MEMORÁNDUM

*** ¿Somos o no somos Chilpancingo?

Gerardo Ruano Cástulo
Era su primer paseo fuera del pueblo. Iba junto a su padre a caballo. Durante el viaje, su padre le contaba de los buenos tiempos del lugar. “Antes, esto estaba más limpio. Había un río cristalino. Todos nos conocíamos, respetábamos y ayudábamos.”, le expresaba.

El pequeño escuchaba con atención y veía la cantidad de problemas que ahora había en el pueblo. Al llegar a una loma, desde la que se apreciaba toda la población, su padre dijo: “mira, como se ve ahora el pueblo. No luce nada bien. Se ve sucio y triste el lugar.”
Después de esto, le dijo al pequeño: “ante la situación, he pensado en irnos a otro lugar”, entonces, el pequeño le respondió: “hace tiempo que ya nos mudamos papá. Vivimos como si no viviéramos aquí”. (Del taller de la imaginación de Juan Francisco R.)
La historia con que hoy damos entrada a ésta entrega, me recuerda el prólogo de un gran libro: “Las cartas secretas del monje que vendió su Ferrari”, del escritor en liderazgo, Robin Sharma. Recuerdo, que en pocas letras, hace una entrada magistral, al expresar que después de recibir la luz del guía, se vio rodeado de cadáveres. 
Daniel Goleman, gran referente del tema de inteligencia emocional, menciona que vivimos en una sociedad de muertos vivientes. En pocas palabras, los saldos indican, que vivimos como si no viviéramos en éste mundo. El abandono, descuido e indiferencia hablan del escaso sentido de pertenencia. Del analfabetismo emocional y ético que prevalece en alto grado.
Creo, que de toda ésta situación, posee una lectura adecuada el alcalde de Chilpancingo, Marco Antonio Leyva Mena, quien por esa misma razón, su gestión llevaría por lema: Todos somos Chilpancingo; enviando con esto, un mensaje claro de corresponsabilidad.
Es fácil, quitarse el bulto de encima, como se dice llanamente. Lo más sencillo es tratar de huir de la responsabilidad. Pero al final, el costo siempre es muy caro. Dejar de hacer las cosas o hacer lo más fácil, siempre traerá consigo un costo mayor. Hoy la situación nos lo recuerda.
Lo más cómodo siempre será cuestionar. Señalar lo negativo. Hablar mal de los demás. Pero todo eso, nos ha llevado hasta donde hoy nos ubicamos. Entonces, es importante cambiar de estrategia. De hacer algo distinto. No todo depende del gobierno. Dar un giro depende, de que todos asumamos nuestra tarea y responsabilidad. De que nos pongamos una misma camiseta.
No se trata de una persona. Lo que está sobre la mesa, es el futuro de Chilpancingo. Y creo, que en ese sentido, es bueno ver, que diferentes sectores de la sociedad civil, han abrazado con gusto la propuesta del alcalde Marco Leyva.
Una propuesta, donde se abren las puertas, para que la gente conozca de los proyectos. Mejor aún, emita opiniones y propuestas para mejorar. En términos generales, una gestión transparente, que busca elevar a otro nivel la participación de la gente. 
En esa ruta, me queda claro, que la apuesta del presidente municipal, es trabajar con la gente de mentalidad positiva. Con la que aporte en bien de la comunidad. Con quienes se quieran poner bien la camiseta de Chilpancingo, por encima de cualquier otro interés.
¿Somos o no somos Chilpancingo? Esa es la cuestión.

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