MEMORÁNDUM

Por Gerardo Ruano Cástulo

*** ¿Qué festejamos? 

Después de la vida, el derecho más sagrado que tiene el ser humano es la libertad. Ese gran don, es el que se celebra en el marco de las fiestas patrias. Se recuerda la gesta heroica de personajes conocidos y desconocidos que ofrendaron su vida por ver un México libre. Un país más prospero y con igualdad de oportunidad para todos, tal y como se expresa en los sentimientos de la nación, cuya cuna es Chilpancingo. El punto es, que a 204 años del inicio de la independencia, es evidente que el pueblo mexicano padece otro tipo de esclavitud.

Así es. Para que haya igualdad de oportunidades, la brecha del desarrollo social se debe acortar. Situación que no ha acontecido. Muy por el contrario. Ese espacio se ha abierto cada vez más, luego de que las cifras de personas en situación de pobreza se han incrementado de manera importante, ante la complacencia de gobiernos, que siguen apostando a incrementar los programas asistenciales, marginando al sector educativo, pilar del desarrollo.
La situación lacerante, adherido a una estrategia de bombardeo en medios, han logrado el cometido de acentuar el conformismo. Son muchos los que aún prefieren ver grandes horas de televisor, aumentando con esto su ansiedad hacia el consumismo y dejando a un lado asuntos para su crecimiento como persona. Se ha logrado sembrar el desinterés, mientras se siguen escribiendo historias de corrupción y saqueo en el país.
La esclavitud ha sido disfrazada como libertad hoy en día. El método es por medio de una hipnosis colectiva que ha mermado la capacidad de pensar y actuar de las personas. Se les ha llevado a un dictado gradual de reglas que ahora se han adoptado, en donde el egoísmo es el principal ingrediente. Primero yo, luego yo y siempre yo. Se ha sembrado la insensibilidad. Lo que importa es que tú estás bien. Y se han caricaturizado los valores, mediante programas que inducen a los niños y jóvenes a la búsqueda del placer fácil, y lo realmente escalofriante, con la complacencia de los mismos padres.
Si lo vemos con atención, la esclavitud sigue imperando. Lo vemos con la situación de la inseguridad, en donde se ha propalado la idea, en los últimos 7 años, de que vivimos en Guerra. La entrada de tanta genta armada a las poblaciones y ciudades no parece la alternativa más adecuada. Y no lo parece, porque una ciudad que vive en zozobra e incertidumbre, es sumamente vulnerable y manipulable. Acepta ciegamente todo lo que se le proponga, aunque esto vaya en su perjuicio y mayor sometimiento.   
Es bonito recordar la gesta histórica de los héroes que ofrendaron su vida por una causa justa. El punto es, que la historia nos revela, una cadena de acontecimientos, en donde quienes han impuesto la esclavitud mejoran las estrategias. Evidentemente, aprovechando dos de sus grandes aliados: El miedo y la ignorancia. Desde esa perspectiva, hay muy poco que celebrar. Más, en medio de todo esto, la alternativa es personal, en el sentido de vivir libre de toda esa influencia e hipnosis colectiva impuesta.
Recobrar la libertar está al alcance de todos. El precio, para comenzar, es quitarse de la cabeza toda la bola de prejuicios y basura, con que han llenado nuestras cabezas. Mientras eso no suceda. Sencillamente. No hay nada que festejar. Esa es la cuestión.

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