APUNTES DE UN VIEJO LÉPERO

Por Jeremías Marquines


Carlos Reyes Torres

Carlos Reyes Torres fue elegido presidente estatal del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en Guerrero. Su elección dejó ver la nueva correlación de fuerzas que definirán la vida interna de ese partido en los próximos tres años y, también, mostró las correas de transmisión que desde el nuevo gobierno pretenden influir hacia la vida interna partidista.
La elección perredista del pasado domingo 27 de marzo, reordenó al partido en dos grandes polos. Dos visiones totalmente distintas de conducción y práctica política. Por un lado, en segundo lugar, quedaron los rescoldos del gobierno que termina. Un grupo formado por distintos subgrupos que durante los últimos seis años fueron aliados y peones del saliente gobernador Zeferino Torreblanca. Un grupo que le apostó a la continuidad en la figura del diputado federal Armando Ríos Piter y Evodio Velásquez Aguirre, un joven que se hizo diputado por la fuerza de la casualidad.
Este es un grupo que destaca por lo heterogéneo de su composición, y la ausencia de una línea programática que vaya más allá de lo coyuntural en la figura de Ríos Piter. Con él participan liderazgos que abandonaron otras agrupaciones donde originalmente habían militado. Es un grupo que busca vender a los militantes la percepción de que serán críticos del nuevo gobernador, aunque en los hechos ya le funcionan como un eje de contención y confrontación dentro del PRD.
Por el otro lado, está el grupo formado por liderazgos que mantuvieron en los últimos años una actitud más crítica hacía el gobierno saliente. Un grupo más compacto y estable donde confluyen personajes de la izquierda histórica y luchadores sociales de distintos segmentos. Esta fuerza se distingue porque la mayoría de sus integrantes han sido aliados tácticos por varios años y mantienen líneas definidas de operación y conducción política. Integran una alianza más mesurada pero no de confrontación con el nuevo gobierno, y tienen claridad del papel que le toca jugar en esta etapa a su partido. Al frente de este segmento del perredismo quedó Carlos Reyes Torres, integrante del Grupo Guerrero que dirige el sanador David Jiménez Rumbo.
Como satélites, orbitando en la estratosfera, quedaron los llamados líderes de la izquierda histórica, un grupito de vetustos al que no le calienta el sol, ni les enfría la luna. Pero que amparados en su antigüedad y su “fama” de luchadores sociales, buscan influir hacia uno u otro segmento. Aquí coinciden Eloy Cisneros, obradorista que tiene toda su parentela en aviadurías de la zona sur de UAG, y a otros en el gobierno de Zeferino, a quien nunca criticó. Octaviano Santiago Dionisio, defensor del saliente mandatario durante los primero tres años de gobierno estatal hasta que le retiraron el subsidio; Saúl López Sollano, al que Zeferino ha exhibido grotescamente como vividor del presupuesto público. Este es un grupo cuya influencia sólo es mediática.
A esta situación mediática corresponde la desafortunada declaración de Eloy Cisneros, quien aparte de incumplir con sus obligaciones partidistas, pues no participó en la elección de la nueva dirigencia de su partido; todavía declara ufano que el nuevo presidente de su partido “no está a la altura de las circunstancias”. Eloy es un desmemoriado a propósito, pues olvida que Carlos Reyes fue uno de los que le apoyó, junto con el finado Jorge Luis Valdovinos, cuando combatía al gobierno de Ruiz Massieu en los años de 1989-90. Entonces, su declaración es más bien, una expresión malintencionada y, sobre todo, carente de calidad moral. A lo mejor, lo que quiso decir es que él o Evodio sí están a la altura, pero lástima, ni siquiera le interesó la definición de la presidencia de su partido.
En el mismo tono que don Eloy, fue lo declarado por la señora Roxana Mora Patiño, quien con similar argumento atacó al nuevo presidente de su partido, al decir falsamente que Carlos Reyes, un individuo que fue comisario municipal, regidor, presidente del PRD en La Unión, alcalde y diputado local, no tiene experiencia, como si Evodio Velásquez, un chamaquillo que acaba de dejar la mamila, rebosara de experiencia partidista. Está claro que el grupo de Evodio, y él mismo, no están preparados para la responsabilidad política, pues se niegan a  superar la realidad de que perdieron la dirigencia estatal de su partido. Vuelven a la antigua y gastada práctica de impugnar y vociferar y calumniar con el fin de lograr mejorar sus posiciones políticas o ganar otros espacios de poder a fuerza de chantajes, como lo hizo cuando le disputó la diputación local a Miguel Ángel Castro Salas. Esta son las prácticas que tienen desacreditado al PRD ante la ciudadanía; y quizá por esto no fue elegido.
En resumen, la actuación del PRD se definirá en relación a cómo se comporten estos dos grupos: el de Ríos Piter y los zefernistas, apoyados por Marcelo Ebrard y, por otra parte, el Grupo Guerrero del senador David Jiménez y sus aliados tácticos. La elección de Carlos Reyes como presidente estatal del PRD, puede leerse como una posición digna ante el injerencionismo de Ebrard en Guerrero. Esta lectura evidencia que el jefe de gobierno del DF no hizo las alianzas correctas con las corrientes de poder en el estado y una mala asesoría lo llevó a recibir dos golpes contundentes que debilitan el apoyo a su aspiración presidencial en menos de quince días. Lo anterior, sumado a la cuestionada consulta en el estado de México, donde la escasa participación, dará pie a que se complique la alianza PRD-PAN que también apoya.
En el plano del nuevo gobierno, Ángel Aguirre debería modificar su estrategia de alianzas de filiación, por una de equilibrios, estabilidad y gobernabilidad interna. Está claro que un eje determinante de conducción está en el PRD y lo sensato, políticamente, es fortalecer la presidencia y no intentar debilitarla, con el viejo estilo de mantenerlos divididos para que no hagan nada.
En lo que respecta a la nueva dirigencia del PRD, su reto será impulsar una nueva forma perredista de gobernar y de legislar para garantizar la línea política, la consistencia ideológica y el comportamiento ético que enorgullezcan a los militantes y votantes, para que no se repita nada del pasado.  Además de garantizar el cumplimiento de las propuestas de campaña, sin sometimiento, pero tampoco sin confrontación. En el PRD, sus líderes deben aprender a tener vocación de gobierno y no sólo vocación de oposición. Deben superar la diarrea declarativa y el rencor interno, propio de lidercillos cacahuateros, para convertirse en políticos profesionales. Pero para eso, deben aprender a separar su vida pasional privada, de la vida política pública.
LA CONTRA.
El director del periódico El Sur, Juan Angulo puso en marcha su estrategia sexenal de encarecerse ante la llegada de un nuevo gobierno. Así lo dijo el todavía gobernador Zeferino Torreblanca… La secretaría federal de turismo quiere hacer un tianguis turístico ambulante, estaría bien para que los turisteros locales se pongan las pilas y despierten de ese letargo de mediocridad en el que han sumido a este evento. Cada año es lo mismo, el formato ya se gastó… Los encargados de la comunicación del nuevo gobernador, tienen vetada de la lista de distribución de la propaganda oficial, la dirección electrónica de esta columna. Vaya, vaya, que malitos.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario