LA PALMERA

Por Federico Nogueda Berdeja
Entre las palmeras y la baja costa que raro que me llame Federico.”
Lo llamaremos como el verbo que se conjuga con toda la costa, es decir como nos lo dejó escrito el último poeta Rubén Mora, “Costa bella y hermosa, costa de cintura angosta y de andar cachondo al caminar”, nos referimos por supuesto a la “palmera” esa planta que da vida, imagen e identidad, ingresos, techo, a las costas de nuestro estado y país, a los nativos originarios les ha dado todo, al estado y a los empresarios también les ha dado todo y nosotros no le hemos dado casi nada, más que subirla a una imagen y promover algo que nos interese.
El momento más penetrante, máximo sin duda lo vivió la palmera a partir de los años 40 hasta los 60s, cuando esta planta dejó de ser un producto que generara grandes ingresos a ciertos sectores que la explotaron, pero en estos momentos no es que esté olvidada, no, porque la planta no necesita de nadie para ver su verticalidad, su belleza de sus pencas y palapas que se mesen al ritmo del aire, para ser ella no necesitan que la miren o le digan palabras bonitas, ella es y será, con o sin el humano.
Más bien diríamos, que dejó de importa al gran capital como producto cuando menos en nuestro país así se ha estado observando desde hace años, de ser ese gran producto ha quedado reducido a solo un dulce y alegorías, que se venden en zonas cercanas a las playas o centros comerciales, en cambio en los países de Asia Pacífico son los principales exportadores de este producto que lo explotan al máximo, jabón, pasta para ganado, aceite y no nada más para el cuerpo, para desparasitar, entre otras variedades que se utiliza.
Cabe agregar que en lo que ha estado creciendo esta planta es en el género de la decoración, en varios hoteles, negocios hemos podido constatar, porque lo que para algunos puede ser  basura lo que tiene una palma, para otros puede llegar hacer una gran obra de arte decorativa, es decir de un agrio limón, has una dulce limonada,  ya se volvió una técnica de hacer objetos bellos que adornen las oficinas y casas de los desechos de una palmera, comparándolos con el propio coco, su agua y palapas,  son partes que simplemente no han sido explotadas hacia una utilidad.
Será de gran importancia retomar algunas políticas públicas en el desarrollo económico para encontrar nuevas formas de posesionar los productos derivados de la palma, por supuesto que no será nada fácil, por la doblada curva del olvido en que se encuentra esta palmera, pero si no comenzamos más difícil seguirá siendo, la idea sería en primer lugar concientizar a la población del gran tesoro que significa la palmera, que se nos hace tan normal desmeritarla por verla a diario por donde transitamos.
Si tuviéramos la capacidad, atino de crear varios productos marca propia de esta planta que lográramos posesionar en algún público meta, especialmente turístico sería el bum otra vez de la planta de coco, el estado se desarrollaría y puertos como Acapulco e Ixtapa, trascenderían más en acaparar ingresos, pero con un publicidad constante, penetrante, bajo un estudio serio de mercado, no con ocurrencias de gen te inexperta, que se vasa a la pura corazonada.
Nada de eso, necesitamos expertos que nos asesoren en imagen y publicidad profesional, ejemplos de lo que no se debe de hacer hay muchos, por decir uno “La playa Caleta es bella a todas horas” , si es cierto es bella, pero así también son bellas otras playas a todas horas, aquí se trata de una publicidad como dice un experto en turismo Alejandro Escalera Rueda, de ir a la percepción, a la emoción del público meta.
Nos siguió diciendo don Alejandro Rueda, hoy la publicidad en los destinos de playa debe de ir forzosamente a la “percepción”, al sentimiento no así a la vista, de tal manera que va a vender el que esté convencido de lo que ofrece, que se le vea en los ojos su luminosidad, se necesita una capacitación turística más constante, si es posible permanente por las circunstancias del destino.

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