DE ADICTO A ADICTO

Por Ernesto Salayandia García

La Negra Historia de Lola (Segunda Parte)

Sigue la mata dando
Ese mismo día que él me deja, me voy a buscar a un compañero de trabajo para consolar mis penas, esa noche nos fuimos a bailar, de regreso, como él estaba separado de su esposa, me quedé con él, porque yo no quería regresar a mi casa, tratando de salir de la otra dependencia, estaba muy enamorada y enganchada por mi relación anterior, estaba dolida, mucho muy dolida y decepcionada, fueron  6 años, salgo de Guatemala y entro a Guatepeor, porque esta persona está casada, tiene niños chiquitos y tenía muchos problemas emocionales, al principio lo vi bien, pero resultó ser otra copia al carbón de mi anterior pareja, con problemas de alcoholismo, etc.,
me la pasé primero en moteles, yo había juntado un dinero para comprar un carro mejor al que traía y todo lo tiré en moteles, droga y alcohol, luego, renté un departamento y nos fuimos a vivir juntos, porque no quería llevarlo a mi casa; él era empleado de lavandería del IMSS y yo era enfermera, y otra vez la misma historia, pero en esta ocasión fui cayendo peor, porque antes en mi relación de 6 años, mi pareja me proveía de marihuana, coca, alcohol, etc., y con esta persona, era yo la proveedora, y como dicen que un clavo saca a otro clavo, pues yo me la creí, después, en pocos meses se me terminó el dinero y tuve que regresar a mi casa, llevando conmigo a esta nueva pareja, y mi relación por enferma y destructiva.
Maltrato físico y emocional

El doctor que me atiende me sugiere que vaya a poner una demanda y me lleva mi hermano, pero yo sentía mucho miedo, porque todavía pensaba en la soledad, en no quedarme sola, y en contra de mi voluntad, hago la denuncia por daños y van dos hermanas de Chihuahua a ciudad Juárez a darme el apoyo, luego se regresan y la demanda queda en nada, de inmediato, cuando me quedo sola de nuevo, le llamo por teléfono a mi agresor, a mi pareja y le digo que me perdone él  a mí, y al rato está ahí de regreso en la casa, estoy tocando un fondo de sufrimiento, le pido a Dios  hacer un trueque como todo buen alcohólico, le digo,    -Si tú me das un hombre bueno y un hijo que sea hombre, yo voy a dejar la droga.-  Y comienzo a dejar a esta persona, a cerrarle las puertas y ahora me quedo en la boca del lobo, en la casa de una amiga, entre comillas, quien era mi pucher, la que me vendía droga, ahí amanecía drogándome y de ahí me iba a trabajar, al salir me encontraba otra vez con él en el estacionamiento, esperándome para que le diera una oportunidad y pues, de cierta manera yo me iba a la casa de mi amiga con el fin de esconderme, porque ahí estaba la droga que yo quería, de hecho me pongo a repartir a domicilio la droga, ando con ella para todas partes, las dos consumíamos mucho y de pronto, regreso a mi casa y me entran las ganas de visitar a mi familia, me voy a la sierra a visitar a una hermana y conozco al que  después sería mi esposo.
Los daños irreversibles de mi adicción
Pido un permiso por tres meses en el trabajo, y ahí en mi pueblo conozco a mi nueva pareja, cuando veo que progresa mi relación, claro que me lleve lonche, es decir, una buena dosis de cocaína para no sentirme mal y llegué al pueblo nuevamente para a casarme con él, pensando en que ya todo iba a quedar atrás, le conté mentiras, haciéndome pasar por una buena mujer , porque en realidad así lo quería y hasta le dije que tal vez no había necesidad de que él trabajara, duré tres meses de descanso, y regreso a ciudad Juárez con mi esposo y embarazada, regreso a trabajar, me aplico la abstinencia de drogas durante los 9 meses de embarazo y parte de la lactancia, pero sí me tomaba una que otra cerveza, me pase la mayor parte del embarazo con amenazas de aborto y parto prematuro, sintiéndome muy culpable, cuando tengo 6 meses de embarazo, se me practicó un sonograma, no fue verdadero lo que el radiólogo diagnosticó, que mi hijo venía sin manos, con síndrome de Down y con un tipo joroba, el resto del embarazo me la paso sufriendo, llena de dolor, frustración, culpa, miedos, totalmente mal y de pilón, tenía mi primera separación de mi marido, debido a puras chiplerías de parte de él, era otro que cuando yo no lo mantenía, lo mantenía su mamá; doy a luz, me practican una cesárea y en ese momento, yo estaba con una zozobra muy grande esperando a mi hijo, y se lo encargo a todas mis conocidas de ahí del trabajo y resulta que, gracias a Dios, no le faltó ni una uña y nació bien.
Fui víctima de la neurosis
A los 7 meses de estar con la lactancia, en el trabajo le pido a un compañero que me convide un pase de cocaína, porque yo ya no aguantaba la ansiedad y la responsabilidad de ahora ser empleada, madre, esposa y ama de casa, aparte  de ver a mi marido en la casa todo el tiempo de huevón, hasta una tele de control le compré para que estuviera más a gusto, me rompió un sillón de tanto estar tirado viendo la tele, le compré en El Paso Texas, ropa vaquera y le mandaba a traer desde León Guanajuato, el juego de cinto y botas, comencé a ver todo mal y durante ese tiempo fueron más de 15 veces las que nos separamos, muchos pleitos, aparte de que yo ya lo había hecho mi comparsa, es decir,  consumíamos juntos a mis costillas, porque él no trabajan ni por equivocación y terminamos muy mal, claro que le fui infiel con el pucher, ya ni siquiera para que me diera droga, solo por el placer de ser como paquita la del barrio, total que truena la relación y ahora la golpeadora, soy yo, la que sobajo, la que humillo soy yo, la que lo daño soy yo, soy completamente neurótica empedernida.
El infierno de la cocaína
Mi hijo desde que abrió sus ojos, solo vio a su padre y a su madre cómo se drogaban, inhalando aquel polvo blanco, recibió mal trato de mi parte por esa neurosis que ocasionó el tener o no tener sustancia, cada vez fueron más los sentimientos de culpa y el miedo de llegar a matarlo, como en algunas ocasiones escuché en las noticias, de cómo madres o padres adictos, asesinaban a sus propios hijos. Mi hijo siempre está conmigo, siempre viendo a los perros y gatos que fuimos su padre y yo delante de él. Este matrimonio, duró alrededor de ocho años, en los cuales buscábamos la droga juntos, nos la pasábamos paseando por las calles y consumiendo. Regresamos a la casa y continuamos igual, cada vez terminando con lo poco que yo en algún tiempo había hecho, yo tenía casa propia, más o menos de buen ver, tenía algunas joyas y aquellos adornos de las paredes, todo se va acabando poco a poco, muchas cosas materiales que las cambié por droga, otras terminaron en el empeño o con el pucher, y ahora toco un fondo de sufrimiento peor, como nunca en mi vida, me invalidaron en el trabajo debido a una lesión en la columna, tenía que estar sentada las 24 horas del día, terminé todo el santo día consumiendo cocaína, sola, con un enorme vacío y sin fe en nada ni en nadie, pues ya había fallado en todos lados, a Dios y a mí misma, con delirios de persecución, y todos los días ya bien drogada, le prometía a Dios por mi hijo y por mis padres, por mi vida, que mañana ya no lo haría, y al día siguiente en cuanto abría los ojos lo primero que buscaba era el reloj para ver si ya habían abierto la tiendita, llegué a entregar el cheque completo de mi pensión al pucher, después en ese tiempo yo hacía pantaloncitos para el uniforme, ya mi hijo estaba en primaria y hacía uniformes, disfraces, tortillas de harina, donas, jamoncillos y me iba a un tianguis a vender, todo se iba al caño de la basura por la maldita cocaína.
Una luz de esperanza
Tuve que llegar de ciudad Juárez a aquí, a Chihuahua, sola con mi hijo, a mi última oportunidad que Dios me estaba dando, dejé a mi hijo encargado con una hermana y por decisión propia, cansada de haber tirado a la basura mi vida, convertida en un guiñapo en una anciana, sin luz, sin esperanzas, muerta  espiritual y casi físicamente, yo ya no tenía fuerzas para caminar, me sentía muy mal, temblorosa, pesando 60 kilos, totalmente descalcificada, con lesiones en las pompis de tanto estar sentada en ese mismo lugar, drogándome y con la nariz con solo un hilo de tabique nasal y también casi pudriéndome en cuerpo y alma, así llego a un centro de rehabilitación, 24 horas, Nuevo Chihuahua de Alcohólicos Anónimos, llego por voluntad propia, pero llevada por un hermano y su esposa que me trajeron desde ciudad Juárez, y se hicieron cargo de mi hijo, ahí duré 6 meses anexada, tratando de lavar mis culpas, aplicándomela, llorando, desintoxicándome, purificándome, participando en servicios, echándole acción al programa de recuperación de los doce pasos de Alcohólicos Anónimos, sintiendo calambres, dolores por todos lados, por la abstinencia y el síndrome de supresión. Hoy doy gracias a Dios y a las ganas que le he depositado a mi recuperación  y el miedo enorme a volver a vivir ese infierno, celebré 6 años de estar limpia, el pasado 22 de Septiembre….

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