OPINION

El peor enemigo de Chilpancingo

Por Manuel Tello Zapata
La capital del Estado poco a poco va resolviendo sus grandes problemas de urbanismo, pero el más importante: la recolección de residuos, continúa siendo una calamidad para los capitalinos, ya que el Ayuntamiento no cuenta con un relleno sanitario donde se pueda depositar y procesar el gran cúmulo de basura que se colecta diariamente. Las calles lucen enormes montones de bolsas con residuos y el aspecto de la ciudad es deprimente en este sentido.

Nada de esto sucedería, si el Presidente municipal de Tixtla, Hossein Nabor Guillén, no se hubiera negado a que se utilice en forma intermunicipal, la celda emergente que se construyó en terrenos de Matlalapa, municipio de Tixtla, propiedad del municipio de Chilpancingo.
Cuando el Contador Mario Moreno Arcos terminó su administración, quedaron firmados los acuerdos entre ambos municipios para que Chilpancingo pudiera utilizar el relleno de Matlalapa. La diputada local Erika Alcaraz Sosa, era Regidora de Tixtla en ese tiempo y también firmó de conformidad el convenio. Ahora se hace de la vista gorda, seguramente por asuntos de orden político.
Está bien demostrado por expertos ambientalistas, que el relleno sanitario de Matlalapa no contaminará el medio ambiente, porque la basura será industrializada. Habrá muchos beneficios y fuentes de empleo para los habitantes de esa comunidad. Los municipios de Chilpancingo, Tixtla y Zumpango podrán depositar sus residuos, evitando focos de contaminación como los que actualmente se poseen. El relleno sanitario se encuentra lejos de la ciudad de Tixtla y de ninguna forma podrá contaminarla.
El mismo Hossein Nabor en el inicio de su administración, estaba de acuerdo y sostuvo varias reuniones con Marco Antonio Leyva Mena y los habitantes de Matlalapa. Sin embargo, de manera sorpresiva, el alcalde tixtleco dijo que NO al proyecto, argumentando falacias y mentiras. De esta forma le ha creado un gran problema a Chilpancingo, ciudad hermana de Tixtla. No debemos olvidar que más de cuatro mil habitantes de ese municipio trabajan en la capital y de ahí sostienen a sus familias. Lo bueno no se comenta.
Se afirma que el inmaduro alcalde de Tixtla se niega a que Matlalapa sea el inicio de un gran proyecto intermunicipal, por razones de carácter político en contra de Marco Antonio Leyva Mena. El ex presidente del Congreso local, Bernardo Ortega Jiménez, es el padrino político de Hossein Nabor y de la diputada Erika Alcaraz. El conocido político pretende ser candidato del PRD a diputado federal y no quiere que Marco Antonio Leyva le haga sombra. Por eso buscan desprestigiar al primer edil capitalino, para que no sea candidato del PRI al Congreso de la Unión para el 2018.
Otra actitud muy diferente es la del Alcalde de Zumpango, Pablo Higuera Fuentes, quien no se opone a que se opere la celda emergente de Matlalapa y hasta propone como otra opción que se utilicen terrenos de ese municipio, si el Alcalde de Tixtla mantiene su negativa. Los proyectos intermunicipales son la última palabra para el desarrollo y se está utilizando en la Ciudad de México y los estados colindantes. Pero a Hossein Nabor Guillén le falta mucha visión para entender esto.
Con su actitud negativa, el alcalde tixtleco le está haciendo mucho daño; no a Marco Antonio Leyva Mena, sino al pueblo de Chilpancingo, que no merece este rechazo de quienes considera sus hermanos de colindancia y del propio alcalde, que por asuntos oscuros, se convierte de esta forma en el principal enemigo de Chilpancingo y del desarrollo intermunicipal.
LO DE HOY NO ES NADA COMPARADO…
La crueldad de los hechos sucedidos en la Tierra Caliente y el municipio de Tixtla, confirma que los grupos delincuenciales que se disputan el control de la goma de opio, no tiene límites. Trece personas asesinadas con mucha saña en esas zonas, y muchas más a lo largo de los últimos diez años, son la prueba de que el grupo Guerreros Unidos masacró sin dudarlo un segundo, a los 43 estudiantes de Ayotzinapa, porque se llevaban sin saberlo, o fueron a robarlo exprofeso –falta investigarlo-, un autobús cargado con droga que partiría esa noche hacia Chicago.
El Grupo Independiente de Expertos Internacionales (GIEI), dentro de su dictamen final habló del llamado Quinto Autobús. No es un invento nuestro. A pesar de que no lo dijeron con todo el peso necesario, para los expertos ese fue el móvil de lo ocurrido aquella noche en Iguala. La PGR de  manera inexplicable no toma en cuenta esta versión del quinto autobús, ni profundiza en la versión del basurero de Cocula.
Se dice que es falso que fueran llevados a ese lugar los 43 estudiantes por los sicarios de Guerreros Unidos, a pesar de que existen muchas declaraciones de los que fueron detenidos, y uno de ellos hasta demostró en el lugar de los hechos, la forma como actuaron para desaparecer a quienes ellos creían eran miembros de sus enemigos: Los Rojos.
Un experto, Torero, dijo que era imposible que los 43 hubiesen sido incinerados. En efecto: no los incineraron. Simplemente los quemaron -que es diferente-, hasta que sus cuerpos pudieran ser desmembrados y los huesos con residuos de carne fueron guardados en bolsas grandes de hule, para tirarlos en el rio San Juan. 
El error de la PGR fue que se precipitaron al dar a conocer los hechos, sin conformar debidamente la averiguación previa.
¿A quién le conviene que se siga especulando en este caso? A quienes han logrado grandes ganancias con la extorsión política contra el gobierno federal: los abogados de los padres de los 43 y su vocero, así como algunos funcionarios de la CIDH, que siguen afirmando que fue un crimen de Estado. 
Urge que la PGR perfeccione la averiguación previa, para que se deje descansar en paz a los jóvenes estudiantes; se termine la incertidumbre entre sus padres, y se castigue a los asesinos, que podrían quedar libres si continúa él toma y daca sin sentido.

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