LAS DENTELLADAS

Por El Tiburón

Todos bajo la sotana (Capítulo 2)

Con un montón de rollo, pero lo que dijimos en la colaboración anterior es que la idea de Dios que tenemos la mayoría de los mexicanos nos la impusieron a punta de fregadazos los conquistadores españoles. Platiquemos ahora un poco sobre la iglesia católica durante la época colonial.
Según comenta mi compadre Arcadio, para sacarle hasta la última gota de sangre y de paso “evangelizar” a los indios se creó en los tiempos de la colonia, la encomienda que era un derecho otorgado por el Rey mediante el cual un súbdito español (encomendero) recibía tierras y cientos de indios para que le pagaran tributo y él por su parte debería “cuidar del bienestar” de los indios en lo espiritual y lo material. Y los cuidaron tan bien que al que se ponía rebelde le mandaban al Santo Oficio y si no, las condiciones de vida y las enfermedades que nos trajeron los camaradas gachupines, los hacían  morir por miles, como moscas. La encomienda terminó en una forma de esclavitud. La iglesia acumuló grandes riquezas y terminó convirtiéndose en el mayor prestamista a la vez que santificaba el poder de la corona.
Para el siglo XIX, el poder económico de la iglesia en la Nueva España era inmenso. Por eso las leyes de Reforma se propusieron separar a la iglesia del estado. La ley Lerdo obligaba a las corporaciones civiles y eclesiásticas a vender las casas y terrenos que no estuvieran ocupando a quienes los arrendaban, para que esos bienes produjeran mayores riquezas, en beneficio de más personas. La Ley Juárez. Aprobada por Benito Juárez, trató de suprimir los fueros militares y eclesiásticos en los negocios civiles, por lo tanto los tribunales de las dos corporaciones, Iglesia y Ejército, se debían concretar a intervenir en los asuntos de su competencia y no los asuntos civiles.
La Ley Iglesias prohibió el cobro de derechos y obvenciones parroquiales, que hasta entonces exigían los sacerdotes a los pobres, considerándose pobres aquéllas personas que no obtuvieron a través de su trabajo personal más de la cantidad diaria indispensable para la subsistencia. Autor: José María Iglesias.
Seguramente usted creerá que la iglesia contestó a la Reforma con padres nuestros y avesmarías, pero no. Con sus fuerzas respondió a fregadazos y comenzó la guerra entre los liberales y los conservadores. Comonfort, a la sazón presidente de México, da un golpe de estado, desconoce la Constitución de 1857; huye Comonfort, sube Juárez al poder y se la pasa a salto de mata por el país y por el extranjero.
Al regresar por Veracruz expide la Ley de Nacionalización de Bienes Eclesiásticos, la de Secularización de Cementerios y la de Libertad de Cultos con lo que acabó de enchilar a los curas. En 1861, habiéndoles ya partido su mamá a los conservadores, Juárez regresa a México y le da la puntilla al clero con la Ley de Hospitales y Beneficiencia y la Ley de Extinción de Comunidades religiosas.
Desde la reforma juarista hasta la fecha la iglesia se la ha pasado intentado recuperar el poder y no crean que ha logrado poco incluso en contra de la ley, por ejemplo en el terreno educativo. Como quiera que sea se consideraba más o menos zanjado el asunto eclesiástico con relación al poder, pero no ha sido así.
Por años los políticos se ajustaron más o menos al contenido liberal de la Constitución, pero luego quesque con la democratización y el pluralismo comenzaron a aparecer los presidentes en las misas y los curas bien abrazados de los gobernantes y hoy hemos llegado a cosas ridículas como lo que acabamos de ver hace unos días en el diario estatal El Sur y otros diarios, que publican notas y fotos sobre el recibimiento de la clase política de Guerrero al nuevo arzobispo de Acapulco, Carlos Garfias Merlos.    
Dicen que en la recepción había desde presidentes municipales, diputados locales y federales y hasta candidatos al gobierno del estado. Lo normal y lo deseable es que lo recibieran los creyentes y ahí en la bola si quieren estar los políticos no hay bronca por que existe la libertad de cultos, pero un evento de este tipo es una tomada de pelo, revela que los políticos creen que el pueblo no se fija y que hoy pueden estar todos bajo la sotana del arzobispo y mañana darse unos golpes de pecho al citar a Juárez y la Reforma. Bueno, nosotros los queremos así.

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