Memorándum

*** Marco Leyva; historia de éxito

Gerardo Ruano Cástulo
El pequeño jugaba en el patio de enfrente de su casa. El vecino que salía, lo miraba con atención, mientras pasaba el bus que lo trasladaría al trabajo. El niño brincaba una vara, dispuesta a unos 30 centímetros arriba del piso. Lo hacía sin ningún problema. Como la libraba fácilmente, tomó la decisión de subir la vara.

Al día siguiente, al salir el vecino, observó que el pequeño brincaba ahora sobre una vara, dispuesta sobre unos 40 centímetros de altura. La superaba de manera ágil y fácil. Al tercer día la misma historia. Nada más, que en ésta ocasión, la vara ya andaba por el medio metro de altura. El muchacho la superaba con dificultad. Pero lo lograba.
El asunto se pareció complicar cuando llegó a los 70 centímetros. El pequeño batallaba una y otra vez y no lo conseguía. Entonces el vecino le gritaba, “muchacho, no insistas, es imposible para ti”. 
Al día siguiente, volvía a su tarea el pequeño, y el vecino a decirle, que ya no intentara con esa altura, proponiéndole volver a bajar la vara. El niño lo escuchaba, pero sin tomar en cuenta sus comentarios, seguía buscando la manera de lograrlo.
Varios días después, luego de muchos intentos, el vecino optó por ir directamente al niño. Al llegar a él, le dijo: “para que puedas lograrlo, debes bajar la vara unos centímetros.”  Así, que poniendo manos a la obra, el vecino agarró la vara, la colocó a los 60 centímetros y le dio una demostración al pequeño, sobre cómo debía de saltar. “Ves que fácil”, remacharía.
El pequeño lucía serio, por lo que el vecino preguntó: “¿Qué opinas de lo que te he enseñado?”. La respuesta del niño fue la siguiente: “Mi papá dice que los que bajan la vara son unos mediocres. Que la vara debe ir hacia arriba”. (Del taller de la imaginación de Juan Francisco R.)
La anterior historia, me sirve para enmarcar las historias de éxito que se van construyendo. Es necesario hacer a un lado el conformismo y poner la vara más alta. En su momento, Marco Antonio Leyva Mena tuvo que decidir sobre el rumbo de su proyecto político. Ser alcalde de Chilpancingo parecía una vara difícil de ser sorteada. Sin embargo, puso esa medida para ser superada. Con todo y que las condiciones lucían súper adversas.
Premio a poner la vara en lo alto, Marco Leyva  es hoy presidente electo de la capital de Guerrero. Y la suya es una historia de éxito, en la que sobresalen muchos ingredientes positivos: Tenía fe en que podía alcanzarlo. Poseía la pasión para contagiar a la gente que le acompañaba. Tenía la determinación para ir hacia adelante. Tenía una estrategia muy clara. Y tenía bien definido su propósito. Nada lo movía en esa ruta, con todo y que los números le concedían pocas posibilidades.
Lo hecho por Marco Leyva, al superar una vara elevada, nos confirma que el éxito tiene una puerta abierta para todos. A nadie se le niega el acceso por esa entrada, especialmente a quienes gustan poner la vara en lo más alto. Solo la mediocridad es rechazada. 
Sin caer en excesos, pero también sin mezquindades, la historia de Marco Leyva, en su triunfo para alcanzar la alcaldía capitalina, deja diferentes enseñanzas, dentro de la filosofía del éxito. “Cuando uno quiere algo, no importa que tan alto esté. Dios no nos dios alas, porque puso algo más grande dentro de nosotros: La genialidad.”(Juan Francisco R.) Esa es la cuestión.

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