Memoria De La Costa Grande

El periodo de la independencia de México en la Costa Guerrerense

Al iniciar el siglo XIX y dentro de su primera década, los vientos independentistas llegan a América, y se puede aseverar que en Europa se cursaban los pensamientos liberales basados en las propuestas de la Ilustración y la Enciclopedia, que enunciaban y exigían el paso de las monarquías absolutas o constitucionales a sistemas republicanos, cuya base eran y siguen siendo el equilibrio de los poderes, lo que se traducía a mayores condiciones de democracia y un nuevo sobre la realeza, y el orden económico, teniendo como basamento un liberalismo que permitiera una estructura total de libre empresa.

 Así, en La Nueva España, los pensamientos liberales eran influenciados y divulgados, primero por la Junta de Valladolid, y una vez descubierta, secundada por la de Querétaro, en 1810, que fue protagonizada por Miguel Hidalgo y Costilla, sacerdote de reconocida capacidad académica y vínculo comunitario, que a su muerte fue continuada por José Ma. Morelos y Pavón, religioso insurgente de gran conciencia y sensibilidad social…
Durante la época histórica de la independencia de México, el destino de nuestra región costeña fue con altibajos políticos, económicos, sociales y culturales, y pasa casi desapercibido con relación a los acontecimientos estatales y nacionales que se suscitaron desde 1810 hasta aproximadamente 1821, manteniendo una misma línea común, como en las partes propias de las costas mexicanas, excepción hecha con el estado de Veracruz, que mantenía un intenso intercambio industrial y comercial con las comunidades, gobiernos y compañías europeas.   
 Mientras tanto, las poblaciones de las costas del Pacífico y las fronteras del sur se veían sumidas comunitariamente entre la pobreza, las enfermedades tropicales y el abandono político, cultural y social, con algunos destellos de atención por parte de gobernadores independentistas en turno. 
Pero en un caso concreto, la ciudad de Valladolid irradiaba una atracción especial para los pensadores liberales, pues en 1809 se gestó una de las juntas conspirativas más importantes por su pensamiento liberal, en la cual participó don José María Izazaga, que era originario de la Hacienda del Rosario, dentro de la actual municipalidad de Coahuayutla, desempeñando cargos y actividades propias de su condición y varonía. 
 De forma continuada y a esta altura de la historia, surge la presencia del ilustre patriota José María Morelos y Pavón, que atendiendo las indicaciones de su antiguo maestro nicolaíta: Miguel Hidalgo, intercala su paso independentista cuando entra por Coahuayutla, Zacatula y sigue su curso por La Unión, Petatlán, Tecpan, Atoyac, Coyuca y Acapulco, despertando el espíritu liberal entre los pobladores de la Costa Grande, pues durante su paso incorpora a Rafael Valdovinos en Coahuayutla, Marcos Martínez en Zacatula, Bautista Cortez en Petatlán, en Tecpan a Ignacio Ayala y a los hermanos Galeana y a Juan Álvarez Hurtado en Atoyac, todos con sus trabajadores y huestes independentistas y ya decididos a luchar, imprimiéndole un tiempo de entusiasmo y ánimo a la región suriana, reconociendo los estados humanos en que vivían en esta parte de nuestra tierra, fue como se fueron incorporando Miguel Ávila, Fermín Galeana, Cesáreo Ramos, Ignacio González, Mariano Tabares, Leonardo, Miguel, Máximo y Nicolás Bravo, Valerio Trujano, Miguel Primo Tapia, entre otros… para más tarde y habiendo tomado la población de Chilapa nombrar al poblado de Tecpan como la Primera Provincia Libre de América, a la que llamó religiosamente: “Nuestra Señora Guadalupe de Tecpan”, el 13 de octubre de 1811, y gobernada por el Intendente de Provincia cuyo nombramiento recayó en don Ignacio Ayala, que dentro de sus funciones tenía que encargarse de la administración de justicia y la economía regional.
 Por estos motivos y los subsecuentes, se debe de reconocer que en la costa, la posición de los hermanos y la familia Galeana, así como la de Juan Álvarez Hurtado, no era fácil ni pasajera, pues su pensamiento y proceder fueron determinantes para la orientación política y social en esta región, ya que inclinaron sus pensamientos hacia la ideología liberal, que permitió más tarde, consolidar al México independiente; a su vez, estas presencias familiares tuvieron sus efectos determinantes en los diferentes repartos de tierras, ya sea por asignación o por medio de compra-ventas, puesto que dichos apellidos se habían extendido desde tierras michoacanas hasta las guerrerenses, principalmente en la Costa Grande, modificando su entorno social, político, cultural, y sobre todo, económico, así como sus ramajes familiares.
 Hasta este momento histórico, se puede citar que don Hermenegildo Galeana, hombre nacido el 13 de abril de 1762 y perteneciendo a una familia criolla de hacendados, se hallaba viviendo en la hacienda de El Zanjón y alcanza a cursar la instrucción primaria como una necesidad del tiempo. Y una vez que se entera que el cura Morelos viene bordeando la costa guerrerense, por el margen del río Balsas y el mar del sur, se apresta a incorporarse a las causas liberales junto a sus sobrinos Pablo y Antonio Galeana de los Ríos, a la vez que pone bajo sus órdenes el cañón reconocido como “El Niño”, que pasa a ser la primera pieza de artillería en las filas liberales. 
 De manera decidida participó en innumerables sitios, gestas y batallas insurgentes en todo el centro y sur del país, como La Sabana, Taxco, Cuautla, Tenancingo, Tehuacán, Puebla, Oaxaca y Acapulco, en la que se distinguió por sus dotes de líder conciliador, de defensor de la justicia social y un arrojo militar admirable, tanto así, que encabezó encuentros de guerra, tomas de poblaciones y batallas memorables, hasta que Morelos lo nombra, militarmente, con el grado de Mariscal.
 Finalmente y vigilando la ruta independentista en la costa, se topa con las tropas realistas del teniente coronel Fernández de Avilés, adonde fue muerto por el soldado Joaquín León, en Coyuca, hoy de Benítez, el 27 de junio de 1814. 
 Ante este suceso mortal y sabiendo Morelos que también Mariano Matamoros había sido asesinado, asienta: “me han quitado mis dos brazos”.   
De forma por demás complaciente, en un gesto fraternal y viéndolo como un guía comunitario, aparece, preponderantemente, la figura de don Juan Nepomuceno Álvarez Hurtado, que según la voz de la historia, nació en Santa María Atoyac, actualmente Atoyac de Álvarez, el 27 de enero de 1790. 
 Al oir el grito ensordecedor de la patria, participa activamente desde la guerra de independencia hasta el derrocamiento de Maximiliano de Habsburgo. 
En la parte final del movimiento independentista, al no haber otra salida visible, toma parte en las acciones de la guerrilla al lado de Vicente Guerrero así como en la guerra abierta de las batallas de El Aguatillo, La Sabana, Tixtla y “La Guerra de los Pasteles”, durante la 2ª Intervención Francesa; más adelante, atiende y adopta la promulgación del Plan de Ayutla para derrocar al presidente Santa Anna. De forma conducente, es el personaje más entusiasta e influyente para que se funde y nazca el actual Estado de Guerrero, siendo su primer gobernador y llegando a ser presidente nacional en 1855. Sus contemporáneos lo catalogaban como un cacique benefactor pero enérgico, llegándole a llamar “La Pantera del Sur”.
 Tiempo después del triunfo sobre el Imperio de Maximiliano, muere en su hacienda costeña de La Providencia, el 21 de agosto de 1867, y sus restos reposan en la Rotonda de las Personas Ilustres en la ciudad de México. (Desde el hermoso “lugar de mujeres. Raúl Román Román. El Indio de Iguala)

No hay comentarios.:

Publicar un comentario