Entre la verdad y la ficción

Por Jorge Luis Falcón Arévalo

2005-2011

Torreblanca Galindo, el patriarca de la ineficiencia. Zar de la injusticia y paradigma de la indolencia. Carlos Zeferino, conjugó en su forma de ejercitar mando de poderes y de gobierno de administraciones pasadas, todas las fallas, errores, disconformidades, traumas, complejos, esquizofrenias y ambiciones; sin dejar a un lado parte de los pecados capitales de que sentaron sus reales no tan solo en su figura, sino en las de sus cercanos y móndrigos colaboradores que en nada beneficiaron a los guerrerenses.
La administración de Carlos Zeferino, es un recuento similar al detallado en la película “La Casa Rusia”, donde la intriga, la pasión y muerte, fueron sustanciales a esta para darle al filme la trama; en esta otra darle dramática angustia a un estado que ha sido mancillado y robado. Pueblo suriano con sed y hambre de justicia; y, Torreblanca deja endosado ese cheque.
Don Berrinches, calificativo que se ganó en múltiples ocasiones. Don Obviedad, otro más al casillero de sus voluminoso archivo que tiene para la posteridad entre los críticos. Don Verijas, epíteto que fue el sumario de muchos insultos y denuestos para con sus paisanos. Don Nada, porque como la policía nada vio, nada hizo y nada entregó. Con muchas penas realizó su trabajo burocrático para ir saldando los trámites de rigor que emana una administración de gobierno anodina. No planeo, no dibujó un esquema de estado de provecho y beneficios. Desdibujó el oficio de la política, hasta la exquisita expresión de lumpen.
Hizo un trabajo artesanal y por cierto mal hecho. Un contador que se dedicó olímpicamente a departir entre sus cuates y promotores políticos los planes y proyectos cuyos fines presupuestales están allende las fronteras; lo mismo ocurrió con las obras en las deficientes escuelas y hospitales, que no respetando las especificaciones internacionales de cada edificio, hoy carecen ya no de instrumental básico operativo, sino de puertas y ventanas.
Torreblanca Galindo, gimotea, parlotea y patalea, ante casi un mes, -donde tendrá dos plataformas para su perorata el 18 y el 21 de marzo ¡guacala de pollo!- de que termine para él su “Zefeaventura 2005-2011”; para el pueblo de Guerrero, el estigma de un hombre amargado; el caso del Dr. Jeckyl y Mr. Hide, es cosa juzgada en el mandatario de quien la historia le tiene una vitrina para exponerle su barbárica forma de gobernar, con la tribu de triviales funcionarios, que deterioraron la administración.
Al hombre de la zeta, se va con la idea de haber sido un hombre de ideas y proyectos; pero además, que deja un Guerrero en el pináculo de la modernidad. Porque ni de broma recordarle el verso famoso de la poesía de Paul Valery: “Conque entonces adiós, ¿no olvidas nada?, porque carajo, se regresa y suelta de su ronco pecho otra sarta de sandeces
Lo prudente aquí será decirle como a los borrachos impertinentes: ¡Cállate y vete!

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