OPINION

Por  Ana Saracho
Lo que le suceda a los animales pronto le sucederá al hombre

En la historia de la humanidad no existen demasiados testimonios que planteen a las claras la relación de las personas para con los animales. Pero menos son los proyectos que relacionan el futuro de ambos. El hombre olvida continuamente que si a los animales les va bien, también le irá bien a él.
Los animales asesinados se cuentan por millones, las cifras son escalofriantes, sin embargo cuando salimos al campo no se ven animales, y uno se pregunta ¿serán ciertas las cifras? La respuesta es sí, los animales viven entre nosotros, pero viven ocultos en enormes naves sin ventilación y sin luz natural.
Millones de cerdos y gallinas salen por primera vez a la luz del sol para ser llevados al matadero, pero de esto el consumidor ávido de carne nada sabe, tampoco de la muerte en cadena, del miedo atroz, o del sufrimiento que se les infringe. Lo único que una persona ve al respecto, es la porción de carne limpiamente empaquetada en los expositores del supermercado.
Existen colectivos en defensa de los animales que denuncian que las leyes de protección animal son insuficientes, siendo el principal escollo para una protección real la consideración de los animales como mercancías y no como seres vivos. Sin embargo Pitágoras avisó de esta forma: “Lo que le suceda a los animales pronto le sucederá al hombre”. Buda también dejó advertencias al respecto: “Los derechos de los animales y los de los seres humanos son inseparables”. Ciertamente la humanidad se encuentra en un punto crítico en el que reflexionar; en primer lugar sobre el consumo de carne y en segundo sobre una reducción progresiva del mismo. Nos ayudaría al respecto aprender a no diferenciar entre animales útiles y domésticos.
En la Tierra de la Paz no hay animales llamados útiles, porque los animales útiles son animales de los que el hombre obtiene un provecho. El objetivo de la Fundación Gabriele es crear espacios en los que los animales puedan vivir de forma digna; libres como criaturas de Dios que son, donde puedan moverse de forma libre y en paz como corresponde a su especie, sin miedo a ser perseguidos o torturados, desarrollando una comunicación positiva con los seres humanos que se acercan a ellos ayudándoles y cuidándoles con respeto y amistad tanto en sensaciones y pensamientos como con obras altruistas. La gran visión del profeta Isaías hace más de 3000 años se hará así realidad: “Serán vecinos el lobo y el cordero, el leopardo se echará con el cabrito. La vaca y la osa pacerán, juntas acostarán a sus crías, el león como los bueyes comerá paja y un niño pequeño los conducirá”.

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