Lic. Alberto Mojica Mojica

Aguirre, AMLO y Walton vs. El PRI
Ahora que Andrés Manuel López Obrador ha garantizado que no elegirá la vía de la violencia para proseguir su exigencia de limpiar la elección, conviene echar un vistazo a los efectos que esa decisión puede tener en Guerrero. El tabasqueño ha elegido la estrategia que le parece más adecuada para cuidar y hacer crecer los casi 16 millones de votos que recibió en la elección de presidente y que hacen de él una figura política de peso en el escenario nacional, algo que los mismos priistas de Guerrero han reconocido cuando han achacado su contundente derrota al efecto López Obrador.
Sin embargo, en este caso hay que reconocer que ocultan su propia responsabilidad, pues el PRI guerrerense se echó la soga al cuello cuando despreció al único hombre que podía darle la victoria, el ahora gobernador Ángel Aguirre Rivero, y eligió al más desleal, ambicioso y traicionero de sus militantes: Manuel Añorve Baños.
Por este garrafal error, Aguirre derrotó al tricolor en el 2011, pero en el 2012, con el efecto agregado del lopezobradorismo, lo hizo trizas y casi lo borra del mapa político estatal.
Andrés Manuel nos dice que se propone peregrinar por todo el país e incluso ir de casa en casa para crear conciencia entre los mexicanos acerca de lo que él considera gran fraude electoral. Es previsible que la gente no se sumará a su movimiento, porque lo que la gente quiere es vivir su vida en paz y que el gobierno cumpla sus obligaciones, que son generar condiciones para que cada día la vida sea mejor para todos, para tener cada día menos problemas de dinero, menos problemas laborales, menos problemas de salud, menos problemas ecológicos...
Pero hay otros ciudadanos que, por su investidura y sus obligaciones políticas –como los gobernadores del PRD, electos o en funciones, entre ellos Ángel Aguirre Rivero–, han tenido que establecer relaciones con Enrique Peña Nieto, lo cual pude interpretarse como distanciamiento respecto del tabasqueño. Seguramente lo han hecho en vía de mientras, pues aun cuando el mexiquense no ha sido declarado presidente electo, sí es el ganador del cómputo oficial de la elección presidencial y, por lo que puede verse, será el próximo presidente de México.
Pero hay que hacer notar una excepción –entre las varias que ha de haber–: Luis Walton Aburto, quien ha permanecido al lado de López Obrador en su lucha poselectoral.
Eso le ha valido la crítica de sus adversarios del PRI, como las de este domingo, en el acto de reconocimiento a los jóvenes porristas de la campaña. Fermín Alvarado acusó al alcalde electo de cometer irregularidades en el proceso electoral y llamó a los priistas a llevar las pruebas correspondientes a las mesas que instalará la izquierda para recabar evidencias contra la supuesta victoria de Peña Nieto. Un acto de abierta provocación al enfrentamiento físico.
Lo llamó “cínico irresponsable” por apoyar la lucha poselectoral de López Obrador. Dijo que el PRI no perdió en Acapulco, sino que la izquierda, y particularmente Walton, le arrebataron la oportunidad de ganar.
Luego, el delegado especial en funciones de presidente del Comité Directivo Municipal, Luis Miguel Terrazas Irra, demandó que Walton deje de ser porrista de López Obrador y reconozca el triunfo de Peña Nieto.
Todo esto parecería una comedia, si no fuera porque puede tener un final infausto para los priistas.
Al adoptar esa pose, ellos –particularmente Fermín Alvarado, Miguel Terrazas y Manuel Añorve– asumen en esta plaza una postura similar a la de Andrés Manuel López Obrador, pero en la dirección contraria: se declaran víctimas de una trapacería, de un abuso, de una irregularidad.
Y exactamente como Andrés Manuel señala a Peña Nieto de ser una imposición de las fuerzas regresivas de México, ellos acusan a Walton.
Pero el presidente municipal electo sabe cómo juega sus cartas, y de hecho las juega magistralmente. En primer lugar, Walton sigue siendo el presidente nacional de su partido, el Movimiento Ciudadano, y en ese tenor le corresponde acompañar a López Obrador en las acciones que emprenda en su papel de candidato de la izquierda. Y mientras siga siendo el dirigente nacional del MC, tiene la obligación de estar al lado del tabasqueño.
En segundo lugar, Walton está consciente de que Guerrero es lopezobradorista, mal que le pese a Alvarado, a Terrazas, a Añorve  y a todos los priistas, y sabe que el lopezobradorismo es el camino hacia el siguiente escalón de su carrera política.
La ecuación es sencilla: el apoyo que ahora da a López Obrador seguramente contará a su favor en el 2015, cuando el hoy alcalde electo de Acapulco se lance a la conquista de la gubernatura, y entonces los guerrerenses –lopezobradoristas como son– le correspondan el gesto con una votación abrumadora.
Así que a Fermín Alvarado, Miguel Terrazas, Manuel Añorve y todos los priistas dolidos por la derrota más les valdría andarse con pies de plomo, porque eso que tanto les disgusta de Walton significa para ellos al menos ocho años y medio más de estar fuera de Casa Guerrero.
Lic. Alberto Mojica Mojica
albertomojicamojica@hotmail.com

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