MEMORÁNDUM

Gerardo Ruano Cástulo

*** La inteligencia de visión

La caravana se detuvo en el pequeño pozo de agua. En el lugar, un hombre plantaba algunos arbolitos. El jefe del contingente, después de saciar la sed, le dijo: “¿Para qué haces eso? Esas plantas tardaran en crecer y mira a tu alrededor, ya muchas se han secado y el agua casi se acaba en el manantial.”
El personaje lo volteó a ver con una sonrisa. Después le indicó: “Hace algunos años, fui asaltado. Con las pocas fuerzas que me quedaban, logré llegar hasta aquí. Gracias a que alguien sembró árboles en el lugar, pude gozar de sombra y agua, para recuperarme un poco.”
“Me olvidé por un tiempo del lugar. Después de unos años volví por ésta ruta y vi el lugar en abandono. Era mínima el agua que salía del manantial. Hoy hay mucha más de la que había. Las plantas y árboles han ayudado a los mantos acuíferos.”
“Es cierto. Como dice usted, tardarán mucho en crecer. Más sé, que alguien, antes de que yo lo hiciera, cuidó éste lugar, y eso me salvó la vida. Ahora, creo, que no es tiempo de pensar en mí solamente, sino en las futuras generaciones. Ésta agua, puede servir a nuestros hijos.” (Del taller de la imaginación de Juan Francisco R.)
Robert Kiyosaky, uno de los más grandes maestros en educación financiera en el mundo, refiere que dentro de las diferentes inteligencias, existe la llamada de visión. Esa capacidad, que posee el ser humano, para ver lo que no se percibe a simple vista. De ser capaces de adelantarse al futuro.
Creo que en Guerrero, y concretamente en el ámbito político, hay quienes supieron leer con toda puntualidad que se venía un tiempo extraordinario para la participación de la mujer. Que el trabajo por la equidad de género daría frutos. Pero no bastaba eso. Había que sembrar y crecer para asumir el momento con fuerza.
Un ejemplo claro de esto, lo vemos en la trayectoria que lleva la diputada federal Beatriz Vélez Nuñez, quien gustosa participó como candidata suplente al Senado, acompañando a la propietaria, la hoy canciller, Claudia Ruiz Massieu; sin importar las críticas, en el sentido de que la elección era una cuesta muy empinada. Y de hecho lo fue. La derrota llegó. Más lo importante, es que ya Bety Vélez, como se le conoce en el medio, pasaba lista de presente.
Es evidente, que tuvo la visión para leer con atino el futuro. Fortaleció una red importante de relaciones en el centro del país, que suavizaron a los grupos locales, para poder llevarle a la secretaría de organización del PRI de Guerrero, y desde ahí, a moverse para alcanzar un alto posicionamiento. El resultado: Primero la candidatura, sin problemas, ni raspones; y en acto seguido, un triunfo contundente en las urnas.
Ahora su lectura dice que es momento de mostrar que vale la pena votar por las mujeres. Así lo indica, al dirigir casi toda la dieta que percibe en apoyos para la gente de su distrito. No olvidar, que Ella, es de los legisladores que de inmediato, renunciaron a privilegios y canonjías que lastiman la pobreza del país.
De tal manera, que hoy no se trata solamente de la entrega de cenas para navidad y año nuevo, de juguetes y roscas por día de reyes, de entrega de aparatos funcionales o máquinas para hacer tortillas, entre otros tantos apoyos. El asunto es, que todo eso, como muy pocas veces, sale verdaderamente del sueldo que cobra y no de bonificaciones secretas.
La era de la comunicación exige más transparencia. Creo que Bety Vélez camina acorde a nuestros tiempos. Prueba de esto, es la gestión para la construcción de la carretera Amojileca-Jaleaca, cuyo compromiso selló con sus paisanos. Ama sus raíces y se acuerda de los suyos, tal y como debe hacerse: con obras. Esa es la cuestión.

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