OPINION

Por Manuel Tello Zapata
 Acerca de disculpas públicas

 El discurso pronunciado ayer por el Gobernador Ángel Aguirre Rivero, durante el evento público de Disculpa Institucional Conjunta por los sucesos del 12 de diciembre anterior, reflejan sin lugar a dudas que la posición de este gobierno en torno al asunto, no es una simple pose para cumplir con un paso de la recomendación girada por la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Fue un acto solemne, que fue atestiguado por un alto representante de la CNDH y el Presidente de la Comisión estatal, Juan Alarcón Hernández.
Ante ellos y otros testigos, Aguirre Rivero ratificó la disposición de su gobierno para que no vuelvan a suceder esos lamentables hechos, y reconoció responsabilidades de algunos funcionarios estatales durante el desalojo donde perdieron la vida dos estudiantes de Ayotzinapa y Gonzalo Miguel Rivas Cámara, trabajador honesto que solo intentó detener una tragedia de grandes consecuencias. Los de Ayotzinapa no se dignaron asistir al evento pese a que la disculpa pública era para ellos. Seguramente porque tienen la conciencia intranquila y saben que mucha de la responsabilidad en los hechos lamentables es de ellos. Porque no era una protesta pacífica la que fue contenida duramente por la Policía Federal. Los de Ayotzinapa iban decididos a todo y mostraron una agresividad fuera de lo común. No es casual que escogieran para hacer su bloqueo en un sitio donde había dos gasolineras. No es casual que bajaran de un autobús dos garrafas de gasolina con las que prendieron fuego a una “isla” del expendio de combustible. No es casual que llegara al sitio un camión de volteo cargado de escombro y piedras para armar a los estudiantes, que supuestamente se descompuso del motor en ese sitio, etc.. Se reconoce al gobierno del Estado: a su titular Aguirre Rivero, que desde un principio hayan anunciado su amplia disposición para cumplir con la recomendación de Derechos Humanos en cada una de sus partes, a pesar de que esta no incluyó ninguna recomendación a los estudiantes para que también moderen su conducta en las movilizaciones que realizan. A pesar de que la investigación desde un principio buscó proteger en todo momento a las fuerzas federales. La disculpa pública en todo caso debió hacerla el Gobierno de la República. Porque fue la Policía Federal quien encabezó desde el inicio hasta el final, la represión en contra de los vándalos de Ayotzinapa. Fueron estos dos grupos quienes se enfrentaron en la autopista, unos usando piedras y mentadas de madre; los policías utilizando armas de grueso calibre con las que dispararon al aire (¿sólo a aire?) cientos de balas para detener la agresividad de los manifestantes. Los videos de estos hechos dicen más que mil palabras. Debe quedar bien claro que el gobierno estatal no reconoce haber tenido plena responsabilidad en los hechos, porque no la tuvo. Se trató de una disculpa pública que cumple una petición de Derechos Humanos, institución de la que no pocos gobiernos se pitorrean de sus recomendaciones, porque no tienen valor jurídico sino moral. Pero Ángel Aguirre Rivero está cumpliendo todos sus puntos, sabedor de que: de toda experiencia se debe sacar un aprendizaje que nos permita tener un mejor gobierno, mejores instituciones y mejores leyes. El Gobierno del Estado ya hizo lo que le correspondía. Ahora toca a los estudiantes de Ayotzinapa ofrecer una disculpa pública a los familiares de Gonzalo Miguel Rivas Cámara, por haber provocado su muerte al incendiar la gasolinera, y de paso ofrecer una disculpa al pueblo de Chilpancingo por tantos desmanes cometidos en su contra a lo largo de estos años. Porque los de Ayotzinapa no son ningunos angelitos, como los pretende investir la Comisión Nacional de Derechos Humanos.

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