viernes, 9 de octubre de 2015

Más de 67 familias urgen reubicación en Atlixtac, viven en zona de alto riesgo


Atlixtac, Gro., 8 de octubre de 2015 (CA).- Agustín Hernández Pacheco, un joven de 25 años, hace dos años decidió formar su propio hogar en un terreno que su madre le regaló. Pero el 3 de octubre, en unas horas, lo perdió todo. Su casa está derrumbada, la camioneta con la que trabaja está semi enterrada y los 216 litros de maíz que compró para alimentar hasta mayo próximo a sus dos hijos y a su esposa, están sepultados entre los escombros que provocó un hundimiento en la colonia de Monte Sinaí de la comunidad de Huitzapula norte en Atlixtac.

Sin embargo, Agustín por ahora prefiere pensar en cómo construir su nuevo hogar y el de las otras 22 familias afectadas. Al joven lo nombraron presidente del comité que buscará la reubicación de las 23 casas y, posiblemente, de las otras 41 que están en zona de riesgo. Por ahora no quiere volver al cerro donde vivió toda su vida para no ver su poco patrimonio destruido.
Pero el liderazgo de Agustín surgió en plena contingencia: a las 6 de la mañana del 3 de octubre fue el primero que tomó algo de ropa y a su familia y abandonó la colonia. No obstante, antes convenció a sus demás vecinos de hacer lo mismo, ante el peligro latente que significaban los postes de luz que estaban a punto de rendirse junto con el cerro.
Agustín, un joven con rostro de adolescente, lo perdió todo y su mirada lo dice, sus facciones contraídas develan su frustración, y no es para menos. Su casa de paredes de adobe, con techo de lámina galvanizada y teja de barro quedó fracturada por todas partes. Dentro de ella no tenía mucho, sólo una cama que compartía con su esposa y su hija de 8 años y su bebé de un año de nacido. Tenía un modular y, dice, un pequeño juego de sala.
También en la contingencia perdió su ropa, zapatos y los de su familia y, precisa, el metate de su esposa con el que molía el nixtamal de donde sacaba la masa para las tortillas.
Agustín siempre ha vivido en el cerro donde está cimentada la colonia Monte Sinaí. “Desde que me acuerdo mis padres siempre ha vivido ahí y pues yo también”, explica cuando se le pregunta si alguna vez había vivido algo similar.
Sin embargo, hace dos años su madre le regaló un pedazo de terreno junto al de ella para que formara su hogar. Un hogar, dice, que fue construyendo poco a poco.
Pero en este momento, lo que más le preocupa son los dos tambos con 108 litros cada uno que se quedaron debajo de los escombros. El maíz, cuenta, lo fue comprando poco a poco para poder alimentar a su familia hasta el otro año cuando coseche lo que logre sembrar junto con su madre. Cada litro lo adquirió entre 7 y 10 pesos.
Este año tuvo que comprar porque sembró junto con sus papás y hermanos y en el reparto no le tocó lo suficiente para alimentar a su familia hasta el próximo año. Agustín y su familia también perdieron la camioneta Chevrolet de tres toneladas y el coche Ford de modelo antiguo. Los dos autos quedaron semienterrados en la colonia Monte Sinaí.
El caso de Agustín no es único, son 23 familias que perdieron todo y que ahora sobrevivir en el albergue provisional que instalaron en cuatro aulas de la primaria Aquiles Serdán. Tendrán que soportar dormir amontonados, estar sin ropa y con el mínimo de alimento.
Ahora, Agustín junto con otros dos pobladores recorren las aulas donde están refugiadas para realizar el registro de personas que se quedaron sin hogar y para comunicarles de los requisitos que exige la Sedatu para declararlos como damnificados y comenzar su reubicación.
Así como encabezó la salida, Agustín encabeza la reubicación de las 23 familias que perdieron sus casas.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario