PECATA MINUTA

Por Rogelio Gómez Mejía

EL ENVIDIADO SCHERER
Y EL INTRIGANTE “MAYO”

“A Falta de Pan, Buenas son las Semitas…

Como era de esperarse, en cuanto la revista “Proceso” publicó parte de la entrevista que el maestro Julio Scherer García le hizo al impresionable Ismael “El Mayo” Zambada García, se desató una polémica de todos colores en los medios y polarizó la opinión de todos los mexicanos preocupados por los resultados de una “guerra” convocada para la desaparición de todo vestigio del crimen organizado, destacadamente del monstruoso narcotráfico, generador de un imperio económico de unos 6 mil millones de dólares y acusado de provocar la muerte de unas 18 mil personas, entre ellos una gran cantidad de inocentes en los últimos tres años.

Como casi todo lo que hace don Julio desde hace años, hubo elogios y diatribas, más de reconocimientos sobre la audacia y el acercamiento negado, que el referente a incondicionalidad apológica, condiciones previstas por la innegable experiencia acumulada, permisible en quienes hacen de la libertad de expresión la máxima promulgación de la vida.
Algunas abiertas descalificaciones al trabajo reporteril, como la comedida observación de Jorge Fernández Menéndez en “Excélsior” a quien le “dio pena ajena” ver en la portada de Proceso a don Julio abrazado por el “Mayo” Zambada, otras estabilizadoras como la de Rubén Carrillo observador paralelo de los críticos de Kapuscinki y la mayoría simplemente informativas en ajuste al filosófico refrán de que “perro no come perro”, revelaron valores entendidos y compromisos escondidos en los que don Julio se ha zambullido para dejar testimonios de su sapiencia del tema en algunos de sus 9 libros.
Indudablemente entrevistar a un destacado cabecilla del narcotráfico desde que tenía 15 años, como “El Mayo” Zambada, compadre de “El Chapo” Guzmán y militantes desde la década de los ochenta, del visible antecedente del ilegal corporativo constituido entonces por Miguel “A” Félix Gallardo, Ernesto “don Neto” Fonseca, Rafael Caro Quintero (ahora encarcelados) y toda la caterva de temibles que los siguieron hasta la compleja situación actual, más que nada es la revelación frontal de la incompetencia o complicidad del sistema judicial y funcionarios públicos responsables de la persecución de éstos delitos.
Lo que nunca le van a quitar a don Julio, y así quedó demostrado, es su temeridad y ambición de ir tras de la nota a riesgo de lo impredecible, tras la información que revele esas verdades a medias o temas ocultos a la opinión pública que más de media población del país ya sabe, intuye o sospecha, a la luz de evidencias que no se pueden comprobar y que muchos medios escatiman por reprobables componendas o autocensuras interesadas que él también atestiguo, pero convirtió en acicates que le costaron haber ganado la independencia de la que ha gozado mucho tiempo.
Cuando dirigía Excélsior antes del 68, recuerdo su actitud de suficiencia ante la osadía de un reporterito que le pedía una oportunidad de trabajo a prueba y su obnubilada actitud de no poder atenderlo por un próximo viaje a Chile para entrevistar a Allende, y por no necesitar alguien más, gracias a los genios que estaban en la empresa. Después vendría el asentamiento y la madurez con los golpes políticos del poder que no respetan las fantasías, pero le temen a la verdad.
Ahora como entonces, en que lo acompañaban admirados camaradas como Nacho Ramírez, irredento obcecado como él en busca de la nota, seguramente para alcanzar la satisfacción impagable de descubrir siempre nuevos horizontes precursores de libertades creativas, don Julio vuelve a tocar, digan lo que digan, el cielo de la verdad o el infierno de la ignominia, como algo de eso dijo; y que finalmente trasciende a la vida, como decía el también ilustre escritor Salvador Borrego Escalante, guía de profesionales del periodismo, como el nunca olvidado maestro Pancho Cerda Muñoz.
Escribanos a; zarrojo2000@yahoo.com.mx

No hay comentarios.:

Publicar un comentario