MEMORÁNDUM

Gerardo Ruano Cástulo

*** Quisiera creer en el movimiento, más no puedo

El dolor es un sentimiento propio del ser humano. Las pérdidas son las que mayor impacto producen. Por eso se teme al extravío o robo de algo de valor. A la ruptura de una relación sentimental. Y con mayor razón, a la muerte. Y en medio de todo eso, el dolor y duelo son únicos y personales. Nadie siente lo que siente la persona afectada. Ni siquiera los cetegistas, sienten lo mismo que las familias que se enlutaron por la barbarie registrada en la ciudad de Iguala.

Así es. Hemos dicho, que los acontecimientos de Iguala, que han transcendido las fronteras del país, han enlutado, no solamente a Guerrero, sino a toda la República. La gran mayoría ha manifestado su rechazo y repudio ante los hechos. La magnitud de la barbarie, abrió la puerta al surgimiento de un movimiento. Algo normal, porque es importante ser solidario con las familias de los caídos y desaparecidos, además de que la situación, en cuanto a la inseguridad, ha llegado hasta el hartazgo.
Todos los esfuerzos, del movimiento, se supone, han ido enfocados a enviar mensajes de exigencia de justicia y que la búsqueda de los desaparecidos se haga de manera más eficaz y exhaustiva. Adherido al paquete, se han puesto a la vista de todos, las pifias de los diferentes órdenes de gobierno y que el sistema político vive una de sus peores crisis. Tan es así, que no parece haber calidad moral, desde la esfera gubernamental, para meter en el terreno de la ley, a quienes con violencia y vandalismo manifiestan hoy su inconformidad.
Al ver esa forma de expresión de cetegistas y normalistas de Ayotzinapa, quisiera creer que lo hacen por el profundo dolor que sienten a lo acontecido. Sin embargo, no puedo creerlo al cien por ciento. Y no puedo, porque sé, que el dolor nunca es igual al que sufren las familias que hoy viven el luto o están en espera de saber algo de sus hijos.
Quisiera creer que la quema de edificios y autos, así como la toma de oficinas y secuestro de vehículos de empresas y dependencias, son a causa real de ese dolor. Quisiera creer que la toma de plazas y calles es para exigir justicia y una búsqueda más eficaz. Quisiera creer, que en realidad desean un futuro mejor para la gente. Más hay algo dentro de mí, que se resiste a creer en su bondad. Que se resiste, porque hoy se busca convencer de forma espectacular con actos violentos, cuando se ha carecido de calidad moral en las aulas. Me resisto a creer, porque siempre ha existido la suspicacia de que han sabido sacar jugo a diferentes situaciones. Me resisto, porque pareciera, que a ellos también, les beneficia la brutal ignorancia, para que puedan seguir devastando al sector educativo. Me resisto, porque desconozco cuál es su propuesta para rescatar a la sociedad.
Es cierto, el dolor de las familias enlutadas nos lastima a todos. El punto es saber, ¿Quienes realmente están a favor de hacer algo que valga la pena, pensando en lo mejor para todos?, y ¿Quienes hoy aprovechan la circunstancia, para quererse robar la escena, con la dichosa promesa de dizque hacer historia? Y lo peor, ¿Quienes buscan limpiar el camino a un tirano para que llegue al poder?  
Quisiera creer con mucha fe en el movimiento, porque también estoy harto de muchas cosas, mas no puedo. Esa es la cuestión.

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