OPINIÓN

Por Ana Saracho
¡Cada día tiene buenas intenciones para contigo!

Puede que hoy hayamos comenzado el día con alegría, pero algunas horas más tarde la imagen soleada y alegre de nuestro día puede cambiar de improviso, con algo tan sencillo como encontrarnos con alguien que entabló una conversación con nosotros y en la que se nos hizo consciente una situación relacionada con nosotros mismos pero con un marcado tinte negativo. De pronto el nivel de alegría baja y surge un soplo de tristeza. La conversación ha tenido el efecto de unos nubarrones negros que han tapado la sensación de felicidad; lo que ocurrió fue una indicación proveniente de la energía personal del día.
Justo en el momento en que estamos abiertos a comprender algo sobre nosotros mismos, nos llega la información pertinente. Siempre en el justo momento en que lo podemos comprenderla. Esta experiencia a priori nada agradable podría considerarse como una revelación, un emerger de pensamientos e imágenes que nos van a ayudar a comprender una causa, y el sentido de porqué bajo mi animo.
El día da muchas indicaciones sobre qué deberíamos cuestionar y superar. El día tiene buenas intenciones para con nosotros, a pesar de que en ocasiones no nos agrade. El día nos advierte oportunamente como un buen amigo, lo malo que hay en nosotros para que lo superemos antes de que irrumpa en nuestro cuerpo físico en forma de malestar o enfermedad o quizá después de la muerte, en el Más allá, como alma.
Cada día nos anima a reconocer  las muchas situaciones negativas para aprender de ellas y  conducir a tiempo nuestro devenir como seres humanos. Si la persona no aprovecha sus días terrenales, y a pesar de todos los reconocimientos profundos da rienda suelta a sus pensamientos, palabras y comportamientos negativos, después de la muerte física el alma irá de nuevo a peregrinar a los reinos de las almas o a dirigirse tal vez a una nueva encarnación como ser humano en la Tierra.
 El ser humano con sus grabaciones de vidas anteriores sin purificar, es decir, sin arreglar con su prójimo, denomina a su nuevo destino: “Mi dura vida”. Pero la posibilidad de salir de la rueda de la reencarnación depende de cada uno de nosotros, pues el peregrinaje del alma y las posibles encarnaciones del alma en un cuerpo humano se prolongarán hasta que el alma y el cuerpo hayan despertado en la consciencia de lo que significa en verdad la Vida y se decidan a dar la vuelta y orientar su vida hacia una ética y moral más elevada, hacia el Amor que es la verdadera vida.
Del Programa para Radio y TV: “La vida que yo mismo escogí”

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