LAS HUELLAS DE LA VIDA

Por  Raúl Román
La educación escolar en Petatlán

La educación escolarizada siempre ha sido un principio comunitario de primer orden para cualquier familia y niño, en cualquier parte del mundo, pues en esta instrucción primaria se halla la base primordial para la adquisición de conocimientos y la mágica socialización que provoca la asistencia a los diferentes centros escolares.
 En la crónica petatleca 101 se reconoce que este evento comunitario se empezó a gestar, de manera formal, a principios del año de 1910, con la eminente llegada a la población del maestro Bartolomé Peregrino Orbe, que tenía su origen personal en la ciudad histórica de Iguala.

 Como toda persona que tiene una vocación magisterial, el maestro Bartolo llega a Petatlán con la enorme ilusión de preparar a sus alumnos, para la vida, en complemento con las enseñanzas que todo ser humano recibe en sus hogares a través de los valores universales como la sencillez, la humildad, la dignidad, el respeto y la comprensión, entre otros no menos importantes.
 Como un adelanto de la época en que se vivía, porta una pizarra en mano, que se convierte en su mejor aliada, ya que a través de ella puede generalizar su trabajo pedagógico con menos esfuerzo físico y emocional; el profesor Peregrino impartía sus clases puntualmente como lo hacían los maestros de antaño, con imaginación didáctica, con pasión pedagógica y un enorme cúmulo de esperanzas en sus alumnos, y así enseñaba a los jóvenes a leer y a escribir mediante el silabario de San Miguel, que era la cartilla alfabetizadora con la que se prepararon a cientos y cientos de niños, jóvenes y adultos de ambos sexos.

 Esta práctica académica se inició en la casona de adobe y teja que se encontraba en el centro de la población petatleca, exactamente donde hoy se encuentra el  ayuntamiento, a la que la población entera la llamaba “La Constiturial”, que a la vez servía como sede para la comisaría municipal, el cuartel militar y los servicios básicos de gobierno, como una forma de centralizar y facilitar el trabajo comunitario y, que posteriormente, en 1935 fue utilizada como el ayuntamiento.
De forma casi paralela, en el año de 1920 llegan a este lugar las maestras Elena y Amalia Martínez Chávez, de grandes y emotivos recuerdos e invitadas por su hermano Abel a que alfabetizaran a sus propios hijos, de sus amigos y vecinos de forma particular, y seguramente, con una instrucción individualizada, con contenidos de lectura, escritura, de las operaciones matemáticas básicas, los conocimientos de las ciencias naturales, sociales y con bases cívicas y patrióticas.
Así, el maestro Bartolo, con una edad ya avanzada, era auxiliado con profesores jóvenes pero que se hallaban de paso, pues hay que decir puntualmente que nuestra tierra costeña se hallaba lejos de los centros urbanizados como Uruapan, Acapulco y la capital chilpancinguense, más inmediatos a esta geografía, y que estos factores comunitarios redituaban pocos resultados a nuestro primer gran profesor.
 Ya para este tiempo y ante la eventualidad de que la escuela no tenía un reconocimiento oficial, pues tampoco gozaba de un lugar fijo, sino que se trataban de acomodar en los espacios que los petatlecos bondadosos les prestaban temporalmente, como fue el caso cuando impartían clases donde ahora está la tienda Elecktra u otra sede reconocida como lo fue en la actual contra-esquina donde se ubica la preparatoria No. 25.

 A pesar de las viscisitudes y gracias a las gestiones de las autoridades municipales y del maestro Bartolo, finalmente la organización escolar es reconocida oficialmente para el año de 1925, bajo el nombre de “Pablo Galeana”, en honor de tan ilustre insurgente tecpaneco, siendo nombrado como su primer director el profesor Peregrino Orbe, con el que concluye un ciclo inicial, determinante e inolvidable, para la historia local.
 Es lógico pensar que la vida escolar tenía que seguir su curso, por lo que años más tarde llega con una juventud pletórica, uno de los grandes poetas que ha tenido nuestro hermoso estado de Guerrero, el maestro Rafael Romero Romero, en el año de 1942, y que por propia iniciativa cambia el nombre de la institución por el que ha llevado en las últimas décadas: “Cristóbal Colón”, que ha labrado un enorme prestigio por su caudal humanístico y académico, haciendo egresar a cientos de alumnos en los últimos setenta años.
 En un acto de sensibilidad humana, de amistosa visión y de justicia auténtica, el Profesor Romero invita amable y atentamente a la maestra Elena a incorporarse a las labores de la escuela pública, para el beneficio de la niñez y de la juventud petatleca, situación que viene a coronar la enorme vocación magisterial de la que hacía gala la profesora Martínez Chávez y aportando todo su esfuerzo, dedicación y templanza, en su nuevo cargo educativo durante el ciclo de 1943.
 Una vez cimentada el orden magisterial, con el apoyo decidido de las autoridades municipales, alzan la mira de su magisterio para comenzar la edificación de su templo del saber.
   “Manos a la obra”, se observaba en el pueblo, cuando don Jesús Sánchez Bravo consigue el terreno y el señor Marcial Maciel Romero, fungiendo como presidente de la asociación de los padres de familia, pone el ejemplo a sus representados, y más unidos que nunca construyen el edificio escolar al que asisten sus hijos, dejando un legado de amor, trabajo y solidaridad, pues en el año de 1946 ven cristalizados todos sus esfuerzos y entregan las primeras aulas que vendrán a sentar las bases de la educación escolarizada en el hermoso “lugar de petates”.

Cumpliendo los avatares del destino, el gobernador del estado llama a colaborar al poeta Rafael Romero a la secretaría de gobierno, por lo que la maestra Elena se queda al frente de la escuela y de las decenas y decenas de alumnos que asisten diariamente a ella, ante la encrucijada de atenderlo con amor y eficiencia, como lo mandan los principios educativos y humanísticos, por lo que inmediatamente traza en su mente las posibles soluciones y cumple con habilidad y visión su convicción de cariño, pues motiva e incorpora al servicio educativo a sus mejores ex alumnas para sostener la escuela en servicio…
Así llegan a las aulas como maestras, las señoritas Ana María Maciel Espino, María Guadalupe Anzo Maciel, Silvia Espino Bravo, María Elba Bravo Vargas, María Berber Reséndiz, Zaida Vargas Tena, Lilia Campos Anzo, Martha Elba Maciel Sánchez y Gloria Salazar Armenta, quienes inscribieron sus nombres, indeleblemente, en la historia de la educación petatleca, pues todas juntas vieron y vivieron la inauguración de su escuela el 1º. de septiembre de 1948, ante la mirada y presencia, llena de gratitud, de sus alumnos de la legendaria Escuela Primaria “Cristóbal Colón”. 
 Ya con el tiempo fueron naciendo para el servicio educativo petatleco dos secundarias, Técnica y General, que pudieron complementar la educación básica en los años 70´s, para que más tarde aparecieran la preparatoria No. 25 “Gregorio Bello Carranza”, el Colegio de Bachilleres No. 6, el Cecytec plantel 5 y finalmente consagrar una carrera profesional de índole tecnológica y superior a los cientos de alumnos que desde todo el territorio del Estado de Guerrero llegan a estudiar y a graduarse en La Universidad Tecnológica de la Costa Grande, de forma por demás satisfactoria y que han ido ocupando las posiciones laborales que los nuevos cuadros productivos tienen que desarrollar en pos del progreso regional y de la tierra guerrerense.

1 comentario:

  1. al editor de este articulo si ampliara comentarios sobre la vida de don bartolome peregrino seria magnifico por la importancia gue tiene este personaje en la vida y cultura de nuestro amado petatlan.

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