miércoles, 21 de enero de 2015

MEMORÁNDUM

Por  Gerardo Ruano Cástulo

*** Los buenos y malos hábitos se contagian

Mucho se ha escuchado, que las buenas o malas vibras corren a muy rápida velocidad. Que éstas se sienten en el ambiente. Que esas sensaciones y emociones son contagiosas. Tal vez por eso, también se dice que los buenos o malos hábitos son contagiosos. Virtudes y vicios son las vitaminas y los virus que a más velocidad corren. Y es evidente, que desafortunadamente, lo negativo es lo que ha encontrado mayor campo fértil, tanto en lo individual, como en lo social.
Por esa razón, se debe trabajar en aras de buscar enviar los mejores mensajes al ser humano y a la sociedad. Desde esa perspectiva, las autoridades no se pueden dar el lujo de permitir excesos de unos cuántos, que según reclaman justicia, porque el mal ejemplo se contagia. La violencia también es un cáncer que ha florecido desde los hogares. Y es evidente, que hoy existen quienes la propagan como medio para exigir demandas, ante la complacencia de autoridades y el hartazgo de la mayoría.  
Así es. Nadie en su sano juicio, lo hemos sostenido, ha quedado satisfecho con lo ocurrido en Iguala, en donde más allá de ganadores y perdedores, nos ha faltado valor para reconocer, admitir y asumir la responsabilidad de que todos nos hemos equivocado. Todos nos vimos mal. Desde quienes hemos admitido que la corrupción y la impunidad sean parte de nuestra normalidad, hasta los líderes, dirigentes y gobernantes, que han equivocado el rumbo. Pero ha hecho falta valor para aceptarlo. Nadie quiere perder. Cada  parte quiere ganar, olvidando el dolor y luto provocados. Y además de ello, pasando por encima de los derechos de una sociedad que ha aguantado hasta el límite, el ser mal informada, manipulada y rehén de unos cuántos que hoy están desbordados por la violencia.
Muy delicado es lo que está pasando. Y lo es, porque los hechos se registran en medio de una sociedad enferma de indiferencia y valemadrismo, perdóneme el texto caro lector, pero en honor a la sinceridad, se nos olvida, que tanta mala vibra y vicio, tienen hoy en la lona a nuestros pueblos. Se nos ha olvidado, que tanto lo bueno como lo malo se contagia.
Los saqueos de productos a los vehículos repartidores de diferentes empresas, así como a las tiendas comerciales, no son un digno ejemplo. Como tampoco lo es, ponerse a pedir dinero por cualquier motivo, ni tomar las casetas de peaje. Mucho menos, causar destrozos en edificios públicos, apoderarse de los mismos, así como de calles y plazas públicas. Qué decir de los actos violentos, como los registrados recientemente en pleno centro de la capital. Todo eso se observa, y si no se toman cartas en el asunto, puede ser contagioso. No olvidar, que la sociedad está harta de muchas cosas. Eso deben tomarlo en cuenta líderes y gobernantes.  
Si sabemos que todo eso es contagioso, los riegos son latentes de muchas otras cosas. De ahí la necesidad de poner un freno a lo que ocurre con el movimiento, que con esa clase de actos o acciones, no estaría aportando nada, más que una dotación de virus mayor, a una sociedad que cada vez luce más enferma.
Todos, en cierta medida, somos responsables de las vibras que hoy fluyen en el ambiente. La mediocridad y el conformismo, se nos ha patentado en casa, en las aulas y desde el mismo gobierno. De ahí la importancia de apostar por cosas constructivas que aporten algo mejor al ser humano y la sociedad. Es urgente, cambiar el flujo de las vibras. Mejor apostar por cosas buenas. Porque éstas también se contagian. Ser humildes y reconocer nuestros yerros es bueno. Y lo es más, cuando de esas fallas, encontramos mejores caminos. Hoy es una buena oportunidad. Todo, todo se contagia. Esa es la cuestión.

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