Las estupideces de la reforma educativa

Por Raúl Román Román
Ya se empezaron a vislumbrar las estupideces que contrae la tristemente célebre reforma educativa (así, en minúsculas, por lo que representa)…. pero vamos ordenando esta opinión para efectos de comprensión, y no nos vamos a ir tan atrás, sino en lo inmediato y presente… y para la muestra, los botones.

 En la dichosa reforma de 1970 con Luis Echeverría Álvarez, se eliminó el aprendizaje, reproducción y práctica de la llamada letra cursiva, entre otras torpezas, que fue y es un trazo hermosísimo, propio de artistas y de personas esforzadas para imprimir sus escrituras…
y los efectos fueron desastrosos: primero, porque nuestros padres fueron escolarizados bajo este concepto educativo y que podían reproducirlas con sus hijos, estableciendo un puente de comprensión, ayuda, entendimiento y convivencia en el seno de cada casa mexicana, en el momento de auxiliar en las tareas… pero a las generaciones posteriores se les mutiló la oportunidad de aprenderla y ejercitarla, lo que trajo como resultado que se rompieran los lazos del entendimiento familiar, pues ya no era posible que papá y/o mamá pudieran ayudarle a sus hijos a hacer la tarea. Lo que trajo como consecuencia que se rompiera uno de los eslabones más impactantes para el progresivo avance de los alumnos, por el auxilio que prestaban sus progenitores y repercutió irreparable e irreversiblemente en nuestra lengua nacional, pues fue cortada de tajo, en lugar de enriquecerla, pues en que afectaba que las generaciones de ese tiempo aprendieran tan hermosos trazos caligráficos. (Además de un extraño “nuevo” lenguaje en su estructura gramatical, como: núcleos nominales y verbales, lo que pudiera haber sido, simplemente, sustantivo y verbo… ahora, cuando vemos a nuestras generaciones adultas de más de 60 años escribir bajo este estilo, pues hasta nos causa asombro y los vemos como extraterrestres, siendo que es admirable como siguen cultivando tan preciosa actividad intelectual.

 Y seguimos… para la reforma de los 90´s, la bárbara inoperancia de la política educativa, su ignorancia, superficialidad y su insensibilidad social, lleva a Carlos Salinas y a doña Elba Esther a eliminar la materia de Civismo en la educación básica, entendiéndose en los niveles de primaria y secundaria, en cualquiera de sus presentaciones educativas, dando por descontado que por inercia social era suficiente para detonar y fortalecer los cánones cívicos para la sana convivencia… crazo erroooooorrrrrrr… se perdieron generaciones enteras de niños y jóvenes que se extraviaron por la ausencia de estos valores, que lejos de marcarlos, remarcarlos y remacharlos, los alejaron de ellos… y ahora, todavía estamos pagando las consecuencias de esta estancamiento que dejó lastres que parecen también irreversibles… pues ya no se tuvo contacto y práctica con los valores universales que distinguen a los pueblos culturizados bajo este signo de progreso, como el respeto irrestricto a los ancianos, el sentido de la cooperación y la solidaridad entre sus familiares, amistades y vecinos, o no meterse en la plática de los mayores, así como mantener limpio el lugar donde vives, convives y estudias, pues desde el primer grado se hacía el aseo por parte de los alumnos, entre otros valores personales y sociales incomparables y que quedaban incorporados a la personalidad de los educandos.  
Ahora bien, en estos momentos se acaban de pulverizar los derechos sociales de los trabajadores, con la mano en la cintura, y entre muestras de “indignación” y dedo flamígero acusatorio, queriendo responsabilizar por completo a los profesores del desastre educativo,  por parte del presidente Peña, de los diputados federales y locales cínicos y sinvergüenzas, pues más del 50% son analfabetas funcionales, y difícilmente pudieran examinarse bajo una evaluación, tanto legislativa que debería ser obligatoria para saber en qué medida saben de leyes universales, nacionales y estatales, así como moral, pues la gran mayoría de estas cámaras son personas grises en cultura general y, más, en sensibilidad social, y está lejos de creerse que estén al tanto de lo que significa y de lo que se viene en la supuesta reforma educativa, que es, objetiva, técnica y realmente una reforma laboral.
 Pero ya aparecen las consecuencias de estas estupideces, pues en estas últimas semanas ya hay visos de estas pruebas y, en el momento en que hay más preguntas que respuestas, se sienten los estragos, que posiblemente se paguen muy caro, a saber…
El domingo antepasado se cumplieron 164 años de haberse creado nuestro siempre hermoso e indomable Estado de Guerrero, ¿qué fue lo que pasó? Que en un número mínimo, se diría que ínfimo, no hubo festejos escolares, pues lo prohíbe la reforma, ya que “no se deben perder clases”, como si toda la educación escolarizada sólo fuera letra y número, y no reconocer que la organización, ensayo, práctica y exposición de los trabajos culturales, históricos y artísticos son procesos educativos, formativos, informativos, constructivos y altamente impactantes en la personalidad de cada uno de los alumnos, en los que en ocasiones les queda grabado en el alma su participación en bailes y danzas, poesías y declamaciones, dramatizaciones y proyecciones de un contenido temático tan sensible, como es esta fecha conmemorativa e histórica en la historia estatal, que es la que nos da identidad.
 Y cursando el festejo de “Día de Muertos”, que tan hermoso es, lleno de escenografías incomparables, de coreografías mágicas y de montajes de altares, ofrendas, ambientación y, sobre todo, de una convivencia familiar y comunitaria de alta estima entre los mexicanos, diríamos un grado menos que la navidad y el guadalupanismo, sin tomar en cuenta los actos de fe, pues con ellos o sin ellos, esta festividad es única, hermosa e insustituible, pues se llegan a reunir hasta tres generaciones familiares, con miembros que se desplazan, incluso, desde otros países, para estar con sus seres queridos, ya sean vivos o ausentes corporalmente, con flores de cempasúchil, velas y veladoras, unas comidas suculentas y exquisitas y, lo mejor, estar todos juntos para este festejo… y miren, en las escuelas ya no se tuvo este gran suceso, para preservar nuestras costumbres y tradiciones, “porque se pierden clases”, según… y ahora miles de niños de todas las edades y no pocos jóvenes andan vestidos de muertos, zombis, calaveras, damas de negro, brujitas, merlines, etc. con calabazas  de plástico, enrollados en vendas y pintados en cara y cuerpo, pensando más en la costumbre desarticulada y sin alma del haloween y cantando “¡queremos halowiiin, queremos halowiiin”!. 
Ya los diputados y el presidente de la república estarán contentos, porque año con año, festejo tras festejo y fecha tras fecha, el deterioro de nuestra identidad mexicana se irá despostillando hasta sólo recordarlos en museos, pues además de las familias con estas costumbres, sólo la escuela puede retomar y reforzar nuestra simbología identitaria.
 Mientras, a seguir en despersonalizándonos con las telenovelas, Laura Brozzo, La Rosa de Guadalupe, los concursos de voces destempladas y desafinadas y todo un cartel de artistas al vapor…
 Sólo haciéndoles recordar, como lo indica la memoria popular pero sensible… no puede haber una reforma educativa, sin antes no haber reformado los medios de comunicación masiva, como la televisión, principalmente, la radio y la prensa amarillista y sensacionalista, y si no, allá nos veremos en el muro de las lamentaciones y preguntándonos, por qué, por qué, por qué.

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