Entre la verdad y la ficción

Por Jorge Luis Falcón Arévalo*

La otra violencia de Acapulco, ¿Qué?

 Acapulco tiene en sus entrañas por desidia, complicidad o simples turbios negocios. La violencia que engrana entre funcionarios, la que le complica la vida al residente, y más aún, al visitante. El que busca placidez y descanso ¿La encuentra?
La violencia, del transporte urbano que se desplaza a velocidades sancionadas por cualquier reglamento; pero que es obviada en un puerto de ilustre y vejestoria vida turística; el terror del cobro de dejada mínima y máxima, que expone la vida de cualquier usuario ante el reclamo, sin que la autoridad asuma su responsabilidad. El fanatismo del vendedor ambulante en calles céntricas y las playas del anciano puerto playero, que sin respeto alguno, irrumpen, molestan y asaltan a los paseantes, ante la pletórica complacencia de una autoridad anodina y trivial. La otra violencia, la de la falta de empleo y los miles de paisanos de las siete regiones del estado suriano, cruzando una frontera. La del salario de un maestro contra el salario de su líder sindical. La de las guarderías subrogadas a familiares de connotados políticos.
La violencia que intimida a de los comerciantes que cierran por temor a los asaltos y las extorsiones. La de los días cotidianamente difíciles por los escases de agua en miles de colonias de la ciudad que se ufana del turismo. La de los medios de comunicación unidos para autocensurarse en equipo.
La otra violencia, sería un paliativo con la revocación de mandato  si los personeros del  gobierno no cumplen o no puede lograr el desarrollo y bienestar de las familias; la de generar empleo etc. para que tolerar todo un trienio ó sexenio a alguien que no sabe administrar  y, más aún  al finalizar el mandato los tienen que pensionar con golosos salarios.
Luego entonces, ¿logrará la autoridad porteña apaciguar, normar, sancionar la violencia? La de los indígenas que siguen siendo despreciados. La de los operativos que aíslan a la gente con vallas y numerosos elementos de seguridad para proteger a un solo hombre que desprotege a millones con sus decisiones. La de un gobierno presente en la  radio y la televisión y ausente de la vida real. La violencia misma de estarlos viendo en fotografías mostrando un trabajo que esa es su obligación. Basta del ego, que también es violencia.
*Librepensador
sin.marca@gmail.com

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