ENTRE LA VERDAD Y LA FICCIÓN

Por Jorge Luis Falcón Arévalo*
Limosna o dádiva, reflejo del alma
La inmensa mayoría de quienes practican la limosna es porque siguen la manda de la Sagrada Escritura, consciente o inconscientemente; tal vez porque la sociedad ha caído en desgracia en esos sentires de caridad.  Esa misma colectividad que da en sus disposiciones cotidianas no incluye al otro, por ejemplo: Alguien puede dar limosna todos los días a los empacadores del mercado, pero es en sí finalmente una colectividad  que vota por el PRD, PRI, PAN, Verde Ecologista, Panal o Morena, por qué no; pero además  apoya la Reforma Educativa, Energética, etc. Otra forma de dar sino limosna, al menos por caridad biolingüistica.

No ejerzo  la donación, porque para mí es como ir a misa sin aliviar mis pecados. Selecciono hacer algo más útil que mantener la injusticia, y orientar mi escritura en contra de lo que históricamente miente, ata, encadena, explota, veja y oprime, naturalmente porque soy parte fundamental de esa cantidad  de ciudadanos que padecen las decisiones políticas y económicas que producen tanta indigencia.
¿Cuál podría ser una alternativa a la limosna? -Considero de mayor provecho realizar actos y decisiones que sean asimilados de forma constructiva y generalizada; tomar decisiones con un parámetro de menos daños colaterales, social, económica y ambientalmente. ¿Y qué hago yo? -Como escritor tengo un compromiso de empoderar la mente del lector, brindando conocimiento crítico en lenguaje claro, conciso y enfocado a la vida cotidiana. No ando por el país de jet set literario cobrando del presupuesto, -no tengo costo social-. Al contrario, practico la inversión social, busco que la literatura y la filosofía se transformen en una economía de ideas en beneficio colectivo. En un pasaje histórico de oscurantismo y regresión social, empoderar con el pensamiento crítico es una forma de ayudar a transformar la historia desde la vida cotidiana.

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