Entre la verdad y la ficción

Judas y el abrazo

Por Jorge Luis Falcón Arévalo /Grado Cero Press.

Judas va al huerto

Judas también está activo, pero para acabar su obra perversa. Los que le pagan su sacrílega venta le exigen que acuda al huerto. Junta a sindicos y regidores, se une un grupo heterogéneo de funcionarios y gentes armadas con grabadoras que descienden también por el torrente de las calles cercanas al Hotel, por donde poco antes pasó el Señor; suben al elevador guiados por Judas que conoce bien el lugar. Ahora toca el turno de encararse con el Jefazo y los demás cuasi amigos y contrincantes.

Judas dijo: "abrazadlo con cuidado" e iba "al frente de ellos" de los agentes de seguridad del templo de la hospedería, de algunos funcionarios federales y de algunos voluntarios del DIF y la Cruz Roja que se arman parea admirar el “sainete”. No hay precipitación, sino actividad clarividente, aunque nerviosa, pues es inevitable pensar que en un momento dado Jefazo pueda hacer un milagro poderoso y justo. Por otra parte es imposible acallar del todo la conciencia, aunque la actividad intensa lo facilite. Los ánimos están caldeados. Las finanzas truenan. Los desvíos y las simulaciones bien valen un abrazo. Coño ¡si se dio en Acatempan!
Entonces se produce la escena del abrazo de Judas y el Jefazo. La iniciativa del encuentro partió de órdenes del más allá. Instrucciones precisas y concisas. El Judas camina hacia al abrazo traidor con decisión, casi con prisa. La hora tan esperada había sonado.
Judas se sorprende, pero trata de aparentar una cierta naturalidad y con un temor contenido, saluda: "Salve, Jefazo". Es probable también que dijese el saludo tradicional y cotidiano ¿Me perdonas?
Las crónicas dicen que todo se nubló. Y sigue nublado.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario