MEMORÁNDUM

Gerardo Ruano Cástulo

*** La retroalimentación por medio del voto

Cierto presidente de los Estados Unidos, tenía dudas sobre el poder de convencimiento de sus palabras. Si realmente, la gente que acudía a sus eventos escuchaba con atención lo que exponía. Siempre era la misma escena. Llegaba, le aplaudían. Lo volvían a presentar, se levantaba del asiento para externar el saludo con la mano, recibiendo la carretada de aplausos. Al darle el uso de la palabra, otra vez las palmas. Y cuando hablaba, era palpable el silencio, que solamente era interrumpido por los aplausos, después de las frases emitidas por el presidente. Siempre era lo mismo.

Nunca alguien se había atrevido a cuestionar sus discursos. Mucho menos a tratar de discutir para profundizar los mensajes. Por eso, sentía que le faltaba, lo que en comunicación llamamos retroalimentación. Estaba cansado de ver y escuchar lo mismo. No le satisfacía esa situación, llegando a pensar que pocos eran los que en verdad le escuchaban.
Por esa razón, se decidió a poner a prueba, a la gente que acudía a sus eventos. En ésta ocasión, se dijo, pronunciaré algo que deba causar polémica o escándalo en la audiencia. Así que ya estando en el discurso, el presidente señaló: “Ayer he matado a mi suegra”. Contrario a las reacciones que esperaba, se escuchó la misma carretada de aplausos. 
Al terminar el evento, el presidente aprovechó la oportunidad para alcanzar a algunos de sus colaboradores y preguntarles: “¿Han escuchado con atención mi discurso?” Todos asintieron con la cabeza, agregando que estuvo muy bien. Entonces les manifestó: “Escucharon con atención, que ayer he matado a mi suegra”. A lo que respondieron, “por supuesto, y seguramente se lo merecía la vieja”.
Es evidente, que esos tiempos, en donde todo se festeja a los políticos, deben quedar atrás. Es necesario entrar a una etapa, en donde la retroalimentación sea real. No se puede permanecer indiferente ante las necesidades de una sociedad que requiere de mejores líderes en los diferentes espacios públicos.
Las próximas elecciones son un buen momento para hacer patente la retroalimentación. El voto, bien puede ir orientado a favor de quienes han hecho más para merecer ir a los cargos públicos. Y para demostrar, también hay que decirlo, la inconformidad hacia aquellos que han dilapidado las oportunidades.
En el caso de la presidencia municipal de Chilpancingo existen diferentes nombres que se manejan. La diferencia entre ellos, es que más allá de los discursos, lo que se impone son las obras y el trabajo que han hecho. Lejos de las campañas de desprestigio que se intentan, así como de los intentos desesperados de algunos por posicionar su nombre en la escena de último minuto, lo que sostiene los proyectos son los frutos.
Es evidente, que todos los proyectos están a la luz de los ojos de la gente. Poco es secreto para todos. Por esa razón, las campañas sucias, más que eficaces, parecen una muestra de impotencia e incapacidad de quienes las promueven. Lo que vale al final del día, es lo que han hecho durante sus carreras políticas y en los encargos que la ciudadanía les ha conferido.
En ese sentido, no es casual, que por el PRI aparezca mejor posicionado Ricardo Moreno Arcos, quien supera, y por un buen margen, al delegado del infonavit, Marco Antonio Leyva Mena. De una u otra manera, la cercanía y parentesco de Ricardo con Mario Moreno es de influencia positiva en su posible aspiración. Lo es, porque tienen equipo y estructura en las colonias y comunidades. 
En el caso del PRD, las preferencias apuntan fuerte a favor del diputado federal, Jorge Salgado Parra, quien tiene un respaldo importante, en virtud de su trabajo permanente a ras de piso y la notable cantidad de obras que ha gestionado para sus paisanos.
Si la retroalimentación se da por la vía del voto, es indudable, que por mucha campaña de desprestigio que se haga, el aspirante con mayores posibilidades de convertirse en el futuro alcalde de la capital, es precisamente, Jorge Salgado Parra. Esa es la cuestión.

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