HUELLAS DE LA VIDA

Por Raul Roman
José Agustín Ramírez “El cantor de la costa grande de guerrero” 

Luis Hernández Lluch
(Cronista de la ciudad de San Jerónimo de Juárez)
“Aunque no nació en este poblado, pasó sus mejores años de su infancia en compañía de sus padres, hermanos y sus queridos abuelos. El hermano de Agustín, el Profesor Alfonso, de los mismos apellidos, sí nació aquí, en el año de 1905, fue un gran maestro, fundador de La Universidad Autónoma de Guerrero, de la cual fue su primer rector en el año de 1960 durante el período de gobierno del General Caballero Aburto. La casa que fue propiedad de esta ilustre familia es la que hoy pertenece a la familia Camero Navarrete, por tal motivo reconocemos como hijo predilecto a este insigne cantor de las bellezas guerrerenses... ¡los sanjeronimenses veneramos su recuerdo!
 En el mes de abril de 1984 estando con la distinguida profesora Concepción Ramírez Altamirano directora del Instituto “México” de Acapulco, el autor de esta biografía, al hacer esta investigación se encontró con un señor de apellido Castrejón, que fue a verla para que le proporcionara unos datos y, ella, con mucho gusto se los concedió; el interés de este señor era conocer el lugar de nacimiento del mencionado compositor, en vista de que la entrevistada era hermana y única sobreviviente de esta familia, por lo cual estos datos son auténticos.
 Agustín fue hijo de dos distinguidos maestros: del señor José Ramírez Pérez y de la maestra Apolonia Altamirano Victoria. Este ameritado compositor nació en Acapulco el 11 de julio de 1903, en una casa de la actual calle Francisco I. Madero que entonces se llamaba calle del Telégrafo y que a menos de una cuadra de distancia hace esquina con la calle que lleva actualmente el nombre de “El Artista”, tomando, como seña  particular en donde se encuentra en la actualidad el hotel “Santa Cecilia”, detrás de la catedral.
Contaba con un poco más de un año el niño Agustín, cuando sus padres se trasladaron a vivir a San Jerónimo donde tenían lazos íntimos de amistad con los señores Navarrete de los Ríos, siendo bien acogidos en este lugar por el núcleo de población y, posteriormente, fueron maestros de los niños de la localidad.
 Mientras tanto Agustín iba desarrollándose con un talento prodigioso; a los cinco años ya sabía sumar, restar, multiplicar y dividir y tocaba los instrumentos de música sencilla como flauta de carrizo y organillos de boca así como violines de juguete a los que les sacaba algunas notas armónicas.
También aprendió la clave Morse y entró a trabajar al telégrafo cuando tenía trece años y, en plena Revolución Maderista, ocupaba en Atoyac el puesto de ayudante de telegrafista que abandonó para inscribirse en la Escuela Normal de Maestros en el Distrito Federal, graduándose al poco tiempo como maestro, ejerciendo plenamente el magisterio y llegando a ser Director e Inspector del Sistema Federal de Educación.
 Como compositor se destacó de forma relevante, fue compañero de Lorenzo Barcelata dentro del grupo de trovadores tamaulipecos, distinguiéndose como amigo predilecto del ex presidente de la República el Lic. Emilio Portes Gil que fue patrocinador de los tamaulipecos y el que sobresalía de este grupo como compositor fue Agustín Ramírez, al que le pidió que compusiera el “Himno Agrarista” que dice así:
“Marchemos agraristas a los campos...”
Agustín se distinguió como un gran compositor de himnos, corridos y chilenas. Contrajo nupcias por primera vez con la señora María Eva Castillo Caballero, siendo sus padrinos de bodas el Lic. Emilio Portes Gil y su distinguida esposa Carmen García de Portes Gil. Este matrimonio tardó poco y, por segunda vez, contrajo matrimonio con Gloria Careaga, para finalmente hacerlo con la señora Estela Routge, que fue la última esposa.
 También formó parte de un grupo artístico parecido a los tamaulipecos, denominado “Los Guerrerenses”, que era un quinteto integrado por Leonilo Calvo, José Nava, Adolfino Vázquez, Guillermo Acevedo y Humberto Miranda Fonseca.
 Las composiciones que inmortalizaron a este artista fueron las siguientes: “María Elena” que se le ha atribuido a Lorenzo Barcelata pero se asegura que el compositor auténtico fue Ramírez, “Mañanitas Costeñas”, “Por los Caminos del Sur”, “Acapulqueña”, “El Toro Rabón”, “Ometepec”, “Caminos de Chilpancingo”, “Caleta”, “Linaloé”, “Atoyac” y muchas más que hacen vibrar el espíritu de los surianos y que son imprescindibles en las fiestas de Guerrero; no es posible ver bailar a una pareja en la artesa (tarima) en los bailes populares o familiares sin imaginar al gran Agustín Ramírez presidiendo el festejo, citar al zapateado sonoro y vibrante, acompañar del rasgar al aire de los pañuelos y acelerando el ritmo del corazón.
 Este prolífico y fecundo maestro incursionó por Las Antillas y Estados Unidos Americanos llevando su música y sus canciones por esos lugares; después, como gran bohemio, se entregó de lleno a esta pasión musical.
 Más tarde se le manifestó la enfermedad que lo llevó a la tumba el 12 de septiembre de 1957, en los albores del gobierno del General Caballero Aburto, en la ciudad de México.
Este gran impulsor y compositor de la música de Guerrero, dejó de existir en la capital del país. Sus restos fueron objeto de muchos honores y homenajes populares en todo Guerrero y el ámbito de la patria y sus restos fueron trasladados al puerto de Acapulco y sepultado en el panteón municipal de Las Cruces.
 En el mes de septiembre de 1989 por acuerdo de las autoridades estatales sus restos fueron trasladados a La Rotonda de los Hombres Ilustres de Acapulco”.

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