La opinion de Gabriela Ramírez Espinosa

Continuamente hemos sido testigos hasta el cansancio de los altos niveles que se están suscitando ya no solo en el norte del país sino en todo México; esto a partir de lo que todos conocemos por “la guerra contra el narcotráfico”

Pero después de los varios años que lleva esta guerra nos encontramos no solo con las consecuencias, a nivel cultural donde los niños como una nueva profesión ven al narcotráfico como opción; a nivel político, donde incluso se habla de las posibilidades de los “narcos candidatos” y terminado con los cambios sociales donde las personas ya ni en nuestros policías confiamos y a falta de que nuestras autoridades sean capaces de controlar esta anemia social, el ejercito sale a las calles, esto no solamente propicia un estado de inestabilidad, donde los mismo miembros del ejército muchas veces son responsables de pisotear nuestros derechos humanos sino también, demuestra la base de la estrategia del gobierno federal, “violencia se combate con más violencia”

Después de todas estas consecuencias, es cuando muchos de nuestros representantes políticos, se están dando cuenta de que este no era el camino correcto para combatir al crimen organizado, por ejemplo el subsecretario antinarcóticos de Estados Unidos, William R. Brownfield, reconoció hace apenas unas semanas que considerar que el narcotráfico se resolvería con  una campaña agresiva era completamente un error, al igual que Marcelo Ebrard, jefe de gobierno del D.F. donde el martes señalo que es erróneo el rumbo que se lleva en todo el país, estos políticos coinciden en que se debió haber pensado también en aspectos tantos económicos, sociales, educativos, de salud, como variables importantes en el combate de la violencia.

Pero a esta altura del camino, donde nuestro único medio de defensa es el ejercito, y donde el problema están grave que no hay ni por donde salir, que tan viable la reducción el uso de la fuerza para el terminar con los malhechores, si bien ya es hora de implementar estrategias mas completas, donde se involucren las variables existentes donde llegue un punto donde sea proporcional el crecimiento social y la estabilidad de la nación a la reducción de los cuerpos militares en las calles del país, y por lo tanto se vuelva a recuperar no solo la confianza diaria sino también la confianza de nuestros dirigentes.

Aunque este futuro alentador se ve todavía muy distante.

Gabriela Ramírez Espinosa