Memorándum

*** Votar es construir. Apostemos por esa vía

Gerardo Ruano Cástulo
Existe una historia que me agrada comentar, justo cuando se acerca el momento de tomar decisiones:
“Sucede que estaban en Guerra. Entonces, en la trinchera se acerca un soldado para hablar a su General. Después de saludar, pide permiso para hacer uso de la palabra, lo cual se le concede: “Mi General, deseo su anuencia para ir en busca de mi amigo que no se ha reportado a la base.”

Sabiendo la situación complicada de la confrontación, el General dijo: “Por cómo están las cosas, lo más seguro, es que el soldado del que me habla, ya sea una de nuestras bajas, en razón de que el enemigo ha emprendido un ataque muy fuerte”.
“Además, tengo la instrucción de esperar en la base nuevas indicaciones, a efecto de fortalecer la estrategia, que nos lleve a tomar mejores decisiones y dar un golpe severo a nuestros adversarios, para después ganar la Guerra”, agregó el general.
Adherido a esto, el superior le indicó al soldado que ir en ese ambiente, era prácticamente a una muerte segura, y que por lo mismo, no deseaba arriesgar su vida, reiterándole que debía permanecer atrincherado, hasta nuevo aviso.
No obstante la negativa, el soldado se retiró sin decir palabras y desafiando al General, tomó sus cosas, saliendo en busca de su amigo. Durante un día completo no se supo de él. Después de ese tiempo, lo vieron venir cargando a alguien sobre sus hombros. Había encontrado a su amigo y lo llevaba de regreso a la base. Desafortunadamente, estaba muerto.
Al estar frente al general, éste le habló fuerte, reclamándole que hubiese arriesgado su vida por nada: “Ya ve, le dije que no tenía sentido. Que ya lo encontraría muerto”.
Entonces el soldado pidió permiso para hablar, el cual le fue concedido: “No es cierto mi General, con el debido respeto, lo encontré vivo, casi a punto de morir, por las balas enemigas. Y ¿Sabe qué me dijo antes de fallecer?”.
El General lo miró con más atención, esperando saber que le habría dicho el difunto: “Me dijo, sabía que vendrías. Que no me dejarías. Que correrías los riegos si era necesario. Que te atreverías. Gracias por venir a sacarme de aquí.”  
El domingo que viene hay elecciones. Es momento de tomar decisiones. El punto es, vencer a la indiferencia, la desidia y a quienes apuestan a la anarquía. Dejar de acudir a la urna, es como dejar que el amigo muera en el olvido. Participar en la jornada es importante, porque es un buen paso en la construcción de un futuro mejor.
La apatía y la indiferencia no son la solución en un ambiente de crisis. La cobardía tampoco es el camino. La valentía no se demuestra creando inestabilidad, sino en la capacidad que se tiene de aportar en bien de la sociedad, comenzando por participar en la elección de los representantes populares. Por lo menos, esa es la vía que se ha dispuesto y elegido en nuestro país, en donde, por medio de esa ruta, también se puede construir una forma más eficaz para que los servidores públicos mediocres o corruptos sean despedidos y sancionados. 
Votar, el domingo próximo, es la forma más adecuada de vencer a la indiferencia y apatía. ¿Qué nos podemos equivocar? Eso es cierto. Pero, siendo sinceros. Bien vale la pena correr los riesgos. 
El punto es, apostar por construir y no por destruir. Esa es la cuestión.

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