DE ADICTO A ADICTO

Ernesto Salayandia Garcia
La Inseguridad en las Calles
 ¿Qué es la bolsa para la mujer?
 Es, en mi opinión, el refugio de los recuerdos, ahí están guardados todo tipo de objetos que en suma, hacen la historia de una mujer, como puede ser, el cordón umbilical de su primera hija, el chupón de su primer hijo, la canica que se tragó y que después arrojó, hay fotos de toda la familia, desde nueras, consuegros, sobrinos, pareja e hijos, también, en esa bolsa, hay desarmadores, navajas, una tuerca de no sé qué, pero para algo ha de servir, se suman también, los cosméticos, el par de medias para las emergencias, yoyos, pelotas, gises, cartas, fichas, cupones diversos, imanes para pegarse en el refri, y muchas cosas más; hacen de su bolso un verdadero convento, el que llenan de madrecitas y parece mentira
, todo sirve como el corcho de la botella que bebieron y que fue guardado desde que le pidieron la mano, hay quien colecciona cajitas de cerillos o encendedores, por puesto las pinzas para depilar no faltan, ni la cucharita especial para enrizar las pestañas, ni el corta uñas, mucho menos el perfume y el desodorante, para lo que se necesite, son pues, las bolsas, un cofre de herramientas, algunas, tal vez, nunca se usen como una filosa navaja, las tijeras, cremas de todos sabores y colores, toallitas húmedas, hilos y botones, unas pastillitas para el aliento, otras para el dolor de cabeza o de estómago, agüita oxigenada y tantas cosas que están debidamente acomodadas, por ello, cuando algo se le pierde a una mujer, lo más fácil es poner de cabeza y echar todo para afuera.
Perder la bolsa, es como perder la vida misma
 Ahí está la intimidad de una mujer, son sus pertenencias, como una esencia de su personalidad, ahí, en una bolsa, la mujer guarda sus valiosos documentos personales, desde el pasaporte, la visa, el IFE, la licencia de manejar, tarjetas de crédito su agenda, los carnet de salud de ella y de sus familiares, como las pólizas de seguros, algunas, llevan la chequera, el monedero, la billetera, claro, sin faltar el celular, sin faltar las llaves, los dientes de los hijos, algunos recuerditos hermosos de las últimas despedidas de soltera, y una que otra boda de algún familiar o amiga y cuando la bolsa se les pierde, el mundo se acaba, el cielo se les viene abajo y con toda la razón del universo, sobrado coraje, lleno de impotencia y frustración cuando un ladrón les roba su bolsa, les duele el alma, simplemente porque son despojadas de una parte muy importante de su vida y cuando un ratero despoja de su bolsa a una dama, éste, sale corriendo y en su huida va tirando todo aquello que a él no le es útil, como los documentos oficiales o los recuerdos y las pertenencias íntimas de la víctima, quien por desgracia, muy pocas veces recupera sus objetos importantes, y de valor sentimental. 
Palo dado, ni Dios lo quita
 El fin de semana pasado, casi en la celebración del día internacional de la mujer, cerca de 20 damas, comensales de una pizzería de nombre, La Bella Napole, de la ciudad de Chihuahua, Chihuahua, México, fueron victimas de robo a mano armada por parte de un sujeto que primero asaltó a la cajera quitándole todo el dinero en efectivo que tenía y después pasó la charola de mesa en mesa, robando celulares, joyas y bolsas de mujer; la Fiscalía del estado, atrapó al malhechor y la mayoría de las personas, recuperaron sus pertenencias, pero el caso, es el comentario en este tipo de robos, registrados desafortunadamente, en todo el territorio mexicano y en algunos casos, como robo de moda, cuando una mujer, está en un restaurante disfrutando de sus alimentos, le es robado su bolso el que deja colgado en una silla vecina o cercana, sin duda, hay una creatividad negativa que ejercen estos malhechores, como aquellos que tumban a las damas por la espalda, mientras van caminando saliendo de un banco o de cualquier otro lado, son literalmente tumbadas y en el suelo las despojan de sus pertenencias, aretes, collares, pulseras, relojes, celulares.
 Detrás de cualquier hecho delictivo, por lo general, hay consumo de drogas.
 Desde que presenté mi libro, La Saliva del Diablo, hace 8 años, he venido afirmando que la inseguridad social, en gran parte, se debe al alto índice de drogadicción entre la población, los delitos, como la extorsión, el secuestro, el asesinato, el robo en todas sus características, la violencia urbana y otros, tienen en su haber el uso y consumo de algún tipo de droga y éstos jóvenes, que son capaces de despojar a sus padres de sus joyas, objetos de valor, aparatos electrodomésticos, dinero y otros, por que no tumbar a una débil mujer después de que retiró dinero del cajero y arrebatarle todas sus pertenencias de valor.- ¿Por qué no? De ésta manera, ocurren al día, robos a mano armada de autos, asaltos a centros comerciales, bancos, escuelas, oficinas públicas y privadas, robos al trasporte y la escala es cada vez mayor, en los robos en restaurantes, como, el hecho resiente en la ciudad de Chihuahua, México, donde por cierto, el malhechor está detenido y sometido a un proceso. El placer de robar
 En un promedio de 7 años que llegué a residir en Chihuahua, me han robado 27 ocasiones distintas, he perdido, 3 laptops, la primera, un amante de lo ajeno entró a mi oficina y tranquilamente se llevó a mi máquina, la que contenía todo el material video grafico que uso en mis talleres de capacitación, la que llevaba años juntando y archivando y que ésta herramienta, era indispensable en mi trabajo, la segunda, una empleada doméstica en complicidad con su pareja, nos robaron en nuestra propia casa, la laptop, era para el estudio y tarea de mis hijos adolescentes, levantamos la denuncia, el tipo fue grabado por las cámaras del fraccionamiento, el juez los encontró culpables, pero nosotros jamás recuperamos ni el dinero, ni el aparato, debido a la ineptitud que hay en éstos procesos, judiciales, la tercera, una Mac, nueva, no teníamos con ella ni una semana y mi hijo la guardó junto con su mochila en la cajuela del carro, fuimos a ver la conferencia de Nick y cuando llegamos a la casa, ni la mochila, mucho menos la laptop estaban en la cajuela y nos ha pegado duro la inseguridad con infinidad de robos en nuestro domicilio, en mí oficina, y a nuestros autos, ha sido demasiada impotencia, irá reprimida, frustración y decepción, porque hemos denunciado y nos han dado atole con el dedo.
 Las características del adicto
 Es un ser irresponsable, perezoso, conformista, apático, raro, mentiroso, no tiene palabra, así como dice una cosa, hace otra, se justifica ante todo, le gusta el camino fácil, no confía en nadie, simplemente porque no confía en sí mismo, no cierra círculos, es neurótico, intocable, rebelde, ingobernable, incongruente, se le da por postergar, es el hombre del mañana, es descuidado en su higiene personal, no mantiene relaciones de pareja estables, es inseguro, lleno de miedos y frustración, acomplejado, resentido, se resiente por todo y por nada, es hipersensible, hay que tratarlo con pincitas, es muy delicadito, además, tiene una gran habilidad para defraudar, para robar y hacerle daño a su familia, a sus vecinos y a la sociedad en sí, todo lo que inicia, lo hace con un gran entusiasmo, pero se desanima, claudica y no termina lo que empieza, mantiene en jaque a sus padres, se llena de conflicto y lleva la contra en todo, es un desertor escolar, no estudia, ni trabaja, no contribuye a las labores de su hogar y se siente merecedor, no valora el plato que se le sirve en la mesa, ni la ropa limpia, ni el techo ni nada, eso sí, es muy bueno para reclamar.
 Nacidos para perder
 Estos jóvenes, sin pena ni gloria, tienden a juntarse con otros iguales a ellos, igual de irresponsables y drogadictos, algunos se llenan de tatuajes, se marcan de por vida, otros, semana a semana, acumular antecedentes negativos en las corporaciones policiacas, son inquilinos con frecuencia de los tribunales de menores y siempre están metidos en problemas, se les hace fácil, entrar a una oficina o a una casa, a un negocio y adueñarse de los objetos de valor que una persona logro adquirir a través de los años y de la noche a la mañana, un desdichado drogadicto, se la arrebata y lo peor, es que mal vende lo que roba, en otras ocasiones, los objetos robados son intercambiados por droga y armas, la adicción los mantiene en esta dinámica de lesionar a seres inocentes, con el tiempo se hacen doctores en la delincuencia, aprenden el mal en los centros de rehabilitación, en los tribunales de menores y en las experiencias amargas cuando tienen problemas con la ley y salen libres y a los pocos días, vuelven otra vez a consumir, otra vez a robar y otra vez a hacer daño, por desgracia, este cáncer social crece impresionantemente todos los días y cada vez son más los infantes infractores que ya no regresan a una vida normal, quedándoles pocos caminos, que son: La cárcel, un hospital, un centro de rehabilitación, el siquiátrico o el panteón.
 Cuando el destino nos alcance
 No podemos tener un policía en cada cuadra, no hay recursos para patrullar colonia por colonia, atender el sueño tranquilo de toda una ciudad, lo que debemos de hacer es una cultura de prevención, profunda y profesional, conscientes de que éste problema, el de las adicciones, le pega a todos, a los industriales, a los comerciantes, a los banqueros, a los maestros, a las religiones, le pega a todo el mundo y los daños, ahí están, con niños drogándose con inhalantes, mariguana o alcohol, ahí está la decadencia con niñas y niños prostituyéndose a cambio de sustancias, de igual manera, la ola impresionante de robos, que no disminuye, por el contrario, crece como la espuma y son cada vez más menores, niños de 8 años los que caen en las garras de las drogas y entre más temprano se inician, más difícil es sacarlos adelante. Triste es el panorama en toda la República Mexicana y más triste es que la legalización de la marihuana, tiene muchos simpatizantes que desconocen el daño social y la enfermedad mental, física, emocional y espiritual que es una adicción, por ello, la inseguridad está en las calles y todos estamos en riesgo.- Sálvese quien pueda.

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