martes, 26 de abril de 2016

MEMORÁNDUM

*** No es para reír; ni sacar raja política.

Gerardo Ruano Cástulo.
Era un juego divertido y educativo. La maestra había escrito en cada tarjeta una palabra de gran valor. Estaban en forma de círculo. El juego consistía, en que uno de los pequeños tomaba una carta, se volteaba de espalda a sus compañeros, para después lanzarla hacia atrás. El que lograra capturar la tarjeta, como eran niños del kínder, tenía que leer la palabra.

La primera tarjeta fue lanzada. Quien la capturó dijo: “Am- mi- mis- mist- tad”. La maestra exclamó: “¡Bravo, muy bien, dice Amistad”. Luego de esto, vino la segunda tarjeta. Ésta iba cayendo, justo donde uno de los pequeños estaba distraído, así que cuando volteó, ya no la pudo capturar, cayendo al piso, todos vieron el nombre de la palabra.
Ante esto, los demás niños soltaron una gran risa. Entonces el niño preguntó: “¿De qué se ríen?”, la mayoría respondió: “porque no agarraste la tarjeta y se te cayó”. La maestra los llamó al orden. Todos los niños callaron. Luego pidió al niño que levantara la tarjeta para leerla. No supo hacerlo.
La maestra lo abrazo y dijo hacia todos, “la palabra que se escapó de las manos es: paz”. (Del taller de la imaginación de Juan Francisco R.).
Bien lo dice Covey en su libro, los siete hábitos de la gente altamente efectiva; existen dos tipos de personas: reactivas y proactivas. Las primeras solo piensan en los problemas. No suelen aportar para solucionar. Viven buscando culpables de las situaciones. Manejar excusas es su especialidad. En tanto, las proactivas, siempre asumen la responsabilidad, lejos de andar buscando culpables.
Goleman hace la diferenciación de éste tipo de personas, llamándoles estelares, para separarlas del rebaño, como Sharma, distingue a la gente del montón.  
El maestro Deepak Chopra, en sus diferentes obras, plantea que el ser humano tiene la grandiosa oportunidad de tener dominio activo de su vida, o dejar que ésta sea llevada o arrollada por las circunstancias o decisiones de los demás. En pocas palabras, como lo plantea Kiyosaky, la palabra clave se llama responsabilidad.
Einstein decía, que las situaciones de crisis constituyen una magnífica oportunidad para que el ser humano saque lo mejor de sí. Para que salga a flote la imaginación y creatividad. El punto es, que cuando la mente se encuentra comprimida por las preocupaciones, la ansiedad, el stress, entre otras emociones tóxicas, el camino es más largo.
Lo es, porque antes de todo, se debe trabajar en liberar a la mente de la compresión. Hacer que se quite las ataduras para que se expanda. Un pueblo con mente comprimida paga un alto precio. Porque la mente comprimida conduce a la violencia. Lleva irremediablemente a los negocios sucios y oscuros. Peor aún, todo se hace difícil. Se considera que es imposible acceder a una vida mejor. Y lo que ya sabemos, se endosa la responsabilidad a otras personas. 
No es un asunto de risa. Ni tampoco para sacar raja política. La paz se nos ha escapado de las manos. Porque, como lo dice Robinns, “No tenemos un Propósito Real Definido que vaya en esa dirección”. Actuamos como si no fuese nuestra responsabilidad. 
Lo de Acapulco, lejos de ser solamente una nota oscura del estado, debiera representar un fuerte llamado personal de atención, para que cada uno asuma la parte de responsabilidad que nos toca. Esa es la cuestión.

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