Enlace con Jessy Mojica

Laura y Aguirre, ardua labor por tierra caliente
El silencio por el que los ciudadanos de Tierra Caliente optaron ante la iniciativa de Diálogos por la Paz y la Reconciliación impulsados por el pacifista Javier Morlet Macho no es sino el corolario de una situación que ha ido de mal en peor en materia de seguridad pública en esa región compartida por tres estados de la República.
La situación ahí es realmente grave, y si esto casi no lo sabe el mundo es porque esa zona no está ubicada en la ruta de las grandes urbes de Guerrero, ni de Michoacán, ni del estado de México.
Para aquilatar la dimensión del problema hay que tratar de entender cómo viven y piensan, y qué esperan de la vida quienes habitan esa ardiente región triestatal. Quien quiera que haya vivido en Tierra Caliente ha de saber que es como un microcosmos, como un estado aparte que no reconoce las fronteras de las entidades donde se asienta, como un conjunto de comunidades que en sí mismas son autosuficientes, que necesitan muy poco de Chilpancingo, de Toluca y de Morelia para vivir su vida.
Sus habitantes son gente industriosa, orgullosa de su tierra y sus raíces –más de lo que los demás lo son de las suyas–, y adonde quiera que van sacan con orgullo su bandera para mostrar a los demás su cultura. En este puerto eso está a cargo de la Unión de Calentanos Radicados en Acapulco (UCRA).
A los calentanos les repugna la idea de “tirarse en la hamaca” a descansar, no importa cuánto los agobie el calor, que en esa región puede superar los 40 grados en el verano.
Pues bien, debido a esta industriosidad, era tanta la pujanza de esta tierra, que era la única región de Guerrero adonde hasta hace poco llegaban jornaleros migrantes para contratarse en los campos de cultivo, como ocurre en los estados más ricos del país, que necesitan mano de obra extra para levantar las cosechas.
Pero a esa tierra bendita le cayó una plaga de difícil erradicación: la delincuencia, que ha corroído todas las estructuras sociales y tiene bajo acoso todas las instituciones públicas y la libertad de expresión.
Esa región pujante no es ahora sino un yermo desolado y desolador, porque todo mundo ahí tiene miedo a salir, a hablar, a dejarse ver.
Han cerrado clínicas, colegios, misceláneas, minisupers, farmacias, locales del mercado... todo comercio que usted quiera imaginar. El éxodo de médicos –que huían aterrorizados por los secuestros, las extorsiones y las amenazas– llegó a paralizar la operación de los hospitales del IMSS y del Issste en Ciudad Altamirano, y el de la Ssa en Coyuca de Catalán; todos los que han podido hacerlo, han salido de la región y han cerrado sus negocios y sus casas, y abandonado sus tierras. Es una desolación de película.
Los delitos sangrientos que se cometen en Acapulco con harta frecuencia tienen alto impacto debido al nombre, a la fama del puerto. Pero en Tierra Caliente se cometen más delitos de ese tipo, más crueles y sangrientos, y muy pocos lo notan.
Acapulco, como quiera que sea, tiene más con qué sobrevivir a este infierno: es más grande, está más poblado, tiene más reservas y más relaciones. La Tierra Caliente, no.
Y hay más secuestros allá que acá.
Para los periodistas ahí la ley es: plata o plomo, lo que usted guste, pero no hay tercera opción.
Y quizá el colmo sea el secuestro reciente del ex subsecretario para Asuntos Políticos en el gobierno de Ángel Aguirre, Víctor Aguirre Alcaide, ya para entonces candidato a diputado plurinominal. Y no crea usted que los pistoleros lo soltaron al enterarse de quién era. Aún lo retuvieron hasta completar 20 horas, en abierto desafío a la autoridad.
Ahora que el gobernador Ángel Aguirre Rivero ha sido informado de que los calentanos, por miedo, decidieron no participar en los Diálogos por la Paz y la Reconciliación, anunció no sólo el reforzamiento de los programas de seguridad pública –como la ampliación del Operativo Guerrero Seguro– y de reactivación económica de la zona, con créditos blandos para los pocos emprendedores que aún quedan, sino que irá personalmente.
Pero antes su esposa ya se adelantó, y en una gira por la Tierra Caliente visitó varios municipios como Cutzamala, Tlalchapa y Tlapehuala, entre otros, donde reiteró que en el actual gobierno se trabaja para atender de raíz los problemas de Guerrero con acciones y proyectos que beneficien a la población. “Venimos a trabajar por todos los guerrerenses y tenemos el compromiso con el pueblo para que las condiciones de vida de las personas de bajos recursos económicos mejoren; éste es un gobierno cercano a la gente y sensible a sus necesidades”, expresó la esposa del gobernador, Laura del Rocío Herrera de Aguirre.
Sin duda alguna el gobernador y su esposa tienen sensibilidad y visión para gobernar con pasión y entrega a favor de los que menos tienen, y ambos están conscientes de que “servir a la patria es una honra, y no un botín”.
Lic.Yeshica Esmeralda Melo Sánchez
enlaceconjessy@hotmail.com

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