MEMORÁNDUM

*** ¿Hacia dónde estoy trabajando?

Gerardo Ruano Cástulo.
Acababan de sepultar al perrito. El pequeño lloraba por la pérdida de su mascota. Su padre le abrazaba, y le decía que también sentía dolor por la muerte del perrito. Entonces, el niño le preguntó: “¿Papi, tú nunca vas a morir?”. Al señor se le hizo un nudo en la garganta. No esperaba esa clase de pregunta, más sabía que debía hablar con la verdad a su hijo: “Si, algún día moriré”, fue la respuesta.

El pequeño, con ese rostro triste del momento, volvió a cuestionar: “¿Por qué tienes que morir?”. Su padre lo abrazó más fuerte, para después decirle: “Porque tengo que ir a un lugar mejor”.
Ante eso, el niño soltó la siguiente interrogante: “¿Si hay un lugar mejor que éste, por qué no nos cambiamos todos de una vez?”. (Del taller de la imaginación de Juan Francisco R.)
Me fascina lo fantásticos que son los niños. Siempre están atentos para aprender. Su cerebro, capta a una velocidad impresionante las cosas. Vaya que una de las claves para mejorar el futuro, es la alimentación que se otorgue al espíritu, mente y cuerpo de los pequeños.
Es súper importante saber las etapas o ventanas del conocimiento. Y la etapa donde el cerebro está más grandiosamente preparado para aprender es en la infancia. De ahí, que las palabras que se dicen a un niño, le pueden ayudar a construir una vida feliz y exitosa. La palabra no cuesta nada y está al alcance de todos los seres humanos. 
Dados los tiempos que estamos viviendo, es importante transmitir el mensaje de que es posible vivir en un lugar mejor. Y es que, la atadura más fuerte que impide lograr el cambio, es pensar y creer que éste no es posible.
Existen dos puntos bien sensibles en el cerebro. Uno que responde al miedo y el otro al deseo. Eso lo saben, quienes propalan la cultura de muerte. El miedo ha sido, en los últimos años, el vehículo para esclavizar. En tanto, el deseo, para llevar, especialmente a los jóvenes, al terreno del dinero fácil y los placeres vacíos de la vida.
Creo, y lo he escrito en diferentes momentos, que la gran mayoría deseamos vivir en un lugar mejor. El punto, tal y como lo cuestionó el niño de la historia: “¿Por qué entonces no nos cambiamos para allá?”. En pocas palabras, ¿Por qué no trabajamos en esa dirección?  
El responsabilizar únicamente a los gobernantes, se ha convertido en un vil deporte. La búsqueda de culpables, bien se sabe, significa tratar de esquivar la responsabilidad. En lo personal, creo que el Gobernador de Guerrero, Héctor Astudillo Flores, desea, al igual que miles de Guerrerenses, que vivamos en un lugar distinto. Desde su llegada al gobierno, trabajar hombro con hombro con el gabinete de seguridad pública federal, ha sido una prioridad. No es cosa fácil la situación. Más, no está cruzado de brazos.
Existen hoy buenos y grandes ejemplos de trabajo. Se ve en el DIF Guerrero, donde la Sra. Mercedes Calvo de Astudillo, tiene puesto el corazón. También se aprecia en la Secretaría de Asuntos Indígenas, con el titular Gilberto Solano Arreaga, quien sirve con una gran entrega y pasión a su gente. En Turismo, Ernesto Rodríguez Escalona, en medio de la adversidad, hace un magnífico trabajo para que el sector siga teniendo éxito. En finanzas, el subsecretario Tulio Pérez Calvo, cuyo trabajo honesto ayuda al orden financiero, ante el boquete que les fue entregado.    
La aportación también se ve en otros rumbos. Ahí está la diputada federal, Beatriz Vélez Nuñez, quien recién intervenida quirúrgicamente, sigue trabajando cerca de la gente. Sumándose con todo a las tareas que impulsen el desarrollo y crecimiento. Una mujer que sirve hasta el límite de sus capacidades.
Hay gente, tanto adentro como afuera del gobierno, que hoy trabaja a favor de un lugar mejor. El punto es: ¿Hacia dónde estoy trabajando yo? Esa es la cuestión.

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