MEMORÁNDUM

Por Gerardo Ruano Cástulo

*** “Por falta de conocimiento, perece mi pueblo”: profeta Óseas

Cuando veo acontecimientos tan lamentables, como los ocurridos en la noche trágica del 26 de septiembre en Iguala, aceptó con mayor convicción lo expresado por el profeta Oseas en la Biblia: “Mi pueblo perece por falta de conocimiento”. La barbarie relatada en los medios de comunicación, nos muestra el alto grado de deterioro social y las notables carencias que existen en materia de educación. La casa dejo de ser el centro de formación de mejores personas, y esa tarea se dejo a las influencias externas, que apuestan por gente carente de principios y valores.
De gente que busque la riqueza y el poder por el camino más fácil, sin importar, el más mínimo respeto por la vida misma.  
Así es. Cuando no hay conocimiento, la ignorancia, hay que decirlo, lleva al ser humano a cometer siempre los mismos errores. Está muy bien dicho: “Quien no conoce la historia, está condenado a repetirla”. El punto es, que algunos hoy buscan soluciones, que en vez de aportar, lo que pretenden es atizarle a la incertidumbre e inestabilidad. Sinceramente, ese no es el camino. La gran mayoría sentimos dolor por lo ocurrido, porque sabemos el valor inmenso de la vida. Porque entendemos, que nada justifica un asesinato, y mucho menos con tanta saña. Claro que debe haber justicia. El caso es, que también se deben buscar las lecciones que envían los acontecimientos y establecer el camino que debemos tomar hoy como sociedad.
El llamado que ha hecho el Gobernador Ángel Aguirre Rivero a favor de la unidad de todos los actores políticos, sociales y económicos es bueno. Y lo es, porque en medio de la tragedia, de la tempestad, de la situación crítica, que a la gran mayoría nos duele, hoy más que nunca, los guerrerenses debemos ser más amigos. Porque en éste tipo de momentos, lo único que salva es la amistad. Apostar por la armonía y la estabilidad. Entender, que el caos no habrá de dar como resultado la justicia. Lo que es imperativo, es un cierre de filas, en aras de encontrar a los normalistas que aún están desaparecidos y lograr el esclarecimiento total de los hechos.
El momento es el menos indicado para lanzarse con saña en contra de las formas en que operan los alumnos de la normal rural de Ayotzinapa. A pesar, de que la gran mayoría no compartimos sus métodos. Porque al final de cuentas, la lección de vida no es exclusivamente para ellos, sino para todos en general. Haber llegado a un hecho de tal barbarie, nos dicta que hemos fallado en nuestra tarea educativa. Que nuestro pueblo perece, tal y como lo dice el profeta Oseas, por falta de conocimiento.
Nuestro alto grado de ignorancia, nos ha llevado a ese nivel de degradación. No hay otro camino, si queremos una sociedad mejor, necesitamos de mejores seres humanos. Las familias deben hacer la parte que les toca. Los maestros en las escuelas. Y será desde ahí, con el cambio de cada persona, que la elección de mejores gobernantes será una realidad. No con bloqueos y manifestaciones, que en más de las veces, son coordinadas por manos que se mueven en la clandestinidad. Lo he dicho y lo repito, la vía no es la revolución, término que va en decadencia, sino la evolución, que se traduce, en pasar a una humanidad más sabia. Menos visceral y terca de pensamiento.
Cuando el cuerpo enferma, no requiere de más virulencia, sino de la estabilidad y armonía. De aprender la lección y tomar sabias decisiones. Y por cierto, a manera de coincidencia, cuando el cuerpo enferma, otros virus, bacterias y hongos, están listos para agrandar los problemas. Ese no es el camino. Esa es la cuestión.

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