MEMORÁNDUM

Por Gerardo Ruano Cástulo
*** La historia de Adolfo.
Cuando veo a una persona en algún espacio de poder, me pregunto, sobre el camino que tuvo que recorrer para llegar ahí. En la mayoría de los casos, el tramo fue largo y lleno de obstáculos. En otros, gracias a las bondades del sistema político, les fue casi regalado u obtenido a canje por una negociación. La historia del líder estatal del SUSPEG, Adolfo Calderón Nava, se enmarca dentro de los del primer grupo. Entre aquellos que saben, que el camino al éxito requiere de pagar un precio, y que antes de ello, se debe trabajar para ser mejor persona.

Así es. Hoy vemos a un líder que trabaja muy de cerca con los 20 mil suspegistas de las más de 60 secciones sindicales, que conforman a la organización. Se le ve recorriendo centros de trabajo. Dialogando con los burócratas estatales y municipales, así como con el magisterio estatal. Se le ve atendiendo los llamados de sus líderes seccionales, con quienes mantiene una comunicación estrecha, y a los que ha fortalecido en su gestión. Se le ve en la toma de acuerdos y decisiones con la parte patronal, en donde le ha apostado al dialogo. Se le ve encabezando un comité sano y con un sello de trabajo responsable.   
La presencia de Adolfo Calderón Nava en el SUSPEG es palpable. No es casual que hoy comiencen a llegar sendos reconocimientos a sus manos. Y no lo es, porque hasta en aquellas secciones que se dudaba de una buena relación, hoy se han fortalecido los puentes de comunicación. La calidad humana del líder es lo que ha prevalecido por encima de todo. De hecho, esa fue la clave para que llegara a la dirigencia con un apoyo histórico e impresionante.
En los últimos años, me he convertido en un coleccionista de historias. Me agrada conocer el trayecto que han tenido que recorrer las personas para alcanzar un objetivo. En el caso de Adolfo Calderón, la situación no fue nada fácil. El destino lo puso en una situación delicada y prácticamente en el umbral de la muerte.
Hace ya algunos años, cuando el joven maestro convivía con sus amigos en casa de uno de ellos, su señora Madre le habló al teléfono para decir que ya era tarde y regresara a su hogar. Él le dijo que no había ningún problema, que estaban en un lugar seguro. Sin embargo, cuando escaseo la bebida, se ofreció de voluntario para ir a la compra, y al regresar se encontró que dos compañeros sostenían un altercado, acercándose para que las cosas no llegaran a mayores. En respuesta recibió el impacto de un arma blanca. Fue llevado de emergencia a la clínica.
Tuvo que ser sometido a dos operaciones y los médicos no daban esperanzas de vida. Ese fue el momento crítico y doloroso que cambió la vida de Adolfo Calderón. Por alguna razón, que en ese momento aún no entendía, salió adelante en su proceso de recuperación. Se regresó del umbral de la muerte. Y si bien, regresó por un tiempo a la vida de convivencia, llegó el momento en que decidió cambiar y crecer como persona.
Desde aquél momento, el ahora líder del SUSPEG ha invertido tiempo en su crecimiento personal. No es casual, que hoy una de las principales cualidades que le atribuyan, sea la calidad de atención que brinda a las personas. El ser mejor ser humano, le ha llevado a ganar muchos amigos, lo que se pudo ver, en la consolidación de un proyecto histórico para la vida de su sindicato.
Detrás del liderazgo de Adolfo Calderón, hay una historia de dolor y mucho trabajo, que lo llevaron a interpretar con claridad, que antes del éxito, el primer gran paso, es crecer como persona. Hoy, creo que sabe la razón por la que se regresó del umbral de la muerte. Tiene una misión que cumplir como líder sindical, y qué bueno, que lo haga dando una magnifica atención a las personas. Esa es la cuestión.

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