LAS DENTELLADAS

Por El Tiburón


Los Insurrectos

Cuenta la historia que a la casa presidencial, bautizada por algunos columnistas como “Los Pinoles”,  llegaron legiones de patriotas desarrapados, con la ropa sucia, hecha jirones y los huaraches con las correas rotas y las suelas “good year oxo” con hoyos; los sombreros de palma todos jodidos, algunos a lomos de mula, otros montados sobre caballos a los que se les podían contar los huesos por debajo de la piel, para ponerse a las órdenes del comandante supremo de las fuerzas armadas de aquel país medio fallido, condición que se concluyó por que todos los que cayeron por ahí se encontraban desempleados, por el nivel de ingobernabilidad en las diferentes regiones de la patria, la generalizada corrupción del gobierno y los políticos y hasta por que a la aviación del país la pusieron al nivel de la que existe en Ruanda. ¡Ah! y por los resultados del futbol.
Bueno, hay que hacer notar que aquellos miles de hombres iban con el estómago vacío pero con el pecho henchido, rebosante de amor por la patria. Iban más bravos que los Zacapoaxtlas y Xochiapulcos cuando arremetieron contra los franceses “perjumados” en aquellas épicas batallas de Puebla, en las que las armas nacionales se cubrieron de gloria, según dicen los políticos en sus discursos, al haberle hecho bastantes agujeros en los calzones a los franceses ascendientes de Nicolás Sarkozy.
Acudían aquellos meshicas al llamado del líder de la nación que habiendo demostrado que no las trae todas consigo, pidió a las masas irredentas y hasta a los curas que le ayuden a salir del atolladero que significa el combate al crimen organizado, donde se halla entrampado desde hace cuatro años y nomás no “jalla” la salida. También le pidió a los políticos que formaran en las filas de la nueva revolución, pero dio por descontado que éstos iban a poner por delante sus intereses particulares, ya ven como son los políticos.
Habiéndose hecho presente el susodicho personaje, los más picudos de los irredentos le dijeron: ¡Señor presidente! Si acaso osare un extraño enemigo profanar nuestro suelo con sus plantas de marihuana y amapola, recuerde que el cielo un soldado en cada hijo le dio, no a usted, sino a la patria. Así que aquí “venemos” a su llamado mi presidente; “semos” como 40 mil nomás de aquí de Neza, vengan las armas, el parque y unas 40 mil soldaduras todas ellas de muy buen ver, para estar parejos, que nosotros vamos a pacificar este país que no ha podido ser puesto en paz por todas las corporaciones armadas habidas y por haber, por que dicen que se encuentran muy “reborujadas” con el enemigo, tanto que a la hora que les ordenan: ¡A darle duro a los malos!, preguntan que si la orden es que se maten entre ellos.
Y que del mismo modo, nomás que bien comidos, gorditos, chapeteados y con bastante lana como para aguantar unos do años de guerra, llegaron curas de todos los rincones del país para ponerse a la orden del comandante: Mi presidente: Como en el 27, volveremos a tomar las armas, nomás que ahora del lado de nuestro supremo gobierno, ya ve que en aquella guerra nos le pusimos broncos al tal Plutarco, pero con usted es otra cosa, usted siquiera va a misa y le besa las manos al Papa, así que claro está que ahora estamos del lado del señor, así que vengan las matracas que vamos a colgar las sotanas y a cruzarnos las cananas y ¡viva Cristo Rey “jijos de su pinchi”!
Y que el presidente les dijo: No camaradas: Equivocados estáis, no quiero que se manchen las manos de sangre, sólo queremos que nos digan quiénes son los malos y dónde están que del resto nosotros nos encargamos.
Que los insurrectos sin armas regresaron a sus casas agüitados y diciendo: Nosotros pensamos que en cuatro años por lo menos ya sabía el comandante contra quién se la está partiendo, pero al parecer todavía no le queda muy claro. Hay que hacernos a un lado, no nos vayan a chingar a nosotros….. Hasta aquí esta historia pero antes de despedirnos quiero invitarte a que nos visites en: www.blogdeltiburón.blogspot.com.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario