El atraso en México, por falta de participación y responsabilidad social

Por Jorge Falcón

Atoyac de Álvarez.- La condición estructural de una débil gobernanza del país es la falta de mecanismos que fomenten la participación y la corresponsabilidad de la sociedad en los asuntos nacionales. Durante muchos siglos los actuales mexicanos germinamos en nuestro subconsciente colectivo el culto al líder y la sumisión voluntaria. Trátese de tlatoani, virrey o presidente, siempre hemos tenido la deformación sociológica de ver hacia arriba y esperar pasivamente que alguien defina nuestro destino.
De acuerdo a un estudio del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF), la sociedad mexicana no ha construido sostenidamente mecanismos que auspicien, sostengan y premien la actuación individual destacada de sus ciudadanos. De hecho, las clases dirigentes han sido omisas en el desarrollo de una verdadera ciudadanía mexicana que sólo ha crecido en momentos de crisis como los sismos de 1985, las elecciones de 1988 o el crecimiento en la inseguridad de los últimos años.
Sin ciudadanos participantes, la gobernanza del país seguirá incompleta, pues los objetivos nacionales no necesariamente estarán alineados con el mayor arreglo de bienestar para todos. La falta de participación social permite que vivamos sin reglas de estado donde participemos todos. Sin reglas no se construyen acuerdos sostenibles. Sin acuerdos sostenibles ganan los monopolios del poder.
Actualmente existen miles de expresiones sociales de interés por participar. La presencia y actividad del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas y de muchas otras organizaciones gremiales, profesionales, sociales, comunitarias, políticas, de asistencia privada o de interés particular acreditan que tenemos el potencial para participar cada vez más en la construcción colectiva de nuestro destino.
Sin embargo, estas expresiones de participación aún no son suficientes en número y mucho menos en resultados. Las sociedades desarrolladas han avanzado fuertemente en esta cruzada desde muchos ángulos. Primeramente, mediante la elevación de los niveles educativos de la población que generen una mayor alerta y responsabilidad sobre los asuntos colectivos. También influyen fuertemente las organizaciones públicas y privadas dedicadas a difundir información clara y digerible para la gente sobre los problemas.
Un papel distinguido juegan las campañas de difusión para generar conciencia de la población sobre la gravedad de ciertos problemas. Adicionalmente, ha sido muy valiosa la participación de organizaciones no gubernamentales en desarrollar propuestas técnicas de solución y el cabildeo necesario para que funcionarios y legisladores tomen las acciones conducentes.

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