OPINION

Septiembre negro y sobrecogedor
Por Manuel Tello Zapata.
“Ya éramos muchos y parió la abuela”, dice un viejo y sabio refrán. Cuando todos pensamos que el presente mes de septiembre ya había dado todo lo malo que traía para nosotros, ayer se repitió lo sucedido hace 32 años, cuando un terremoto superior a los ocho grados colapsó a la ciudad de México, dejando serios daños y miles de víctimas.

Apenas unos días después de que otro terremoto nos había sacudido dejando también graves daños en Oaxaca y Chiapas, ayer volvimos a sufrir lo de 1985, una experiencia que se había olvidado y que por desgracia nuevamente la volvemos a vivir. En esta ocasión el terremoto causó serios percances no solo en la capital del país. Los Estados de Morelos, Puebla y el Estado de México también sufrieron la caída de muchos edificios, casas, escuelas, templos, palacios municipales, etc..
Ayer por la noche se contabilizaban ya 130 personas fallecidas por el terremoto, la mayoría de ellas en Morelos. Seguramente el número habrá de aumentar sensiblemente este miércoles, cuando se retiren por completo los escombros de los inmuebles que se derrumbaron en la ciudad de México, y esperamos que la suma de víctimas no sea como la de 1985.
Inmediatamente después de ocurrido el sismo, el Gobernador del Estado, Héctor Astudillo Flores, suspendió su gira de trabajo al municipio de Petatlán para supervisar los daños que dejó el huracán Max, y se trasladó al norte de nuestro Estado, concretamente a los municipios de Iguala y Huitzuco, donde se registraron los mayores percances por el sismo. Afortunadamente nuestra entidad sufrió daños que no son graves, pero había que constatarlo.
Astudillo Flores puso a sus colaboradores en estado de alerta permanente y se suspendieron las clases para el miércoles, como medida de precaución y seguridad, hasta que se revise el estado de cada plantel educativo.
Aunque el sismo se sintió de grandes dimensiones en Chilpancingo, por fortuna en este municipio no se registraron daños serios, seguramente porque el suelo donde se encuentra asentada la capital de Guerrero es más compacto, por lo que las casas y edificios resistieron el gran terremoto trepidatorio, mayor de siete grados, como aguantó hace 32 años aquel gran sismo que devastó a la ciudad de México.
Deseamos con todo nuestro corazón, que las noticias posteriores al gran temblor no vengan cargadas de más tragedia, y que aquellos que se encuentran atrapados en inmuebles siniestrados, que se les rescate con vida. Es necesario que todos mantengamos la serenidad y no nos dejemos espantar por aquellos que predicen otras réplicas grandes. Nadie tiene conectado su teléfono con Dios. Solo el creador del universo sabe cuándo ocurrirá un sismo. Nadie más, repito.

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