MEMORÁNDUM

*** La salud y la actitud

Gerardo Ruano Cástulo
Cuando salió del pueblo, todos esperaban el peor de sus futuros. Nadie había salido de ahí. Era un pueblo tradicional. Tenían muchas carencias. En tiempos duros, ya sea de sequía o epidemias, sufrían grandes estragos. Todos hablaban de que era necesario hacer algo. Pero nadie estaba dispuesto a salir de ahí, para correr riesgos. Hasta que un joven, se animó a salir del pueblo, e ir en busca de otras alternativas que ayudaran.

La mayoría le predecían lo peor. Tanto así, que hasta sus propios familiares le decían que no saliera. En medio, de todo ese ambiente de negatividad, el joven se lanzó a la conquista de lo desconocido.
Por cinco años no supieron de él. Le daban por muerto en el pueblo. Sin embargo, regresó y lo hizo convertido en una persona distinta. Les dijo que había posibilidad de llevar escuela al pueblo. Que también llegaran inversiones en obras y mejores servicios. Lo tildaron de loco.
Como no encontró respuesta positiva. Al poco tiempo, el joven decidió irse definitivamente del pueblo. Ahora, a la mayoría le daba lo mismo. Es más, hasta deseaban que se marchara con sus ideas “fantasiosas”. 
Ya de salida. Un hombre maduro y algo enfermo le habló, para decirle: “Bien muchacho. Tú sí tienes el valor que yo no tuve”. El joven le miró sorprendido, y preguntó: “¿Por qué me dice esto?”.
“Porque yo no pude dejar los hábitos y costumbres que me ataban y no me permitían expandirme. Fui un miserable conformista”. (Del taller de la imaginación de Juan Francisco R.)
Salir de la zona de confort es realmente difícil. Bien lo dice Kiyosaky en unos de sus libros, cuando expone que escribe para la gente que desea pagar un precio por conseguir sus sueños, y reta al lector diciendo: “Si no eres de ese tipo de persona, mejor regala el libro, porque no es para ti”.
Decir que el camino al éxito está garantizado con una sonrisa y ser simplemente optimista, es una gran mentira. Del evangelio bíblico, me agrada retomar aquél episodio cuando los discípulos de Juan Bautista, llegan a preguntar a Jesús sobre lo que tenían que hacer, luego de que apresaran y dieran muerte a su guía.
El humilde carpintero solamente les diría: “A partir de ahora, después de Juan, llegar al cielo es algo que se trabaja”. Más claro, ni el agua.
En lo personal, el tema que me encanta por excelencia, es el de la actitud. Considerado el ingrediente que marca la diferencia. Es así, porque la actitud es algo que se entrena todos los días. No es fruto de un simple sentirse bien.
Una buena actitud, es el resultado de muchas acciones a favor de nuestro crecimiento. Un ejemplo sencillo: El comer bien, puede ser factor para una mala o buena actitud. Una persona que se indigesta, tiene hiperacidez, colitis, gastritis, dolor en las vísceras, entre otras, difícilmente habrá de tener una magnifica actitud.
Expreso lo anterior, porque me llama la atención la proliferación en la capital de negocios de comida. Muchos, etiquetados como de comida casera. El punto es, que esa dichosa comida, pudiera estar influyendo, en nuestro pueblo, inundado de obesidad, hipertensión, afecciones cardiacas, diabetes, afecciones renales y hepáticas, entre otras más.
Eso deben saberlo muy bien en la Secretaría de Salud. Entiendo, que la proliferación de negocios de comida, es ante la situación crítica económica. Más, creo que si bien la población necesita de alimentarse, también necesita de algo realmente saludable.
Salud debe tener sus razones para dejar que el fenómeno siga creciendo. Y más aún, porque no dudo, que existan funcionarios, que sigan prefiriendo la comida casera por la sazón, más allá de lo que realmente les nutra el cuerpo.
El maestro Deepak Chopra, en su libro Salud Perfecta, expone que el sistema más importante del cuerpo humano, es el digestivo, el cual consume demasiadas energías de la persona, cuando no se alimenta bien. Por eso, el agotamiento y como resultado una pésima actitud.
El punto es, que más allá de lo que pudiera hacer la secretaría de Salud, ante la proliferación de esos negocios, la decisión de mantenerse en ese mismo sitio es personal. Si, en verdad, se tiene el valor para salir de ese hábito. Esa es la cuestión.

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