El Instituto Federal Electoral se ha olvidado del papel de árbitro
imparcial que debería jugar en la contienda política que está en curso para
transformarse en el principal promotor de la guerra sucia y el ilegal
intervencionismo del gobierno de la República que contaminaron las elecciones
federales de 2006 y que, al igual que hace seis años, amenazan con convertirse
nuevamente en factor de inestabilidad y polarización social.
Al pretextar que no puede castigar la intromisión que realizó Felipe
Calderón en el proceso electoral con la difusión de cartas con su firma que
realizó el SAT, al permitir que continúe la campaña negra del PAN en contra de
sus adversarios políticos y al reprender a Andrés Manuel López Obrador por un
supuesto “acto anticipado de campaña” que contó con el aval de su consejo
general, el IFE vuelve a poner en claro su parcialidad y a demostrar que es
incapaz de garantizar los principios de legalidad, certeza y transparencia que
se necesitan para contar con un verdadero proceso democrático.
Parece que los cambios que se realizaron a la ley electoral que
tenían como finalidad acabar con la guerra de spots y el alto costo económico
que representaba para los mexicanos dicho gasto, en el que los únicos “ganones”
fueron las televisoras y otros medios de comunicación, han resultado
perjudiciales, pues con la postura asumida el IFE ha oficializado las campañas
de miedo, permitiendo a los partidos ocupar los tiempos oficiales en medios
electrónicos, destinados originalmente para la difusión de sus plataformas
electorales y su propuestas políticas, para la denostación de sus enemigos.
Los ciudadanos merecen un auténtico intercambio de ideas y un
verdadero debate de altura, plural y de cara a los electores, no actos como la
denigrante y grotesca pantomima que escenificaron los equipos de Enrique Peña
Nieto y Josefina Vázquez Mota sobre un puente en Tlalnepantla.
Lo que el IFE está propiciando de forma directa con todo ello es la
apatía y el desencanto de los ciudadanos y las ciudadanas frente a campañas
mediáticas donde priva la frivolidad, la guerra sucia y la falta de propuestas.
La ausencia en las urnas de ciudadanos, decepcionados por la escasez de
contenidos en las propuestas, será sustituida por electores “movilizados” de
último momento a través de dádivas, la compra de credenciales de elector o del
condicionamiento de los “programas sociales” de gobierno que proliferan en
tiempos electorales.
Por ello es fundamental que el candidato de las izquierdas no caiga
en esa inercia de denostaciones y puntualice sus propuestas ante los electores
de manera responsable y precisa. Andrés Manuel López Obrador debe colocarse en
la opinión de las y los ciudadanos como el único candidato capaz de garantizar
la seguridad y el bienestar de los mexicanos y las mexicanas.
A T E N T A M E N T E
Hortensia Aragón Castillo
Coordinadora Nacional
Foro Nuevo Sol-PRD
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