MEMORÁNDUM

Gerardo Ruano Cástulo 
*** ¿El sentido de la navidad? 
Estamos a escasas horas de la celebración de la Navidad. Para la gran mayoría, la época más bonita del año. Es cuando se ve a la gente sonreír, regalarse abrazos y buenos deseos. Además de compartir tiempo en la convivencia familiar y vecinal. En las calles, el alumbrado es especial. Las tiendas y un gran número de casas particulares lucen con adornos y arreglos propios de ésta etapa del año. Pero es ese, ¿Acaso un real sentido de la navidad? Así es. Tanta alegría y atenciones que se ven en estos días, que algunos desearían que siempre fuese temporada navideña.
Es obvio, que se anhela paz y armonía. Se desea ver a las familias integradas y felices, pero no solamente en estos días que se conceden una tregua, sino durante los 365 días del año. Apenas, hace unas horas se hablaba de pre-posadas y posadas, en las que los vecinos o trabajadores de alguna institución o negocio se organizan para convivir y cerrar de esa manera, en armonía, el fin de año. En más de las veces, hay que decirlo, abunda el licor en éste tipo de eventos, que tienen todo, menos el sentido de una posada. Se ha desvirtuado el sentido de las cosas. Es agradable recibir obsequios y buenos deseos. Pero ese, creo que no es el verdadero sentido de la navidad. Como tampoco lo son, todos los gastos suntuosos para adornar la casa como nunca se había hecho. Mucho menos, una cena familiar, de aquellos que durante gran parte del año se encuentran desintegrados o con problemas graves por incomunicación. Las grandes tiendas y negocios deben estar profundamente agradecidos por el pago de aguinaldos y bonificaciones, porque eso hace llegar más dinero a sus cajas, con el grandioso pretexto de la navidad, para lo cual todo viene etiquetado con adornos en los colores típicos, sin faltar el Santa Claus, los renos, las botas, los pinos, la nieve, entre otras tantas cosas que se han adoptado como parte de una supuesta navidad. Lo que está demasiado lejos, según creo, del verdadero sentido de la época. La navidad, según mi óptica, no es navidad si el centro de ella no es Jesucristo. La fiesta real y verdadera de ésta época del año, la más bonita y agradable para la gran mayoría, es el nacimiento de aquél niño prodigioso, que escogió por cuna, la sencillez y pobreza de un pesebre. Parece increíble, pero así ha sucedido, que en muchos lugares se anuncia con bombo y platillo la celebración de las fiestas navideñas, pero expulsando a Jesús del entorno, lo que resulta totalmente contradictorio, porque el motivo central de la fiesta, es el nacimiento del hijo de Dios. Hoy se vive en medio de un brutal relativismo. La crisis de valores se ha agudizado de manera severa. Y parece que uno de los grandes retos de esa corriente, es seguir sacando a Jesús de todos los ambientes, incluida su propia fiesta de cumpleaños. Hágame usted el favor. Creo, según mi percepción, la alegría y bondad de la época, debe ser motivada por el nacimiento de aquél humilde carpintero, que nos legó grandes enseñanzas fundadas en el amor. En ese acontecimiento, se debe centrar la atención para darle un verdadero sentido a la navidad. Jesús debe ser el centro de las fiestas navideñas, Caso contrario, las celebraciones son simples hechos mundanos, alejados del verdadero valor y sentido de la época. Esa es la cuestión.

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