Memorándum

*** Mario Moreno y lo que contiene su hoja de servicio.

Gerardo Ruano Cástulo
Jonás estaba que no cabía de alegría. Su maestro lo había llamado para una misión. Llegó temprano a la cita. Fue formado junto a un ejército de gente, 72 personas, para ser más precisos. Ahí, el maestro los saludó, y después de hacer una plegaria, los agrupó de dos en dos, para enviarlos después a predicar el buen mensaje a diferentes pueblos.

El encargo de su maestro, era hacer diferentes obras buenas en favor de la gente. Les fue dado el poder, inclusive de hacer milagros. De tal manera, que Jonás, durante su viaje, pudo anunciar la bondad del maestro, logrando también, curar a enfermos, echar demonios y dar sabios consejos. Por esa razón, se sentía afortunado. Sin embargo, la obra no era suficiente para que recordaran su nombre. Hoy curaba a alguien, y al día siguiente, éste pasaba frente a él, como si no le conociera. 
Jonás deseaba alcanzar un reconocimiento de parte de la gente, sin embargo, éstos, al parecer, no valoraban ni siquiera los milagros, como aquél, cuando sanó a un niño picado por un animal ponzoñoso.
Entristecía y molestaba a Jonás, que su fama no trascendiera. De tal manera, que cuando regresó con el maestro, si bien le explicó que había hecho buenas obras en su nombre, no lucía satisfecho. De hecho, se veía cansado, así que después de dar su parte informativo, iba decidido a regresar a casa, cuando de pronto, sintió una mano en el hombro y una voz que le decía: “Quédate hoy, mañana quiero que veas, a primera hora lo que haremos”. Aceptó la invitación de su maestro.
Al día siguiente. Los 72 enviados, más los discípulos y la gente que los seguía, estaban a la espera de las primeras palabras de su maestro. Su nombre de aquél personaje: Jesús, quien después de hablar de la bondad y el mensaje de amor que predicaban, se dirigió a ellos para decirles: “No se preocupen porque sus nombres sean conocidos o reconocidos en la tierra, mejor ocúpense de que sus nombres queden escritos en el reino de los cielos”. Esa frase, le cambió la vida a Jonás, puesto que encontró la verdadera felicidad en dar, sin esperar reconocimientos y demás. 
En el ámbito político pasa algo similar. Más allá de los aplausos y reconocimientos, es bueno que quienes ocupan los cargos, se ocupen de dar, antes que recibir. Un ejemplo de personaje, que posee una importante hoja de servicio y con bastantes resultados, es el alcalde de Chilpancingo, Mario Moreno Arcos.
Revisando con atención, en todos los cargos públicos que ha ocupado, la constante ha sido trabajar a favor de la gente. Como síndico hizo posible que más obras llegarán a colonias y comunidades. Como alcalde ha demostrado que se puede servir con una atención directa a la gente. Como diputado federal, que se puede negociar y tejer un sistema de relaciones que hagan llegar más recursos al estado. El listado de obras y acciones en su hoja de servicio, debe ser realmente impresionante. Al margen de esto, hay quienes solamente buscan, con mezquindad, las necesidades y problemas que faltan por resolver. Pero en el balance, creo que Mario Moreno Arcos, debe sentirse satisfecho, porque más allá de quedar bien por quedar bien, quienes le conocemos, sabemos que ha puesto el corazón en lo que hace, y sin andar buscando aplausos fáciles.
El punto es, que en tres meses concluye su gestión como alcalde. Se habrá de ir, dejando las bases del cambio de imagen de la capital, con obras avanzadas en materia de agua, con una cifra impresionante de obras en colonias y comunidades. Y de paso, con EL TRIUNFO DEL PRI EN LA CAPITAL.
No me extraña, que su nombre se maneje, para dirigir los destinos del PRI estatal. Esa es la cuestión.

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