CIELO ESCOLAR

¡Buuuenooos díiiaaas! ¡Aaarrrrraaancaaamooosss!... Hoy es un día hermoso y placentero, primero porque podemos ver la magia de un nuevo día, y también, porque estamos dando inicio a un año escolar máaasss, que permitirá la gran felicidad que causa la convivencia intramuros en una escuela.

Para los Licenciados en Educación que debutan en toda nuestra República Mexicana, ¡biiieeenveeeniiiidooos! a los campos del saber, del hacer y del querer, felicitándolos por abrazar tan noble, inolvidable e imborrable vocación, abordando una pasión magisterial donde todo es sonrisas, amor, ternura, comprensión, entrega, diálogo, cariño, entendimiento, intercambio y convivencia dulce y grata.
 A nuestros compañeros en servicio, de uno, cinco, diez, veinte, treinta, cincuenta o más años sirviendo a la niñez, a la juventud y a la adultez mexicana, nos permitimos manifestarles que estamos muy orgullosos de su magisterio, puesto que es la labor más noble, consiente, sensible y delicada de todas las demás profesiones, lógicamente a la par con nuestros siempre apreciados médicos.
 Y estas jornadas tendrán que ser arduas, intensas y placenteras, sabiendo a qué horas entramos a clases pero no en que momentos vamos a salir de nuestro templo del saber, puesto que en un ordenamiento institucional se sabe que las entradas escolares serán a las siete, ocho o nueve de la mañana pero la salida de nuestros centros de estudio, enseñanza, aprendizaje y formación, cada día y cada jornada es incierta, pues se puede hacer un esfuerzo extra y estirar el tiempo para ampliar el tema, seguir el debate, echarse una última cascarita deportiva, explicar a alumnos y padres de familia algunos puntos de vista que seguramente optimizarán la vivencia educativa y escolar.

 Así tendrá que ser este año lectivo 2017-2018, en las escuelas mexicanas, con planes, programas completamente identificados, con propósitos y objetivos personales, institucionales y comunitarios, como siempre se han distinguido los maestros de México, con propuestas innovadoras o desempolvando algunas dinámicas y propuestas que puedan mejorar y facilitar el trabajo pedagógico, acompañado siempre por las risas, la confianza, la armonía y el esfuerzo de maestros, alumnos y padres de familia.
 Y ya encarrerados, recordemos que educamos ¡para la vida! Y no para pasar los exámenes; en este trayecto existencial habrá muchísimas vicisitudes para sembrar valores universales, como la puntualidad, la limpieza, el amor, la pasión, la responsabilidad, la comprensión, la verdad, la sinceridad, el esfuerzo, la nobleza, la humildad, la sencillez, entre otros, como un ejemplo vivo de lo que la figura del profesor es ante el mundo: ¡Un sembrador! De conciencias, de sensibilidades, de dignidad y decoro.
Y acompañados de la poesía, aquí estaremos sirviendo al magisterio mexicano, sin condición alguna…
Niño mío:
En la edad veraniega de mi vida siento profundamente tu cercanía, plena de confianza, ciega de amor y salpicada por un poco de admiración.
Hoy lo sé, bien lo sé que lo que empezó como una llamarada vacilante en la mente juvenil de mi existencia, ha desarrollado un fuego envolvente y abrasante, que me aprisiona el alma, por la convivencia que procura esta labor, entre tú y yo, en el serpenteante paso del tiempo. Te confieso chiquitín que es muy difícil aceptar que me llames profesor porque es una obra grandiosa, titánica y majestuosa, intentar la formación y el engrandecimiento de tu mente, de tu cuerpo y de tu espíritu. 
Tú, que has sido siempre, desde la historia de la humanidad la alegría de la casa, el alma de la escuela, ternura infinita de la raza humana, fuente inagotable de amor y cariño, de inquietud inocente y voluntad indomable.
Como he temblado al pensar que puedo fallar, en la confianza que tienes en mí, porque en mi hogar, algún ser querido se encuentre atribulado y altera el ánimo, que me pone en riesgo de reaccionar impulsivamente, ante tu presencia.
Como he temido por la limpieza de la vestimenta, por el lustre del calzado y más, mucho más, por el vocabulario aseado, el comportamiento, dentro y fuera, de nuestro templo del saber; porque sé que estoy en el mostrador público de la sociedad a la que me debo y ante tu profunda mirada llena de bondad, de tu sonrisa franca y espontánea, de tu amor infinito y pleno.
Ante mis problemas: surge motivadora tu hermosa sonrisa ante mis dudas: aflora siempre tu inocente calma y ante mis sueños: surges altivo como héroe invencible en el trayecto de mi vida.

Señor... Dios mío, que nunca falte la presencia de un alumno en la maratónica estancia de mi vida Y con el corazón en la mano gritamos al viento de la libertad, que reeditamos nuestro compromiso con los niños, jóvenes y adultos con los cuales estaremos conviviendo… y afirmamos, reafirmamos y confirmamos nuestro gran orgullo, de ser sembradores de la educación.

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