las calles. Dice Héctor que es absolutamente justo que los trabajadores que llegan a la edad de retiro sean apoyados por una pensión, sin embargo, plantea que lo que no se vale es que algunos presidentes demagogos y mañosos, acuerden pensionar a los trabajadores cuando ya está por terminar su período y sólo con el avieso fin de provocar un problema a su sucesor. Aquí –señala Héctor- se requiere que los “diputéibols” (¿qué significa esta palabreja?) intervengan, que legislen y acuerden que todos los trabajadores que no estén inscritos en el Seguro Social sean pensionados por el Ayuntamiento de que se trate y que además acuerden de dónde van a salir los billetes que se necesitan para cumplir tal disposición. Claro, si no dicen de dónde van a salir los dineros, ¿qué sentido tiene que acuerden pensionarlos?

Pero no es todo, dice mi camarada. Señala que han venido ocurriendo dos fenómenos que amenazan con llevar a la quiebra a las comunas. El primero de ellos es el crecimiento desmedido de la planta laboral por que el presidente que llega mete a chambear a todos sus cuates y a los cuates de sus cuates y a los cuates de sus contrarios. La bronca es que cuando concluye su período, el alcalde se va sólo y el resto de sus colaboradores no quiere renunciar. Bueno no se quieren ir ni los directores. Sólo falta por ver que un presidente municipal vaya a la Junta de Conciliación a demandar al pueblo por que se le acabó su período y se niega a retirarse.

Seguimos. Llega el nuevo presidente, comienza a correr a los cuates del que se fue para meter a chambear a los suyos. Y no pasa mucho tiempo cuando le comienzan a llover demandas laborales al presidente. Cuando se trata de un ayuntamiento con ciertos recursos económicos no hay problema, pero cuando se trata de un municipio como Petatlán, las puras demandas pueden dejar a la comuna en bancarrota. Y más –precisa- si las demandas son como las que presentan los empleados de CAPAZ en Zihuatanejo donde los mismo jefes le firman a los demandantes para que puedan sacarle a la empresa paramunicipal hasta los ojos. Pregunta mi camarada Héctor: Y ahora ¿Quién salvará a los ayuntamientos? No, no será el Chapulín colorado, deben ser los “diputéibols” quienes deben legislar para que una vez que termine un período de gobierno el presidente se vaya a la goma con todos los que trajo. Eso dice Héctor Vargas.

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