MISCELÁNEA

Jesús Cayetano Norberto

Fruto del Trabajo

De niño conocí  a una persona que sembraba la tierra frente a mi domicilio. Era una tierra extensa, la que Don José preparaba desde que salía el sol y hasta que se metía. En cierta ocasión, me acerque a platicar con este hombre mientras tomaba agua de un bule seco de calabaza con capacidad aproximada de dos litros. El sudor le escurría en la cara. Muy serio, casi enojado me interrogo, ¿Qué paso chamaco?, no deberías estar en la escuela. No tuve clases, -Le respondí.

Y explico, -yo para eso siembro la tierra, para obtener mi mazorca, la vendo y ese dinero me sirve para darle estudios a mi hijo, porque quiero que sea un profesionista. -Ese es mi sueño ver a mi hijo orientando y ayudando a la gente, que como yo nunca fueron a la escuela. 
En ese momento, no comprendí la profundidad de las palabras de Don José; eran palabras con gran sentimiento que brotaban del corazón y revelaban una esperanza por cristalizar un sueño. No le importaba, el cansancio del trabajo, ni le molestaba el sol, ni portar los harapos de pantalón y camisa, mucho menos usar huaraches de correa, por cierto muy desgastadas y sucias; porque su sueño le ayudaba a soportarlo todo. Don José tuvo su recompensa, su hijo termino de Maestro.
Ayer también, una mujer que le he seguido los pasos desde hace 15 años, a quien conocí desempeñarse como secretaria en el palacio de Gobierno, lugar desde donde siempre buscaba ayudar en la medida de sus posibilidades, cumplió su sueño.
Después de solo contar con su bachillerato, se decidió a cursar una carrera profesional. Sin embargo, lo relevante, es que ella, supo combinar el estudio de su carrera, la gestión que realizaba mientras se desempeñaba como secretaria general de la sección 7 del SUSPEG y madre de familia. Me refiero a Socorro Sánchez Salmerón, quien termino la carrera en derecho en la Universidad Autónoma de Guerrero (UAGro). 
Las muchas veces que la vi, la encoentre apurada hojeando su cuaderno, revisando un libro o haciendo una tarea, que entregaría ese mismo día. Otras veces, en las puertas de los funcionarios con quienes se entrevistaría para hablar por sus agremiados, también tuve la oportunidad de verla estudiar para sus exámenes. 
Al ser muy responsable de sus acciones no quitaba el dedo del reglón en perseguir su sueño y de estar forma también mejorar para ayudar a sus representados. Porque no es lo mismo, hablar con fundamentos jurídicos, a solo ser perico-perro. 
Cierto es que ella buscaba un propósito, el cual era mejorar como persona y demostrarse así misma que tenía la fuerza del carácter y la luz de la inteligencia, para poder soñar.  Ella, ya sabía lo que quería, porque mientras no sabemos que buscamos, nos la pasamos en lamentaciones, que no nos llevan a ningún lugar. Como bien lo dijo Juan Pablo II: “El trabajo más importante no es el de la transformación del mundo, sino el de la transformación de nosotros mismos”.
Hoy, Socorro Sánchez Salmerón, ha logrado su sueño, solo ella sabe cuánto le costó lograrlo, solo ella sabe cuánto polvo se sacudió en el camino, cierto es que todo lo que tuvo a su alrededor cuenta y hasta lo que no tuvo, porque todo ello la hizo más fuerte y mejor persona. 
Lo más relevante es que esa semilla que sembró con ilusión se convirtió en fruto, en fruto del Trabajo. ¡¡Felicidades amiga!! Y sigue cosechando frutos que seguramente beneficiaran a quienes te rodean, a quienes también harás felices. 

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