Falconario

Por Jorge Luis Falcón Arévalo/ Grado Cero Press

* Maestros de Acapulco

Afganistán y Pakistán, países musulmanes actúan en consecuencia al   castigar el crimen. Allí si robas, se te corta la mano criminal y la horca te espera en casos de asalto, asesinato o narcotráfico.
Tomás Garrido Canabal, ex gobernador de Tabasco y Yucatán, también persiguió y aplicó fuertes sanciones a ladrones y violadores, los cuales frecuentemente eran ahorcados en grandes ceibas, lo que propició que bajaran considerablemente los índices delictivos en el estado. Asimismo al clero  obligaba a los sacerdotes a casarse –acción que no necesitaba que se lo ordenaran dos veces, a los quisquillosos y depravados hombres de la sotana-  convirtió las iglesias en escuelas y silos. Lo mismo hizo en contra de los borrachos -sin agraviar  a Don Onésimo, cura briago, libertino y rapaz ladronzuelo- y los expendedores de bebidas embriagantes, sufrieron persecución mortal.
El clérigo Onésimo Cepeda Silva, declara como cualquier raterillo de baja estofa -léase grillo de la polaca juaneado- que “hay que robar poquito”, cuando él pomposamente robó 130 millones de dólares a una mujer coleccionista de arte, de un supuesto préstamo. Este párroco beodo, que debe salvaguardar uno de los “sacrosantos” mandamientos, de manera cínica, impúdica  y escabrosa, insinúa a los políticos de genes cleptómanos, a robar, aunque sea un “chirris” de lo mucho que haya en Caja. Tal vez, los Torreblanca, los Pasta, los Donoso, los Bajos, adscritos a cofradías del borrachín obispo de Ecatepec, hayan llevado a la práctica, tal “bondad misericordiosa”.
No olvidemos que el multiseñalado hombre de la hostia y el vino de “consagrar”, soltó de su ronco pecho, aquella lapidaria frase: “La iglesia es santa pero pecadora”. ¡Pos sus hechos los conoceréis! ¿Cuántos Onésimos están infiltrados en los tres niveles de gobierno, y están “robando poquito” ¿Qué tanto es tantito?

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