LAS HUELLAS DE LA VIDA


SAN MIGUELITO“LA TIERRA PROMETIDA”.

(Raúl Román Román)
La espera fue recompensada; Raúl Abarca se empeñaba en que reunidos los hombres con más  presencia de la población dieran su vivencia y testimonio, acerca del origen de esta población azuetense; el día esperado con ansia se llegó y se desarrolló placenteramente.

 La entrada de la vía carretera que comunica a la población es difícil en su desviación, pero pasando esta transición, el paisaje se torna relajante y motivante, una serie de huertas de mangos y cocoteros adornan los horizontes laterales, sobre la línea  semi-asfaltada que es sinuosa con topes sorpresivos, complementados con una hermosa exposición de parotas a las que la modestia les importa un pito, por su grosor y su altura, hasta pasar sobre el cauce del arroyo local, rebosante de arena con los alrededores convertidas en un vergel.
 Entramos a la población y después de algunas preguntas damos con las casas de los hermanos Abarca; ante la promesa de rescatar la historia poblacional, sus ojos se tornan brillantes y ansiosos, ya que recuerdan sus raíces propias.
En el traslado a la casa de don Aureliano, nos presentan con doña Alfa y otras personas  que a leguas se notan gente de trabajo, de honradez y, sobre todo, de sencillez y humildad, con afanes de progreso y liderazgo, inclinados contundentemente a la lucha social.
 El tiempo pasa y las sombras de un techo laminado nos cobija; la guarnición  nos invita a sentarnos y después de las presentaciones personales y los reconocimientos pasamos al tema central que bien conoce don Aureliano, en el que dejamos esta raíz histórica.
 “Mi abuela se llamó Francisca Rivera, de mero San Jeronimito, y mi abuelo era de la Tierra Caliente… ambos llegaron a relacionarse sentimentalmente y decidieron vivir en Chaveta; más tarde, prepararon todo para venirse a estas tierras de la costa, y aquí encontraron e hicieron su vida; puntualmente me platicaba mi abuela que cuando ellos llegaron también llegó la familia Villagómez, que eran tejeros y buscaban las zonas y tierras con el mejor de los barros... y lo encontraron.
 En ese tiempo y según mi abuelita, como a las cinco de la tarde la bola de zancudos era insoportable, por lo que desde esa hora se metían entre los pabellones y ahí cenaban e inmediatamente se dormían – asentaba don Aureliano, mientras los recuerdos se cruzaban en su mente, mientras entre todos calculaban, aproximaban y descubrían que estábamos hablando más o menos de 1930.
 Mi abuelo fue campesino, de los buenos y trabajadores, sembraba maíz, arroz y ajonjolí, además criaba puercos, vacas y obtenía todos sus derivados, llegando a destacar por ofrecer carne, manteca, quesos, requesón, mantequilla y demás, por lo que las personas de Zihuatanejo, Agua de Correa, Coacoyul, Los Achotes y San Jeronimito, principalmente decían y ejecutaban:
-¡Vamos a comprarle a Miguelito... y se trasladaban hasta acá. Hasta que se fue reconociendo a esta población con este nombre, ya histórico.
 Para esto, mi abuelo tuvo ocho hijos y un puño grande de nietos; una prima de mi papá se casó con hijo de los Villagómez, con Vicente, pues... y de ahí se fue retoñando la descendencia, en donde también fueron llegando otras familias, como los Abarca, que han sido muy trabajadores… y los primos, los yernos y todos los amigos eran bien recibidos aquí, con oportunidades de trabajar y de vivir bien, hasta formar un ranchito de puras familias.
 Aquí no hubo letra hasta 1970, con uno o dos maestros, con escuela de madera y palma. Además, íbamos a Zihuatanejo en burro y hacíamos cuatro horas de ida y otras tantas de venida, ya cargados; entonces el puerto eran unas cuantas casitas y mucha laguna. Mi papá era pariente de César Galeana y de Darío, por este motivo siempre les llevaba elotes, camaguas y sandías; ellos tenían una granja de pavos en “La Madera”, y pasábamos el estero sobre los lomos de los burros.
 La despensa se surtía en los barcos que llegaban al puerto, y en un año, que fue tiempo de hambre, se salía uno a cortar “orejas” de parota para champurrarle a las “cabezas” de plátano y eso se comía durante mucho tiempo.
 Ahora, para ir o venir de Acapulco se hacían dos días, en una brechita donde los carros iban a vuelta de rueda… y en las aguas no pasaban ni había servicio, y lo mismo para Lázaro, adónde íbamos en tiempos de secas o pasábamos en balsa durante las aguas.
 Para ir a la feria de Petatlán nos trasladábamos a pie y una que otra vez en los camiones que les decían “Comandos”, allá por los 40’s y 50’s, y esos no se encendían con llave sino que les daban cuerda adelante con una palanca... se decían que eran de crac, crac… Y así vivíamos entonces...
 Aquí había una capillita con su virgen, que se hizo con la cooperación de todo el pueblo, y se hacía la fiesta ocho días antes del día de la virgencita, con jaripeos y jugadas de gallos hasta acabar el mero día, 29 de septiembre, que es cuando mero se festeja hasta la fecha... hasta que llegó doña Chucha Levar, que vendía ropa y venía de Petatlán; ella anduvo pidiendo las cooperaciones en Coacoyul, Zihuatanejo y los pueblos circunvecinos para comprar la santita… luego se velaba, se le cantaban las mañanitas y hasta la fecha es bien bonito festejar este día. Y es tanta la fiesta que se llegan a consumir hasta trescientos cartones de cerveza y cada vez hay más sonidos y conjuntos, toritos de fuego y todo es regalado por los gobernantes y las personas de Miguelito… ¡pura miel¡
 También recuerdo que la luz y el agua las metió Fidel Solís, cuando fue Comisariado, así que los Villagómez, Arizaga, Abarca, Romero, entre otros, fuimos haciendo nuestras familias  y hemos ido retoñando con muchos hijos y nietos”.
El recuerdo fue gratísimo, sus miradas eran inconfundiblemente hermosa y gratificante, pues el brillo de sus ojos denotaba la gran satisfacción de ser y pertenecer a esta hermosa sociedad, y porque “recordar es volver a vivir”… Sus emociones se conjugaron con una fresca lluvia que nos fue alejando a todos, quedando pendiente la atenta invitación para cenar por parte de los hermanos Abarca… pero el alma descansó y nosotros ganamos el hermoso orgullo de entresacar una hermosa raíz de esta tierra de promesa y realidad.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario