EL FILÓSOFO DE GÜÉMEZ

José Alfredo Jiménez

Por Ramón Durón Ruiz
Hay hombres que están tocados por el ángel de la vida, irradian luz por el camino, porque recogiéndose en sí mismos, saben abrevar en la sabiduría de su manantial interior, descubriendo el oficio de aprender a vivir.

El ser humano que está lleno de genio, sabe de la temporalidad de la vida, entiende que su estancia en éste espacio es limitado, por eso elimina dogmas, rompe paradigmas limitantes, tiene el coraje de vivir su propia vida, sabiendo que es lo que quiere, escuchando su corazón y siguiendo su intuición.
Los seres que están tocados por el genio de la vida son exitosos en su tarea, desde la más modesta hasta la más encumbrada, son felices porque con un criterio amplio, su vida no depende de ninguna persona sino de sí mismos, porque tienen definidas sus metas, porque transitan sin complicarse la existencia, sin dudas existenciales, sus aportes a la vida están fundamentados en el amor, en dar incondicionalmente, en detonar su imaginación.
Los hombres que son genios son grandes de espíritu, tienen como misión creer en sí mismos para crear, y a pesar de los espíritus mediocres que se les oponen siguen avante en su tarea, de ser ellos mismos, el alma de su vida se fundamenta en el amor.
Los genios saben que todos somos sabios e ignorantes a la vez, que la formula segura para el desastre es el desánimo, la rutina y el miedo, por eso oxigenan su inspiración con valores y el trabajo permanente, con la fe inquebrantable, aman el sol que brilla, adoran el viento que sopla, gozan la frescura de la lluvia, saben lo que valen, echan sus miedos afuera y van en busca de su tarea, están enamorados de la rica tersura de la vida, por eso al caminar llegan demasiado lejos.
Cuando un genio se equivoca sabe que es el paso anterior a una creación espectacular, siempre conservan la alegría de su niño interior que los lleva a sorprenderse, a vivir entusiasmados, a abrir nuevas fronteras, a gozar la fantasía para imaginar un mundo mejor en donde la magia de su tarea, llena de genialidad se prolongue a lo largo del tiempo.
Uno de esos grandes genios lo fue el guanajuatense José Alfredo Jiménez, que desde los ocho años componía sus canciones, acompañado por la música del genio veracruzano Gabilondo Soler. Debido a las carencias económicas del hogar, contribuía a la economía familiar desarrollando distintos oficios, y en sus tiempos libres practicando futbol, donde en primera división, fue portero, siendo de su generación el famoso “Tota Carvajal”.
En uno de sus trabajos en un restaurant llamado “La Sirena” conoció a Andrés Huesca, a quien cautivo su talento como compositor grabándole la canción “Yo”. A partir de 1948 principió a cantar en la radiodifusora XEX y al poco tiempo en la XEW que lo lanzó al estrellato. El genio de la vida fue tanto y tan natural en José Alfredo Jiménez, que sin leer partituras musicales, sin tener educación musical y sin tocar ningún instrumento, –simplemente silbaba la tonada de cada canción que componía–,  fue autor de varias centenas de canciones interpretadas por los más destacados artistas de la época. 
Su hermano mayor “Nacho” le insistía que le compusiera una canción a su Estado, Guanajuato, él le respondía que no sentía tener nivel para componer algo para tan hermoso lugar. Cuando se encontró con Agustín Lara, éste le dijo: 
–– ¡Ah!, por fin conozco a alguien que me puede hacer sombra, el “Flaco de Oro” reconocía así su grandeza.
Le dedicó la canción “Camino de Guanajuato” a su hermano “Nacho”, quien era trabajador en Pemex, en Salamanca, a este le gustaba apostar en los gallos, en una de la ferias pierde la apuesta y se niega a pagar…ahí mismo es asesinado.
Al conocer la noticia de la muerte de su hermano, José Alfredo, en homenaje a su memoria  escribió lleno de sentimiento la canción “Camino de Guanajuato”: 


“No vale nada la vida, 
la vida no vale nada, 
comienza siempre llorando 
y así llorando se acaba; 
por eso es que en este mundo, la vida no vale nada. 

Bonito León Guanajuato,
su feria con su jugada, 
ahí se apuesta la vida 
y se respeta al que gana, 
Allá en mi León Guanajuato, 
la vida no vale nada 
El Cristo de tu montaña 
el Cerro del Cubilete, 
consuelo de los que sufren 
adoración de la gente. 
El cristo de tu montaña 
del cerro del cubilete. 

Camino de Guanajuato, 
que pasas por tantos pueblos, 
no pases por Salamanca 
que ahí me hiere el recuerdo, 
vete rodeando veredas, 
no pases porque me muero.

Camino de Santa Rosa 
la Sierra de Guanajuato, 
ahí nomas tras lomita 
se ve Dolores Hidalgo. 
Yo ahí me quedo paisano 
allí es mi pueblo adorado”

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