Indígenas cumplieron con ancestral ritual para pedir lluvias y fertilidad


Como cada año desde tiempos inmemorables, la población indígena del municipio de Zitlala en la región montaña del estado de Guerrero, cumplió con la ceremonia de adoración a la “virgen” (cruces con vestimenta de mujer), en el cerro del Cruzco, el más alto de la región al que suben por un camino pedregoso cargando al hombro las pesadas deidades.

Nadie sabe a ciencia cierta el origen de esta festividad, pero por tradición oral los abuelos enseñaron a los padres y éstos a sus hijos que cada dos de mayo se tiene que subir al cerro del Cruzco a dejar velas y flores a lo que hoy llaman la virgen, pero que está representada por tres cruces una de cada barrio de la cabecera de Zitlala.
Las cruces se visten con ropas típicas de la región falda y blusa bordados a mano, después se les colocan ofrendas de flores, pan y en su honor se sacrifican decenas de aves, como pollos, gallos, guajolotes y palomas de los que su sangre cae al suelo como ofrenda a la tierra y sus vísceras y cabezas son colgados en un arco para que se los coman los zopilotes en honor al viento.
La ceremonia es un rito para pedir a la virgen-cruz, que haya un buen temporal de lluvias, para que las cosechas sean abundantes, sin embargo también se combina con otros elementos que tiene que ver con la fertilidad y la prevalencia de la raza Nahuatl, en este sentido los varones jóvenes van hasta el otro lado del cerro, bajan por un acantilado y acceden a unas pequeñas cavernas de las que obtienen pequeños trozos de lodo seco y los comen, pues la tradición dice que quien no vaya alguna vez en su vida a estas cuevas a comer tierra no podrá tener hijos.
Debido a esto se presume que la ceremonia en los tiempos prehispánicos debió realizarse para honrar a la diosa Tonanzin, en alguna de sus manifestaciones y a la llegada de los españoles y la imposición de la religión católica, las deidades fueros sustituidas por las cruces, debido a ello los pobladores de Zitlala mantienen la costumbre de vestir las cruces de madera con ropa de mujer y las llaman “la virgen”.
Los participantes de la ceremonia ritual inicial la actividad desde el primero de mayo, cuando sube una comisión para bajar las cruces y llevarlas a la cabecera municipal donde son veladas y adoradas en las iglesias de los respectivos barrios.
Alrededor de las 9 de la mañana, los contingentes se reúnen en el zócalo de Zitlala para iniciar la caminata al cerro, por un estrecho camino, que actualmente se encuentra casi inaccesible debido a que la tormenta tropical Manuel arrastró piedras que tienen que ir sorteando y pisando los feligreses.
Los mayordomos de la fiesta suben al cerro enormes ollas en las que se prepara mole y caldo rojo para repartir entre todos los asistentes, asimismo una gran cantidad de mezcal que se ofrece a los visitantes.
Otra parte de la ceremonia ritual es la participación de las danzas de Tlacololeros, vaqueros y otras, que igual van desde Zitlala y tiene que caminar las tres horas en el pedregoso camino y después soportar dentro de sus trajes el inclemente sol durante horas que ejecutan sus rutinas.
Asimismo, se destaca la presencia de los tigres o tecuanis, que son quienes el día cinco de mayo participarán en las peleas que se realizan en la plaza principal de Zitlala, “venimos aquí a pedirle a la virgen que nos de fuerza para la pelea”.
Por Abel Miranda Ayala

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